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viernes, 24 de abril de 2020

ALDO LUIS NOVELLI Hace tiempo que no escribo




Rock del desierto

EL REPULGUE ES EL POEMA DEL EMPANADERO

me senté en una mesa en la vereda
pedí cuatro empanadas
dos de vaca salvaje
y dos de roquefort
y un cuarto de tinto.
el flaco que atiende me dice:
'como anda poeta?'
con aire socarrón.
se acercan dos hombres con traje
empleados de banco seguramente
—poeta/ va a tener que ceder la mesa
ellos tienen saco y zapatos.
—compartimos si quieren
el flaco ríe/ ellos sonríen
y entran al local.
en la mesa de al lado
dos mujeres/ madre e hija
la madre me escudriña con la mirada
parece que le desagradan los poetas.
más allá una mesa con siete gitanos
hablan un argentino cerrado y difícil
gritan y ríen a viva voz/
vienen del hospital
están acompañando a su madrina.
'a estos no les interesa
un carajo la vieja
están al pie de la cama
porque si se va (hace un gesto de muerte)
ahí mismo arreglan la herencia'
dice el muchacho que atiende/ hijo del dueño.
una paloma confianzuda se acerca
a buscar bordes de empanadas.
por la vereda pasa una muchacha
baja la vista/ apura el paso
se siente cohibida ante el grupo gritón.
saco la libreta y escribo
'la calle es un hervidero de gestos humanos'
y muerdo una empanada.
parece una buena frase
para empezar un poema.


LAS VIÑAS

y desde aquí se ve el pueblo
la línea de tamariscos al fondo
las dunas movedizas de la costa
y el prodigioso mar hasta el horizonte

éste es un buen lugar hijo
aquí plantarás tu casa
y engendrarás tus hijos
nada podrá dañarlos
el mundo queda más allá
donde la mirada no llega
y sus manos sucias no te tocarán

luego bajaron el monte juntos
hablando de la tierra de las viñas
de las uvas rojas maduras por el sol.

y siguieron hablando por años
por el camino que llevaba a la casa
en la cima del monte
hasta que el viejo murió.

y aún así siguieron hablando
de los nuevos retoños brillando al sol
junto a los hijos del joven labriego
y los nuevos hijos de los hijos
y los hijos de los hijos de la tierra.


SOMOS HIJOS BASTARDOS DEL VIENTO

este sur es viento
puro viento soplando
desde los quintos infiernos
o desde el séptimo cielo
y te abraza de pies a cabeza/
mensajero del más allá
trae los gritos de los torturados
el olor nauseabundo de los sicarios
para que nos pongamos en guardia/
y otras veces trae
ojos iluminados de asombro
pájaros y dragones gritando libertades
el polen de flores silvestres
germinando en el asfalto caliente
de ésta "ciudad de tristes corazones"
y el aroma dulce
del cuerpo desnudo de ella.

allí viene ese culiao otra vez
a desordenar estos papeles
para que escriba sin esmero
este poema que se llevará el viento.


LA PALABRA

hace tiempo que no escribo
sobre el cuerpo desnudo de una mujer
como si fuera un remanso de agua dulce
o una luna atrapada en los fondos del baldío.

será que a esta altura
me copio a mí mismo?.

quiero liberarme de las formas
de los arquetipos del tropos uranus
pero hay un ejército a las puertas de mi ciudad
ciudad de viento
sitiada por las huestes de la realidad
que me obligan a regresar
al seno materno
a las tensiones familiares.

sueño un sueño que no existe
caballos de guerra bufan en mis ojos
hembras descomunales se desnudan
y floto en un espacio calmo
en un tiempo que no existe.

existirá mañana
este sueño hecho luz de realidad?

la realidad es un hecho inapresable
es un acto de la mirada
el árbol de la ventana
reverdece en septiembre
ese árbol esa ventana son la realidad?
esperar y saborear sus frutos jugosos
en la misma rama donde colgaron a un hombre
donde un pequeño pájaro rompió la cáscara de un huevo.

todo sucede a cierta distancia
el vaso que toma mi mano
la mujer que abre sus piernas

el líquido que discurre por mi interior
la leche que derramo en otro cuerpo.

y la palabra?
es real la palabra?
es más real que la cosa que intenta nombrar?.

la palabra
esa otra distancia
un sueño que busca al otro.

la palabra otro espejo
más espejo que la superficie pulida
que me refleja
que la palabra repetida que me nombra
la palabra que sabe de mí
no me conoce.

la palabra nonata
me vislumbra
busca una forma desconocida
un sueño nuevo
para reflejarme
en un sueño que no existe.


*

Retrato de los días de lluvia

DISTANTE

hay un momento en que todo se ve distante,
en realidad es ella la que está lejos, cerca de
mi cuerpo pero distante, es que ella representa
ese todo, pienso. la miro hacer cosas, ahora está
lavando las tazas de café, 'dejame hacerlo a mí',
le digo. 'no, está bien', me mira y sonríe. esa sonrisa es diferente,
algo hay en ella que le quita la plenitud de otras veces.
me quedo pensando...ella, yo, ¿qué es? ¿qué fue?,
no sé, ¿no lo sé?... lo siento en el cuerpo,
aunque otros digan que en realidad es el alma.
maldigo en silencio la situación, y dudo también de eso, 
no sé si maldecir eso que no reconozco,
o esta puta sensibilidad que no me deja en paz.


LE PETITE MORT

         llovió todo el día. una gotera en el techo se deslizó por la pared y formó una imagen de mujer. hace horas que la observo. es ella, tiene sus senos de agua mansa, sus caderas de fuego.

la lluvia era nuestro secreto amoroso, primero corríamos por la calle hasta empaparnos, luego regresábamos, nos desnudábamos y hacíamos rebullir el agua de nuestros cuerpos. después nos quedábamos viendo por la ventana los pinos lanzando agujas al cielo, hasta que caía algún cupido moribundo en medio del jardín.

ahora se desprende de la pared y viene hacia mí brumosa y sonriente y mis ojos llueven como aquellos días de dulce vendaval.


EL MIMO

         Me detuve maravillado en medio de la vía, cuando lo vi hacer gestos con las manos y mover los labios sin emitir sonido alguno.
Desde chico que me gustan los mimos, la paradoja que representa para un escritor esa ausencia de lenguaje, y aún así me emociona hasta las lágrimas.
Aunque no lo comprendía, estaba maravillado con su arte.
Hasta que finalmente comprendí su exacerbado histrionismo, fatalmente lo comprendí.


EL FINAL

         El tipo corrió y corrió sin detenerse, atravesó valles y sierras, lagos y mares, campos y ciudades y siguió corriendo, cruzó espacios desconocidos, asteroides y planetas, soles rojos y estrellas ilusorias, hasta detenerse en el borde.

         Miró hacia atrás, y extasiado observó el prodigioso infinito, giró la cabeza, por delante, el pasmoso abismo de la nada absoluta.
Sintió que era el final.

         Cerró el viejo cuaderno, apagó el velador, se levantó de la silla y se fue a dormir.




 
            En Rock del desierto, Ediciones De La Grieta, San Martín de los Andes, Neuquén, 2016; en Retrato de los días de lluvia, la cebolla de vidrio / La mano en la sed, Neuquén, 2017
            Aldo Luis Novelli (Nació en la ciudad de Neuquén, Argentina, en 1957). Poeta, cuentista, ensayista.      Coordina talleres de poesía y ejerce la crítica literaria
            Correo-e: novellister@gmail.com 
            Selección y foto: Jmp

viernes, 10 de abril de 2020

JOSÉ KOZER Tres poemas inéditos



ÚLTIMA VOLUNTAD

Encerrados a causa de la nevada, un metro y medio de
         altura la nieve acumulada
         a la entrada, demasiada
         blancura para la mirada
         de quien se asoma a la
         ventana, la casa abastecida,
         no falta nada, fandango del
         Padre Soler en el tocadiscos,
         interpreta l’Arpeggiata, la
         nevera llena, despensa
         repleta, encerrados
         porque en realidad lo
         preferimos a salir, saludar,
         conversar tres minutos
         sobre el cambio climático,
         el desastre político del
         mundo actual, mostrar
         el par de abarcas nuevas
         hechas a mano, mis
         manos (cuando imagino
         ser Tolstoi) que estrenamos
         esta mañana, Guadalupe
         borda una bufanda carmelita
         que llega al suelo, es más
         larga que la negra cabellera
         de la azafata Shikibu de la
         Emperatriz, a sus pies (de
         Guadalupe, no haya
         confusión) coloco tres
         de mis devociones, el
         Sutra del Corazón, Coplas
         de Manrique y en la Biblia
         cuando le anuncian a
         David la muerte de
         Absalón.

No hará ni una hora en otra orilla por igual lejana
         hablábamos de la falta
         general de alegría de
         la época actual.

Y para paliar la circunstancia le pido prepare mañana
         una sopa fría de tomate
         me da el visto bueno
         zapatetas con qué
         poco me contento
         sonreímos cuarenta
         años que almuerzo
         enfrente de Guadalupe
         a la mesa, cosa, celebro
         de antemano la sopa de
         mañana.

Son los días, es la Muerte, la política indecente, el
         silencio en todos los
         cuartos, interior de
         los muebles, agua
         que corre de los
         caños a la bañadera,
         el lavabo, fregadero,
         silencio de los
         instrumentos
         musicales, tiorbas,
         albogues, guayos,
         silencio de los tordos,
         el amarillo silencio de
         las oropéndolas que
         no volvieron, a la
         tercera primavera se
         esfumaron, ni estela
         amarillenta dejaron,
         pica, pica, pájaro
         carpintero, abre en
         el sicomoro al doblar
         de la cuadra, en la
         alta montaña, tu nido:
         pronto deshabitado,
         ella o yo, al otro barrio,
         Señor, retrásalo, al
         menos estar con
         Guadalupe mañana
         compartiendo una
         espesa punzó fría
         sopa de tomate
         antes del mameyazo.
         Es

el
amor
agramatical,
carece
de
dimensión,
tiene
la
duración
de
una
nevada,
un
mes
pasa
como
pasa
el
crascitar
de
una
chova,
derretirse
la
última
nevada
de
aquel
último
invierno,
antes
de:

y abrimos la puerta, salimos al campo a ver nacer
         los primeros crocos
         de la nueva estación,
         blancos, morados,
         amarillos, brotan
         bajo una hilera de
         sanguiñuelos en flor,
         nos inclinamos a rozar
         sus pétalos, formas
         (semejan al tulipán)
         día primero de una
         última primavera,
         Cantata de Bach
         (Erbarme dich) el
         Sutra, Shariputra (no
         equivocar el nombre
         del bodhisatva) rematar
         el día con una voz
         (retumbe por bosques
         en lo alto, bajo Dios,
         cumbres de nieves
         perpetuas) Guadalupe
         cantando (“triste estaba
         el rey David por la
         muerte de

Absalón”).


DE SENECTUD

Sojuzgado, dada su edad, madruga, camina por la casa,
         la contera del bastón
         (regatón) pega contra
         las tablas del suelo,
         suenan a hueco,
         procura andar en
         línea recta, seguir 
         las curvas, girar a 
         los cuartos, orinar:
         las últimas gotas
         que caen le
         empercuden de
         amarillo ah el
         oloroso amarillo
         del orine, los
         calzoncillos: procura
         de nuevo el sueño,
         se le dispara la
         mente, se queda
         a la espera del
         llamado, algo
         histérico, del reloj
         despertador: las
         cinco.

¿Y lo que viene? Un aire seco en la nariz, de la laringe
         a la faringe gargajeras,
         úvula espesa (estrecha)
         carrasperas, le sube
         del estómago un mal
         sabor de boca,
         comienzan los
         achaques del día,
         pies doloridos, un
         furúnculo en la tetilla
         izquierda, acné
         rosácea a sus años
         por Dios suéltalo ya.
         Y no le vuelvan a
         cantar las mañanitas.

Llegó el cordero dónde está la madre comienza
         el día la tierra está
         que arde: cruzar el
         corredor, no tropezar,
         zaguán, puerta, golpe
         seco sin eco en la
         nariz apenas entra
         aire se siente
         hortelano cuando
         arrranca dos tomates
         escuchimizados de
         su huerta: pronto,
         piensa, le saldrá
         hierba por las orejas,
         y el cordero balará
         por sus orificios
         resurrección
         (Resurrección).

Viernes, el patio del colegio, las banderas ondeando,
         la estrella solitaria, el
         monograma sepia,
         discursos patrios, la
         mano derecha al
         pecho, voces y gallos
         (“que morir por la patria
         es vivir”): ejemplar, en
         verdad ejemplar, morir:
         vivo sin vivir en mí/y
         muero porque no
         muero.” Ejemplar:
         Patria o Muerte, etc.
         Llegar al lunes, exento,
         día indoloro, bale cuanto
         quiera el cordero que él
         no come carne como el
         aborigen de su país
         (amarillo con puerco):
         día feliz. Sol tropical
         de enero le roza diez
         de la mañana la cara
         rasurada, recogió un
         pepino, dos tomates,
         zanahoria, calabacín,
         tiene un botellín de
         aceite de oliva
         arbequina, la casa
         huele a almazaras,
         brilla la alcuza en la
         mesa, adentro el sol
         reverbera frutado, y
         suave, en un plato
         unas picudillas, dos
         sardinas cubiertas
         de sal gruesa, un
         toque de orujo y
         sentarse (de paso
         saludar la bandera
         del colegio del año
         de su graduación,
         medalla de honor)
         a esperar.


HOMENAJE A CHUANG TZU

¿Cuánto

llevo en la terraza viendo crecer la flor de una alcachofa
         en una tinaja de barro
         cocido (regalada)?

La pregunta implica al tiempo implícito en todo, el regalo
         recibido cuándo de
         qué mano o voluntad
         es parte explícita de
         los enredos del tiempo,
         y yo (¿yo?) sembrar
         por mano propia una
         alcachofa (lo cual
         nunca se me ocurriría)
         que ha empezado a
         florecer.

Tonto no soy ni se me llama a engaño así como así: en
         Tenerife pasé en casa
         de un amigo hoy
         fallecido una semana
         riendo criticando a
         medio mundo, poetas
         vivos de nuestro
         desagrado, uno a
         uno los siquitrillamos,
         al gordo que escribía
         de focas roncando al
         sol, entre otros,
         cogíamos un poema
         y lo hacíamos mixto
         paso a paso, había
         en efecto una tinaja
         sobre una mesa
         blanca de hierro
         con una superficie
         de cristal donde
         crecía la flor de una
         alcachofa, pasamos
         más de una hora
         viéndola crecer,
         alucinábamos:
         aumentaba la flor
         de tamaño cada
         diez minutos,
         monstruosa flor
         morada, llegamos
         a creer que era
         planta carnívora,
         nos iba a devorar.
         Y Juan Pedro y yo,
         moscones irresolutos
         (embobados) iríamos
         a caer atrapados en
         la mata atrapamoscas:
         seríamos triturados
         desapareciendo como
         desaparece todo en
         las fauces del tiempo,
         o visto de otro modo,
         sería un accidente. O
         para ser más
         verdaderos desde la
         una de la tarde
         estaríamos
         amarihuanados.

Con permiso de Chuang Tzu (reverencias, tres)
         (palmadas, dos) ¿habrá
         ocurrido hoy o ayer, largo
         ayer, o habrá sido hace
         treinta años? Crece la
         alcachofa, yo decrezco.
         No recuerdo a ciencia
         cierta si la flor de la
         alcachofa es morada
         o si (cosas del lenguaje)
         soy yo poniéndome
         morado ingiriendo
         cuatro huevos duros,
         una docena de
         alcachofas hoja a hoja
         chupando hasta alcanzar
         el cogollo que devoro
         (¿seré mosca?) para 
         no ser yo el

devorado.


José Kozer (La Habana, Cuba, 28 de marzo de 1940) Foto: Jmp, Cuarentena