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jueves, 26 de enero de 2023

JORGE ALEMÁN Iguanas




IGUANAS

II

          Visión de la Diosa Iguana. Enviciando el canto en que me empeño como un sagaz impostor de las mareas. Ah mares celestes… He visto en ellos ángeles voraces pidiendo por mis brazos para calmar a las sirenas. Y en el viento hecho lenguas. Remolino de reptiles meciendo mi alma. Oh iluminado. 
No me hablen de altisonantes caballeros de venas débiles y pálidas olfateando los perfumes sombríos en la falda de la Marquesa. Ah violines grotescos. Nunca besaré los mármoles del éxito mundano. Y no me nombren al amor batido con sólo dulzuras del verbo. Porque yo nunca he comido de ese pan. Amo a los héroes de lo oscuro y me condecoro como príncipe del fango. Y a estas sagradas, hembras aventuradas de mi zona, pequeñas y altas, delgadas y rosadas. Y a este humo violeta lamiendo mis pulmones, no para adormecerme, sino para gritar mi estruendo en alcobas y montañas. Para solear la altivez y lo profundo del nacimiento. 
Del nacimiento en flores de Demencia. 


III

          Iguanas del crepúsculo, de la bestia de oro soñándose sobre el lago, de las locas travesías en el amor. Más poseerte es una alianza con el Dios que habita en tu médula. 
Y es éste mi deseo, rojo y atormentado, como un archipiélago del pecado donde renacen calores olvidados. Como trompetas que fulgen un majestuoso desacato. 
Y es éste mi deseo. De leches retenidas en el fruto. De islas arrasadas. 
Será mi santa aquella que se prosterne frente a mi ardor. 
Ah violenta hembra de Sinfonía. 


IV 

          Soy el que repite la pasión en todo el sinsentido. Lo almendrado, lo fascinado de nuestros roces alertó a dioses y a tontos. Preguntaron por salmos de la carne y tendones del placer. Y tan solo dije que yo era esclavo en mis dominios. 
Ah Iguana de las Marías. Bestia de mi tierra condenada. 
Ya no una sombra para ofrendar al Sol. Ya no la soledad tan contraria al pesado calor de tu cuerpo sobre mis desvaríos. Ya no el recuerdo de un recuerdo. Ahora loca mujer encontrándose con su siervo, este gentil e iracundo pastor de lo indebido. Para distinguir a esta isla de otras islas. A este cuerpo de otros cuerpos. 


DE LAS DISTANCIAS EN EL AMOR

          Tales distancias no existen 
porque puedo escuchar el vértigo de tu jadeo 
                                       en simulacros de zozobra 
aun en noches lejanas donde en las bodegas nos dicen 
“otra es la historia y todo ha sido olvidado” 
aquellos pliegues y mis dilemas de marino 
          envejecido prematuramente 
como esos frutos que hacia las palmeras ensayan 
          su joven caída 
y tus nalgas 
frescas y lamidas con todo el desacato de la leche 
con el desacato de los tambores insinuando los mitos 
          de la selva 
como mi corazón golpeando y azotando tu cuerpo 
          en el descanso
Y toda mi imaginación para sólo decir 
que si un poeta ama a una mujer 
                         jamás es olvidado 
Entre tollas y vapores tu cuerpo mostrando 
con sales sabrosas perfumando un clímax salvaje 
Nosotros 
tan solo dos personajes confundidos en el relato 
Pero tanto el amor y tan majestuoso 
como el que llega a las espléndidas ciudades 
encandilando con sus tatuajes de victoria 
Y esas repeticiones de la sangre y de las palabras 
donde todo parece ya sucedido 
y siempre auspiciando un vigor nuevo para mi piel 
                  que se te hiciera intolerable 
Ah aquellas maneras de penetrarte queriendo 
          alcanzar la verdad 
y trizar las copas y romper las vajillas 
porque todo era una antigua canción 
de bufones solitarios 
de tontas costumbres tocadas en cualquier historia 
porque todo era grande pero bastaba una guitarra 
          para contarlo 
Entre nosotros todos los vinos y sus vidas 
pero acaso también la muerte en dársenas lejanas 
y todos los candores retratados en el momento 
          de su corrupción 
en el momento en que los labios besan para mostrar 
          sus hemorragias 
Aquellas pinturas donde tus selvas fueron ya trazadas 
                             en sus itinerarios más fogosos 
antes que mis manos la indagaran 
Esos pintores que imaginan colores para nuestros actos 
y nuestros sueños de aves perseguidas 
por inviernos de crueldad y morbosos cazadores 
Ah oscuros molinos de nuestro tiempo 
agitando las mareas y nuestros pánicos por la orfandad 
donde un águila fénix soberbia y furiosa 
muere en una plegaria sórdida 
como una niña idiota durmiendo entre los parques 
Entonces arrastrarnos embriagados 
porque es preciso ser sensibles a los árboles las leyes las lluvias 
porque es obligación descubrirle arco iris a la noche 
y fascinarse por los bellos gestos de amor entre los lobos 
para no decidir nuestro destino de precarios extranjeros 


SALMO 

          Dulce me sea la estación del insomnio 
con sus eternos antojos de abandono 
Donde la muerte -senos amarillos al viento- 
olvidaba mi nombre en su manuscrito sobre los bancos de la terminal 
Estación del no regreso para la memoria del viajante 
Calmos sean los mares para mi despertar 
mientras cante su pálida espuma 
el episodio en que se ama el ensueño de la víctima 
Tenga ligeros los pies y el alma sea alada 
para huir de lo que intentan arrebatarme el poema 
donde ya no hay diferencias entre un rostro y un vaso de agua
y galaxias de odio y misterio diseñan al roedor propicio para mis miembros 
Recuerdo los viejos burdeles del otoño 
donde mi estilo era el de los marinos y los desequilibrados 
donde supe que todo hombre es un extranjero 
un extraño en su propio lecho 
un extraño que se abate de canciones imbéciles en los deseos de la extraña 
Sea el que prefiere la pasión antes que el balbuceo de los días tranquilos 
Contenga mi alma el último pecado 
que el Señor no se atrevió a escribir sobre la roca 
y que no haya más dioses que los que encuentro en la taberna 
los que beben nuestro vino 
desean a nuestra mujer 
                 y nos miran a los ojos 


En Iguanas, Ediciones Grupo Cero, Buenos Aires, 1975 (pie de imprenta 8 de enero de 1976) / Tapa e ilustraciones de interior: José Luis Poy / Selección de poemas: José María Pallaoro / 
Jorge Alemán Lavigne (Buenos Aires, 30 de marzo de 1951) / Psicoanalista, escritor, poeta / Fotos y video: jmp / 

José María Pallaoro lee un poema de Jorge Alemán / 



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