Páginas

domingo, 17 de julio de 2022

SELVA DIPASQUALE En el cuaderno en blanco



II – Instantáneas 
(Selección) 

En el cuaderno en blanco 
sigo una raya que avanza sola. 
No sé a dónde se dirige 
el trazo cada vez más profundo. 
En la hendidura: 
tierra y alas de moscas 
a toda velocidad. 

*

Cabeza que se abre y despliega en cientos de dinosaurios de papel. A tono, un corta-huevos gigante filetea el cuerpo frágil. El papel silba. 

*

Dibujos desplegándose en papeles amarillentos. Una cadena de montañas oriental frente a la sonrisa sorprendida de la niña vestida de azul. Y, en otra hoja, tajos, en los que acompasadamente se hunden jirafas. 

*

Quiere salir del cuerpo sin viajar. Pero le pesa. Traza líneas de espuma. Está en el mar y no lo ve. El cuerpo cae como una cáscara transparente que se va oscureciendo. 

*

Estar sentada en una silla en medio de un charco fresco o enterrada en el fango puede parecer imperceptible para el movimiento del mundo. No es así cuando se toma conciencia de una voz que sin ubicación ni miramientos atraviesa a su paso todas las texturas corpóreas. Y, menos aún, esta mañana que una cabeza gigante bajó lentamente a mi patio con sus labios carnosos inquietando a los pájaros susurrando mi nombre.

*

No hay viento, pero las hojas del potus se extienden y agigantan en el aire. Se lanzan como cuchillas a través del tiempo. Un húmedo y pequeño corazón las propulsa. 

*

Cierro los ojos y veo un árbol dentro de mí. Tronco flexible, ramas danzantes. Mi cuerpo es una cáscara en el mar en busca de una música para el poema.

Burbujas de lluvia en lo blanco del ojo. El globo ocular pulsa y crece, crece. Se ve, sí, pero hacia dentro del cuerpo. Un paisaje de pinos húmedo. 

*

Acostada en el pasto observo el cielo. La tierra late, algo pulsa. Veo pasar cientos de cuerpos que son una réplica de mí. Estuvieron en incubadoras y se convirtieron en barro seco. Viajan en un tren de carga y se van deshaciendo en terrones. 

*

Se reflejan en mí las luces de la ciudad dormida. Me concentro en el ruido del parabrisas. Manejo, doblo. Puntos plateados se agigantan sin cegar. Es mi cuerpo lleno de timbres. 

*

Las hormigas avanzan carcomiendo la mesa, una hondonada de rulos verdes, falso pasto. Como si yo no estuviese aquí. 

*

Aquí afuera es pleno verano en una ciudad perdida en el mapa, pero mi cuerpo es una cáscara y dentro de mí se proyecta un paisaje de nieve: Flores azules, blancas y ramitas que se hunden en el agua helada y navegan lentamente. 

*

Capullos gigantes de algodón fibroso, los bajan a mi patio mecánicamente. La inercia oculta la tristeza.

*

Acostadas con mi hija en el pasto mirando el cielo, las hojas de los eucaliptus, las diferentes posiciones del sol sobre las hojas, el viento a una altura inabarcable y sentir que el corazón se sale, que está allá arriba, en cualquier lugar. No, no hay mejor descripción de la libertad. La lengua y el corazón en llamas.




En Agua turquesa / Ediciones A capela, Villa Los Aromos, Argentina, 2022, 1a edición / Libro digital, EPUB / 
Selva Dipasquale nació en la Provincia de Buenos Aires en 1968 / Vive y trabaja en la Ciudad de Buenos Aires / Poeta / Selección, fotos y video: jmp / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.- 


José María Pallaoro lee a Selva Dipasquale / 


No hay comentarios:

Publicar un comentario