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lunes, 31 de agosto de 2020

HUGO MUJICA Donde la sed amanece playa




DOS MANIQUÍES

Mi madre y mi padre: dos maniquíes, uno de espuma volando en la playa, el otro de nieve cayendo sobre un libro de cuentos (de los dos de carbón la sombra). Los dos bajo la lluvia, la que me lavó de ellos, pero alto, donde la lluvia es todavía lago, alto, donde los niños no hacen pie.


PAISAJE URBANO

Sobre una rata muerta, en el fondo de la casa, va cayendo la nieve. Cae hasta cubrirla y sigue cayendo después.

Ya todo es blanco, como un puñado de pureza, en el jardín del fondo de la casa iluminada.


LEYES

Una rata se pudre ahogada dentro de un balde de agua; no lejos, un perro sigue atado desde la partida de su amo.

A veces ladra, otras corre la distancia de la soga que no alcanza para llegar hasta el balde. (Cada vez se queda más tiempo echado. Hasta que no se levanta. Hasta que muere. Más de sed que de hambre).

En el balde, donde sigue pudriéndose la rata, el agua no termina de secarse.


ATARDECER

La soledad de los árboles le descarnaba las espaldas. Después, imperceptiblemente, el peso solitario lo fue encorvando, hasta hacerlo caber en la vida.


VIDA ABAJO

A pie descalzo, sobre un cementerio de latas, tres niños empujan cuesta arriba un carro vacío. Dos por el costado, uno por detrás.

Lo empujan cuesta arriba
vida abajo.


*


ALBA

quieto,

como no moviéndose
para que la sangre no rebase
la boca

quieto,

como sintiendo un pájaro
herido
en la palma de la mano

sin cerrar la mano
sin abrir los ojos.

hay una fe que es absoluta:

                         una fe sin esperanza.


HAY PERROS QUE MUEREN DE
LA MUERTE DE SU AMO

hay perros
que mueren de la muerte de su amo

cuerpos que no hacen el amor,
hacen el miedo 

que no se agitan,
                     tiemblan. 

y hay hombres
en los que muere dios
como una gota de lacre
sobre el pecho
          de un torso de mármol,

son los que lloran cuando creen
estar hablando,
o gritan soñando, pero al alba
olvidan el grito
con que encendieron la noche. 

hay hombres en los que gime dios
por no encontrar un hombre
                   donde morir de carne.

pero no llora como quien lo hace
solo,
llora como quien llora abrazado a un niño.


LA MISMA NOCHE, UN SUEÑO

cada uno cava en uno
la casa del otro,

el imposible hogar
de todo exiliado.

cada uno sirve sobre su cuerpo
el banquete de la espera:

el pedazo del hambre
que  nos sobra,

la migaja
que ya no puede ser partida.

cada otro nos pide la palabra
que no tenemos

la que diga lo que dice
sin decir despedida

la esperanza de dar
lo que siempre hemos pedido.

unos y otros la misma noche,
cada noche
un mismo anhelo:

brindar chocando otra copa
sin que el cristal
se nos quiebre.


*


LO ABIERTO

Cae quieta la lluvia,
                 lo abierto mana.

Cae la lluvia, cae sobre
la espera,

en la caída la lluvia es su camino
                                 y el camino su llegada.

Hay que osar lo abierto y la caída:
                                      el desierto de la sed
                                                         no la sed del desierto.


EN PLENA NOCHE

También en plena noche
la nieve
se derrite blanca

y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.

Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,

la que nos expande
                             las pupilas.

Lo que busca con su bastón
                         el ciego es la luz, no el camino.  


SED ADENTRO

La boca abierta bajo la lluvia
                                  y el agua buceando el alma.

Sed adentro
hasta donde el mar se seca noche,
                                       hasta donde la sed amanece playa.






En cuarentena, hice esta selección de poemas de Hugo Mujica de los libros que tengo en mi biblioteca de City Bell: Paraíso vacío (Editorial Troquel, Buenos Aires, Argentina, 1992), Para albergar una ausencia (Pre-Textos, Valencia, España, 1995), Sed adentro (Pre-Textos, Valencia, España, 2001)
Hugo Mujica (Avellaneda, Buenos Aires, 30 de agosto de 1942), sacerdote, ensayista, poeta

viernes, 28 de agosto de 2020

MANUEL SCORZA Contra el viento el poeta nada puede





LA CASA VACÍA

Voy a la casa donde no viviremos
a mirar los muros que no se levantarán.

Paseo las estancias
y abro las ventanas
para que entre el Tiempo de Ayer envejecido.

¡Si vieras!
Entre las buganvillas
cansadamente juegan
los hijos que jamás tendremos.

Yo los miro. Ellos me miran.
Mi corazón humea.
Éste es el sitio
donde mi corazón humea.

Y a esta hora,
en el balcón, callada,
yo sé que tú también te mueres
y piensas en mí hasta ensangrentarte,
Yo también pienso en ti.

Óyeme donde estés:
por esta herida no sale sólo sangre:
me salgo yo.


SERENATA

Íbamos a vivir toda la vida juntos.
Íbamos a morir toda la muerte juntos.
Adiós.

No sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,
vivir entre otras gentes,
reírse de otras cosas,
morirse de otras penas.
Adiós es separarse, ¿entiendes?, separarse,
olvidando, como traje inútil, la juventud.

¡Íbamos a hacer tantas cosas juntos!
Ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.

La lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está bien: adiós.
Contra el viento el poeta nada puede.

A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre tu sueño. 








Selección de jmp
En Poesía incompleta, Universidad Nacional Autónoma de México, primera edición, 1976
Manuel Scorza  (Lima, Perú,  9 de septiembre de 1928 - Madrid, España, 27 de noviembre de 1983)

miércoles, 19 de agosto de 2020

FEDERICO GARCÍA LORCA Agitaba las rosas con un largo dolor blanco





FÁBULA Y RUEDA DE LOS TRES AMIGOS

Enrique,
Emilio,
Lorenzo,

Estaban los tres helados:
Enrique por el mundo de las camas;
Emilio por el mundo de los ojos y las heridas de las manos,
Lorenzo por el mundo de las universidades sin tejados.

Lorenzo,
Emilio,
Enrique.

Estaban los tres quemados:
Lorenzo por el mundo de las hojas y las bolas de billar;
Emilio por el mundo de la sangre y los alfileres blancos,
Enrique por el mundo de los muertos y los periódicos abandonados.

Lorenzo,
Emilio,
Enrique.

Estaban los tres enterrados:
Lorenzo en un seno de Flora;
Emilio en la, yerta ginebra que se olvida en el vaso,
Enrique en la hormiga, en el mar y en los ojos vacíos de los pájaros.

Lorenzo,
Emilio,
Enrique.

Fueron los tres en mis manos
tres montañas chinas,
tres sombras de caballo,
tres paisajes de nieve y una cabaña de azucenas
por los palomares donde la luna se pone plana bajo el gallo.

Uno
y uno
y uno.

Estaban los tres momificados.
Con las moscas del invierno,
con los tinteros que orina el perro y desprecia el vilano,
con la brisa que hiela el corazón de todas las madres,
por los blancos derribos de Júpiter donde meriendan muerte los borrachos.

Tres
y dos
y uno.

Los vi perderse llorando y cantando
por un huevo de gallina,
por la noche que enseñaba su esqueleto de tabaco,
por mi dolor lleno de rostros y punzantes esquirlas de luna,
por mi alegría de ruedas dentadas y látigos,
por mi pecho turbado por las palomas,
por mi muerte desierta con un solo paseante equivocado.

Yo había matado la quinta luna
y bebían agua por las fuentes los abanicos y los aplausos.
Tibia leche encerrada de las recién paridas
agitaba las rosas con un largo dolor blanco.

Enrique,
Emilio,
Lorenzo.

Diana es dura,
pero a veces tiene los pechos nublados.
Puede la piedra blanca latir en la sangre del ciervo
y el ciervo puede soñar por los ojos de un caballo.

Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.
Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba,
y que el mar recordó ¡de pronto!
los nombres de todos sus ahogados.


VALS EN LAS RAMAS

Homenaje a Vicente Aleixandre
por su poema “El vals”

Cayó una hoja
y dos
y tres.
Por la luna nadaba un pez.
El agua duerme una hora
y el mar blanco duerme cien.
La dama
estaba muerta en la rama.
La monja
cantaba dentro de la toronja.
La niña
iba por el pino a la piña.
Y el pino
buscaba la plumilla del trino.
Pero el ruiseñor
lloraba sus heridas alrededor.
Y yo también
porque cayó una hoja
y dos
y tres.
Y una cabeza de cristal
y un violín de papel
y la nieve podría con el mundo
una a una
dos a dos
y tres a tres.
¡Oh, duro marfil de carnes invisibles!
¡Oh, golfo sin hormigas del amanecer!
Con el muuu de las ramas,
con el ay de las damas,
con el croo de las ranas,
y el geo amarillo de la miel.
Llegará un torso de sombra
coronado de laurel.
Será el cielo para el viento
duro como una pared
y las ramas desgajadas
se irán bailando con él.
Una a una
alrededor de la luna,
dos a dos
alrededor del sol.
y tres a tres
para que los marfiles se duerman bien.



 

“Los poemas de este libro están escritos en la ciudad de Nueva York el año 1929 – 1930, en que el poeta vivió como estudiante en Columbia University.” F.G.L
En Poeta en Nueva York (1929-1930), poemas cotejados de dos ediciones. Bruguera, Barcelona, España, 1982 y RBA Editores, Barcelona, 1998. El primer poema se mantuvo inédito en vida del poeta.
Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, pueblo cercano a Granada, 5 de junio de 1898 – Fusilado y enterrado en una fosa común posiblemente en el paraje de Fuente Grande, municipio de Alfacar, provincia de Granada, el 18 de agosto de 1936) / Fotos: jmp

domingo, 16 de agosto de 2020

OCTAVIO PAZ No escribe a nadie, a nadie llama





ARCOS

A Silvina Ocampo

¿Quién canta en las orillas del papel?
Inclinado, de pechos sobre el río
de imágenes, me veo, lento y solo,
de mí mismo alejarme: oh letras puras,
constelación de signos, incisiones
en la carne del tiempo, ¡oh escritura,
raya en el agua!

                           Voy entre verdores
enlazados, voy entre transparencias,
entre islas avanzo por el río,
por el río feliz que se desliza
y no transcurre, liso pensamiento.
Me alejo de mí mismo, me detengo
sin detenerme en una orilla y sigo,
río abajo, entre arcos de enlazadas
imágenes, el río pensativo.

Sigo, me espero allá, voy a mi encuentro,
río feliz que enlaza y desenlaza
un momento de sol entre dos álamos,
en la pulida piedra se demora,
y se desprende de sí mismo y sigue,
río abajo, al encuentro de sí mismo.

1947


EL CUCHILLO

El cuchillo es un pájaro de yelo.
Cae, puro, y el aire se congela
como en silencio el grito se congela,
al filo de un cabello se adelgaza
la sangre suspendida y el instante
en dos miradas lívidas se abre...
Mundo deshabitado, cielo frío
donde un cometa gris silva y se pierde.


LA RAMA

Canta en la punta del pino
un pájaro detenido,
trémulo, sobre su trino.

Se yergue, flecha, en la rama,
se desvanece entre alas
y en música se derrama.

El pájaro es una astilla
que canta y se quema viva
en una nota amarilla.

Alzo los ojos: no hay nada.
Silencio sobre la rama,
sobre la rama quebrada.


EPITAFIO PARA UN POETA

Quiso cantar, cantar
para olvidar
su vida verdadera de mentiras
y recordar
su mentirosa vida de verdades.


ESCRITURA

Cuando sobre el papel la pluma escribe,
a cualquier hora solitaria,
¿quién la guía?
¿A quién escribe el que escribe por mí,
orilla hecha de labios y de sueño,
quieta colina, golfo,
hombro para olvidar al mundo para siempre?

Alguien escribe en mí, mueve mi mano,
escoge una palabra, se detiene,
duda entre el mar azul y el monte verde.
Con un ardor helado
contempla lo que escribo.
Todo lo quema, fuego justiciero.
Pero este juez también es víctima
y al condenarme se condena:
no escribe a nadie, a nadie llama,
a sí mismo se escribe, en sí se olvida,
y se rescata, y vuelve a ser yo mismo


CUERPO A LA VISTA

Y las sombras se abrieron otra vez y mostraron un cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales, prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la luna que asciende a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.

Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minuto después son los ojos húmedos del perro.

Siempre hay abejas en tu pelo.

Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como la espalda del río a la luz del incendio.

Aguas dormidas golpean día y noche tu cintura de arcilla
y en tus costas, inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca y su largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.

Las uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del verano.

Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección y el día dela vida perdurable).

Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.


 
A Lou que hace muchos años me regaló el libro y más
En Libertad bajo palabra (Obra poética, 1935 – 1957), Fondo de Cultura Económica, México, 1985
Octavio Paz (México, 21 de marzo de 1914 – 19 de abril de 1998) / Fotos: jmp

viernes, 14 de agosto de 2020

ALBERTO SILVA Siempre hay oriente y hay occidente






“Preguntado que de dónde era, respondía:
Cosmopolita”

siempre hay oriente y hay occidente
siempre hay un griego, siempre hay un persa
siempre franceses y siempre belgas
hay los gallegos, los portugueses
siempre habrá chinos y taiwaneses
y japoneses frente a coreanos
los madrileños, los catalanes
yanquis en contras de los cubanos
los de Maiami? ¡los de La Habana
y están los cuicos y ecuatorianos
los argentiñas y los chilotes
y los brasucos y los paraguas

siempre un adentro, siempre un afuera
siempre luchando (las posiciones
hay que ganarlas con el truquito
del país bueno y de los malditos,
haciendo guerras a tantos malos
chibchas, chechenos, vascos, chipriotas y mohicanos

juego de muerte
juego en que alguien
se queda dentro y
deja a los otros como quien dice
a la intemperie

siempre dos polos
que se combaten
de forma pública o impalpable. Yo me pregunto
¿por qué esa lucha
como si alguno pudiera o pudiese convertir
o erradicar o deglutir o suplantar al otro
como si a los árabes pudiera aplastarlos
un occidente incapaz de reposar
en sus sábanas blancas
racistas
letradas
satánicas
bíblicas

ya vemos que se exhiben dos principios
nada contradictorios:
tan sólo heterogéneos (no sucesivos:
tan sólo discontinuos

revelan y modulan
las manifestaciones significativas de lo humano:
agonistas
que son los llamados humanos
nítidos en su individualidad y a un tiempo
inasimilables
a todo elenco troupe o compañía   global




 
En Perros calientes, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2008
Alberto Silva (Buenos Aires, Argentina, 1943) / Fotos: jmp