PLAYA GIRÓN
Compañeros
poetas,
tomando
en cuenta los últimos sucesos
en
la poesía, quisiera preguntar
-me
urge-,
¿qué
tipo de adjetivos se deben usar
para
hacer el poema de un barco
sin
que se haga sentimental, fuera de la vanguardia
o
evidente panfleto
¿si
debo usar palabras como
flota
cubana de pesca y
“Playa
Girón”?
Compañeros
de música,
tomando
en cuenta esas politonales
y
audaces canciones, quisiera preguntar
-me
urge-,
¿qué
tipo de armonía se debe usar
para
hacer la canción de este barco
con
hombres de poca niñez, hombres y solamente
hombres
sobre cubierta,
hombres
negros y rojos y azules
los
hombres que pueblan el “Playa Girón”?
Compañeros
de historia,
tomando
en cuenta lo implacable
que
debe ser la verdad, quisiera preguntar
-me
urge tanto-,
¿qué
debiera decir, qué fronteras debo respetar
si
alguien roba comida
y
después da la vida, qué hacer?
¿Hasta
dónde debemos practicar las verdades?
¿Hasta
donde sabemos?
Que
escriban, pues, la historia, su historia
los
hombres del “Playa Girón”.
“Fue
la primera vez que jugué a hacer una canción panfletaria para desarticular esa
categoría, explicitando el proceso de elaboración. Estuve a punto de titularla
“Arte Poética”, pero le dejé “Playa Girón” en homenaje a aquellos pescadores
que libraban una batalla en cierto sentido tan crucial como la de Bahía de
Cochinos.” (Del blog personal de Silvio Rodríguez)
OJALÁ
Ojalá
que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá
se te acabe la mirada constante,
la palara precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá
que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá
que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya atrás de ti,
a
tu gobierno de difuntos y flores.
“Recuerdo
la mañana en que la estaba escribiendo, en el “Playa Girón”. Emilia fue la
llave de ingreso a aquella música y palabras vertiginosas. Era un momento
intenso, una conciencia plena de lo que estaba hallando. Andaba y desandaba los
dos metros y medio del camarote con la guitarra sobre el pecho, cantando
aquella aparición, chocando con todo, con la vista nublada. Entonces no
entendía aquellos sentimientos de fiera enjaulada. Al cabo de los años, viendo
la respuesta que Ojalá provoca en tantos públicos, me pregunto cómo aquella
mañana tan solitaria de alta mar pudo llegar hasta el futuro.” (Del blog
personal de Silvio Rodríguez)
EL PAPALOTE
Será
por tu vivienda
hecha de ruinas
y de misterios,
porque partías la roca
para ganarte
un
par de medios,
o por tus tirapiedras,
los más famosos de la loma,
de la mejor horqueta
de la guayaba,
y
duras gomas.
Será por todo eso
que mi memoria
se empina a ratos,
como tus papalotes,
los invencibles,
los más baratos;
y te levanta en peso,
Narciso el Mocho,
para ponerte
entre los elegidos:
los que no caben
en la muerte.
El papalote
cae,
cae, cae,
se va a bolina
la
imaginación
buena cuchilla lo picó
Una vez de tus manos
un “coronel”
salió
brillando:
Qué pájaro perfecto,
cuántos colores,
qué lindo canto.
Ninguno de nosotros
iba a volarlo, ya se sabía:
Era un encargo caro
del que mandaba,
del que tenía.
Llevabas en el puño
aquel dinero de la tristeza,
dinero de aguardiente,
del “Sol de Cuba”,
de la cerveza;
y te seguimos todos
a celebrarlo,
sucios y locos:
Para ti Carta Oro
y caramelos
para nosotros.
El papalote
cae,
cae, cae,
se va a bolina
la
imaginación:
Buena cuchilla lo picó.
La
gente te chiflaba
cuando
en la tarde
subías
borracho,
tú
contestabas piedras
y
maldiciones
a
tus muchachos
eras
el personaje
de
los trajines
de
tu pueblo:
Eras
para la gracia,
eras
un viejo,
eras
negro.
Una noche el respeto
bajó y te puso
bella corona:
Respeto de mortales
que, muerto, al fin
te hizo persona.
Pobre del que pensó
-Pobre de toda,
aquella gente-
que el día más importante
de tu existencia
fue el de tu muerte.
El papalote
cae,
cae, cae,
se
va a bolina
la
imaginación.
Buena cuchilla lo picó.
1972
“Le
guardo un especial cariño porque describe recuerdos de infancia en mi pueblo y
la vida de aquel hombre, que hacía papalotes y que al cabo de los años me hizo
comprender a la gente anónima que es importante para los niños. En realidad
trata de muchos temas; entre ellos hay un toque a la discriminación racial, sin
subrayarlo, que es parte de un viejo propósito que siempre tuve: hablar de
cosas cruciales como si fuera sin querer, sin ser didáctico, sesgadamente, como
la mayoría de las veces nos enseña la vida real.” (Del blog personal de Silvio
Rodríguez)
UNICORNIO
Mi
unicornio azul ayer se me perdió,
pastando lo dejé y desapareció.
Cualquier información bien la voy a pagar.
Las flores que dejó
no me han querido hablar.
Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
no sé si se me fue,
no sé si se extravió,
y yo no tengo más
que un unicornio azul.
Si alguien sabe de él,
le ruego información,
cien mil o un millón
yo pagaré.
Mi unicornio azul
se me ha perdido ayer,
se fue.
Mi unicornio y yo
hicimos amistad,
un poco con amor,
un poco con verdad.
Con su cuerno de añil
pescaba una canción,
saberla compartir
era su vocación.
Mi
unicornio azul
ayer se me perdió,
y puede parecer
acaso una obsesión,
pero no tengo más
que un unicornio azul.
Y
aunque tuviera dos
yo solo quiero aquél.
Cualquier información la pagaré.
Mi unicornio azul
se me ha perdido ayer,
se fue.
“Cuando
apareció la canción, el diario “El Mercurio”, de Chile, hizo una encuesta
preguntando qué era el unicornio para cada entrevistado. Isabel Parra me trajo
la página y leerla fue estremecedor. Cuánta razón había en cada una de las
interpretaciones: una señora hablaba de su esposo muerto, una niñita lloraba su
cachorro perdido... Creo que descubriendo todo aquello me di cuenta de lo que
había escrito. Con Unicornio sucedieron otras cosas extrañas: la escribí a
finales de 1980, o en enero del 81, no recuerdo. Lo que sí sé es que el disco
fue editado en el 82. Y resultó que el año siguiente, 1983, fue nombrado como
año mundial del unicornio por la UNESCO. Entonces comenzaron a aparecer libros,
almanaques, agendas, y hasta se hicieron peregrinaciones al museo de Los
Claustros, en New York, donde se encuentran los cincos famosos tapices de los
unicornios. Para colmo, unos pocos meses después, un ingeniero genético inglés
consiguió un cabrito con un solo cuerno en la frente. Todo eso fue, y sigue
siendo, un gran misterio para mí.” (Del blog personal de Silvio Rodríguez)
En
Silvio Rodríguez, Sala 2, número 1,
abril de 1994.
Silvio
Rodríguez Domínguez (San Antonio de los Baños, Cuba, 29 de noviembre de
1946). Autor de canciones, poeta popular. Fotos: jmp
Gloria eterna a Rodolfo Walsh
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