Primera parte
(…)
.
y dijo lampiño:
“la vaca sufre con la teta a la intemperie.
quería ser una vaca sagrada de la india,
o una luna llena iluminando
un río,
derramando leche antes del rocío…
pero sueña su sueño fértil con los ojos abiertos
para verlo nacer, y está bien,
todos somos una vaca abandonada
y perdemos la leche,
todos somos una vaca
con ganas de ser otra cosa,
y nuestra propia teta llena
desolada
en medio del campo
mirando la luna con envidia”
.
decirlo desde el principio:
al final las guerras (las guerras familiares,
o las guerras de guerrilla)
de la casa hacen un templo
que pronto decide su expulsión
en consenso de espíritus:
lampiño queda fuera. y antes de irse promete
decir unas palabras, y va hasta el río
de las palabras lujosas,
a la orilla donde duerme, su amigo,
el cristiano layo,
a pescar algo menos vulgar que
lo que tiene a mano,
y qué pesca?
nada (con mala leche empieza)
todo sigue ahí, intacto,
en su cabeza, sin significado.
(…)
.
una ampolla tiene alas
un cardo seco tiene alas,
todo al final vuela, deja paso a la guerra
pero una mosca
es un ser interior
como el perro que chumba
pero la mosca zumba en su interior
ya profanado, de paso
en el camino hacia la escuela,
en una inmensidad desierta
el zumbido es la única música
los grillos
se callaron todos:
lampiño está hundido en el silencio
como una ampolla: el único zumbido.
Segunda parte
(…)
.
en un cementerio con flores artificiales: navegar
con los brazos y las piernas ortopédicas: navegar
con los dientes de leche: navegar
con el motor del nebulizador: navegar
en la cama: navegar
en charcos de la primera sangre: navegar
el sol como ilusión: navegar
en la corrupción de la herencia: navegar
(…)
.
¿Había árboles afuera, lampiño? No, había tierra
¿Había un pueblo?
No, había tierra
¿Había gente, y animales?
No, había tierra
desierta
bíblica
En Lampiño, Editorial Siesta, Buenos Aires, 2004 / Selección y fotos: jmp /
Martín Rodríguez (Buenos Aires, 8 de abril de 1978) /
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