PD: Al ir a cerrar la carta, se me ocurrió todavía algo que debía haberte dicho. Se trata de un encuentro extraño. Cuando salía del cuartel para dirigirme a mi habitación, a mi lado pasó un trineo veloz como un rayo que parecía producto de mi fantasía. En el trineo iba sentada una mujer joven vestida con las galas más suntuosas. La vi sólo por un instante, pero sabría decir que era rubia, que poseía unos ojos hermosos y la arrogancia de alguien de alto rango, es decir, de alguien acostumbrado a mandar. Me quedé petrificado mirando ese vertiginoso pasaje, y si sus cuatro caballitos ucranianos no hubieran tenido alas en su carrera, me habría ido en pos de ella. Naturalmente, estoy dispuesto a recorrer la calle del Paseo, a asistir al teatro, inclusive a visitar las iglesias, con el propósito de descubrirla. Y si me llegara a enterar dónde vive, me pasaría horas bajo sus ventanas con tal de ver su sombra detrás de las cortinas de su casa.
Aclárame esto, por favor. Una mujer bella es, para mí, lo más encantador que existe. Puedo pasarme los días y las noches con ese pensamiento. Así, me cuento a mí mismo historias en las que actúo como el héroe, y ella es a su vez la heroína. Ella aparece en mis sueños, pero no se me ocurre ni por casualidad poseerla. Inclusive he hecho la experiencia de que sólo necesito cambiar con ella diez palabras para...
Una mujer bella es como una obra de arte, por ejemplo una pintura, que no está permitido rozar con los dedos, a la que ni siquiera es posible acercarse demasiado si no se quiere hacer desaparecer la magia.
Volveré a ver a mi princesa, pero seguramente no he de hablarle. Voy a proceder como haces tú con tus rosas, oler su precioso perfume, admirar su forma, pero nunca cortarlas... Ríete de mí, di que soy un muchacho tonto al que solamente se le ocurre hablar de tronchar una rosa tan arrogante.
Esta vez has obtenido de mí una carta bien larga, pero en compensación la próxima será más breve. Ten consideración con tu héroe un poco infantil, pero escribirte es mi único y el más bienaventurado de los placeres.
Buenas noches, mamá querida.
En El amor de Platón / El cuenco de plata, Buenos Aires, Argentina, 2004 / Título original: Die Liebe des Plato / Traducción del alemán de José Amícola / Fotos: jmp /
Leopold von Sacher-Masoch (Leópolis, Ucrania, 27 de enero de 1836 - Lindheim, Fráncfort del Meno, Alemania, 9 de marzo de 1895) /
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.-
muy bueno!
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