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viernes, 25 de octubre de 2019

JOSÉ EMILIO TALLARICO Antes de que el sol estallara en la casa





NAVIDAD DE CHUANG TZU

“Cuando Chuang Tzu soñó que era una mariposa
en Chuang Tzu se trocó la mariposa misma...”
(de “El soñador soñado”, Li Po)

El sol estalla en la casa.
Vertical lirismo azul
acrisolado por el fuego
de una ventana
conmemorando
el jubiloso diciembre
que tuvo que haber sido.
Anoche
se tornaron ásperas
las estampas,
y mientras el mundo festejaba
su alcoholizado misterio,
alguien,
menos alcoholizado que despierto
lloraba la armonía de aquel cielo
frente a una mariposa.
Y tuvo que haber sido como tal
para que esta mañana
-antes de que el sol estallara en la casa-
lo vieran sobrevolando canciones
y abrazando a una flor.


MODERNIDAD

De una cuba extraña nace un niño.
Bajo otro sol se tecnifica un crimen.
Entre ambos puntos
tiempo y volumen tienden a complacerse
y Heráclito sonríe ante las formas
que el devenir asiste.

Nuevas manos culpables distribuyen su afán.


HUELLAS DE CAZADOR

Tosca mitad del mundo,
ciudad despierta, fantasía,
rumor, regreso de los hombres,
ilusión donde se llagan las miradas,
pared, pared contra pared,
desvelo sobornado,
selva preciosa, latitud en pie,
tierra que se resigna a no morir
aunque ceda la sangre,
fronda encendida por configurar
el drama inconsistente de la muerte.


LA LUZ DE LOS PÁJAROS

El barrio extiende una quietud solar.
Una hora sin metales que rivalicen con los pájaros,
una hora sin figuraciones que admitir,
cuando el error ocupa un lugar vago y transitorio
en la fábula intacta del deseo:
no hay pasos, no hay hambre posible
que se ofrezcan para soñar un rumbo.
Porfiado, el pensamiento escribe humillación
y da otra vuelta en lo que vive.
¿Con qué audacia podría uno reclamar
un excedente de presencia?
Escucho.
Sólo vive la luz de los pájaros
y se descuelga ahora sigilosa de aspiración y bienvenida.


EL LOCO Y LA HAMACA

Uno hace como que no mira al loco,
el loco, por instantes, simula mirar.
Sobre ese acuerdo imaginario,
hamaca y loco trazan un balanceo victorioso,
enorme, contra el vacío de la tarde.
(Si bien había ojos, ojos
que rondaban la emoción de vivir,
también la imagen que los dispersaba
rehusaba diluirse en movimientos.)
Es entonces cuando el loco ríe
casi al ritmo de su cosmogonía solitaria.
Y resopla en el viento su belleza,
sus harapos contra el vacío de la tarde.


EL HUMO

El humo no es perspectiva
ante la lluvia.
Su opuesta dilución
le exige leves y rápidos olvidos en el aire.
Y este sueño indirecto de las casas
a través del vidrio
parece desplegar una aventura
más tortuosa que tus ganas de ver.
¿Toulouse hubiera dialogado así
con la mañana?

 

EL GRAFFITI

Chorreante,
rústica insolencia de amores.
Plebeya es la pared
del callejón que atraviesa la noche.
(Los muchachos publican
su feroz discusión con la muerte.)


LOS MOTIVOS DEL GORDO

Después de hablar de dietas,
de ensaladas vidriosas e inclementes,
de menudos sesudamente fileteados,
dijo el Dietólogo a sus gordos:
-“No lo olviden, hagan el amor, y mucho”.
Claro, faltaba aquel antiguo postre,
mi fantasía de un Catulo grueso y ruin,
incapaz de contar
cuántos fueron los besos
que quemó en tu boca, Lesbia,
obsesionado en calorías.


AUTOMOVILISTA

Aquel señor apura su automóvil.
Liso, brillante,
su copiloto es un skyte de pibe;
atrás, plegado, lleva un sillón de ruedas.
-Jefe: ¿se sabe centro metafórico del viaje?
No. Un chirrido infernal y un raro esquive
le otorgan lejanía.
Allí va nuestro Edipo mejorado,
dejándonos el aguijón de inventar cárceles,
perros, testigos, su cuna y su tumba.


VARIACIÓN SOBRE EL TIEMPO

Ningún paraíso podría resistir
el paso del tiempo.
Ninguna música.
No sólo los bichos cansan,
también los milagros.
Esta sencilla variación de mi vida
que supone alcanzar algo legible
en las líneas trazadas sobre un colectivo en marcha,
me cansará muy pronto, obvio.
Pero ha subido un símil
de “La paseante” de Charles Baudelaire
-la de piernas marmóreas-,
y yo lo escribo aquí porque ella es tal como la imaginé
cuando leía ese poema.
El Poeta fue capaz de amarla
como yo a lo blanco o a la delicadeza de un rostro,
o a esa distancia lírica que media
entre un perfume y su derroche.
Ella lo sabe, no parece cansarla esta mirada.
Y yo también lo sé.
De un modo parecido –escribo- se construyó la eternidad.



En Selección de poemas (1982 – 2002). Fotos: “Láminas”, jmp
José Emilio Tallarico (Buenos Aires, 7 de mayo de 1950 - 24 de octubre de 2019)

sábado, 19 de octubre de 2019

GIORGIO AGAMBEN La felicidad del paraíso

Desear


DESEAR

No hay nada más simple y humano que desear. ¿Por qué, entonces, precisamente nuestros deseos nos resultan inconfesables? ¿Por qué nos es tan difícil volcarlos en palabras? Tan difícil que terminamos por tenerlos escondidos; construimos para ellos, en alguna parte de nosotros, una cripta donde permanecen embalsamados, en espera.

No podemos volcar en el lenguaje nuestros deseos porque los hemos imaginado. La cripta contiene en realidad solamente imágenes, como un libro de figuritas para chicos que no saben todavía leer, como las images d'Epinal de un pueblo analfabeto. El cuerpo de los deseos es una imagen. Y lo que es inconfesable en el deseo es la imagen que nos hemos hecho.

Comunicarle a alguien los propios  deseos sin las imágenes es brutal. Comunicar las propias imágenes sin los deseos es fastidioso (como contar los sueños o los viajes). Pero fácil, en ambos casos. Comunicar los deseos imaginados y las imágenes deseadas es la tarea más ardua. Por eso la postergamos. Hasta el momento en que comenzamos a entender que permanecerá aplazada para siempre. Y que ese deseo inconfesado somos nosotros mismos, para siempre prisioneros en la cripta.

El mesías viene por nuestros deseos. Él los separa de las imágenes para cumplirlos. 0, sobre todo, para mostrarlos ya realizados. Aquello que hemos imaginado, lo hemos obtenido ya. Permanecen -sin ser realizadas- las imágenes de lo cumplido. Con los deseos cumplidos, él construye el infierno; con las imágenes no realizadas, el limbo. Y con el deseo imaginado, con la pura palabra, la felicidad del paraíso.


En Profanaciones. Traducción de Flavia Costa y Edgardo Castro, Adriana Hidalgo editora, 2005
Foto: jmp
Giorgio Agamben (Roma, Italia, 22 de abril de 1942)

sábado, 12 de octubre de 2019

ANTONIO REQUENI La mentira de mis versos




PALABRAS CRUZADAS

Dos palabras se encuentran y se cruzan
pero, es irremediable, cada una
sólo dice lo suyo. Sin embargo,
hay una letra en que las dos coinciden;
una letra las une para siempre
en esa eternidad cuadriculada
de noches y de días.
¿La cantidad de sílabas? –No importa.
¿Horizontal o vertical? –Tampoco.
Quiero sólo una letra
que me ayude a encontrarte, a vibrar juntos.
Se lo pido a mi Dios: el Diccionario.


GERIÁTRICO

Todo está en orden:
las paredes asépticas,
el puntual almanaque,
los exactos latidos del reloj.
Una mujer de blanco les sonríe
mientras ellos deambulan
entre escarchadas toses y jadeos
o miran desfilar mundos extraños
en la pantalla del televisor.
Uno hace un solitario con los naipes.
Otro, con un pañuelo, frota el vidrio
de sus anteojos, lento, ensimismado.
Alguno se dirige
hacia la habitación en donde, a oscuras,
da de comer a sus recuerdos.
Toman el té a las cuatro.
La cena a las siete.
A las ocho se acuestan.
Ella siempre está allí, los acompaña.
A veces les da un beso,
una caricia helada, maternal,
y ellos se quedan quietos,
dormidos como niños.


OSCURO FUEGO

¿Quién necesita que yo escriba?
Sin embargo es hermoso
vivir por la belleza, aproximarse
al fuego oscuro en el que arde
la fiesta y el misterio de la vida.
Aunque a nadie le importe.
Brilla en la noche el verso,
bello y desamparado
como un cuerpo desnudo.


ENCONTRADO EN EL BOLSILLO DEL POETA SUICIDA

Estoy a punto de morir y digo:
nada me importa abandonarlo todo.
He vivido. He soñado. De algún modo
sembré mi grano y esparcí mi trigo.

De otras muertes más nobles fui testigo
sin que el mundo rotase de otro modo;
seres que amaron y lo dieron todo,
mas lo que fueron se murió consigo.

Lo que yo soy, mi verdadera y honda
razón de enmudecer gira en la ronda
sombría y vana de los universos.

Me voy con mi verdad, cifra que nunca
conoceréis. Mi última voz se trunca.
Os dejo la mentira de mis versos.


ROBERTO SANTORO, POETA

La luz, medrosa, se repliega
y las lágrimas ruedan por los pómulos
de la impotencia y la respiración.
Sólo eres un nombre en una lista.
Pero yo creo en la venganza del poema.

No haya paz en la tumba del verdugo.


POESÍA-FICCIÓN

Los poetas trabajan en su laboratorio.
Encerrados en cápsulas asépticas
piensan el mundo, se concentran, dictan
a un grabador palabras en cadena
que generan minúsculos escándalos.
Por túneles de vidrio se encaminan
luego al salón de datos donde cambian
cómplices guiños, formas sutiles,
sonrisas llenas de sabiduría.

Afuera están los miembros de la tribu.
Una manada de rinocerontes.

Dedicatoria de Requeni a Poemas italianos y reseña mecanografiada
de Horacio Preler para revista El espiniyo
  
ROMA – AMOR

Yo palpé tu misterio aquella tarde
de Roma, junto a mármoles vetustos
y abiertos como labios de una fuente.
Tu palabra fue allí esa nota líquida
que alzábase y caía, resbalando
entre murmullos y salpicaduras.
Lo recuerdo: la luz se desnudaba
detrás de las columnas, lentamente.
Sonreía, sutil, la Primavera
y era en la cruz el Cristo igual a una
pálida mariposa con las alas pinchadas.
Entonces, en el cuenco de mis manos,
retuve unos instantes el prodigio.
Y vi en su fondo un titilar de estrellas.
Bebí, gozoso, su secreta música.

En la emoción de Roma, de unas calles
vencidas de memorias y hermosura,
ante el cristal de eternidad del agua,
yo rescaté la gracia de sentirme
enamorado del amor, el huésped
de unos viejos espacios donde flota
ese ciego perfume que es el tiempo,
la inmortal juventud de la poesía.


ESE HOMBRE QUE ESCRIBE

¿Escribir o vivir? Acaso viva
mucho más ese hombre que ahora escribe
solo en el cuarto, con furor, insomne,
unos cuantos renglones azarosos.

La hoja en blanco lo invita a la aventura,
le hacen señas de fuego las palabras
que ordena y copia, corrigiendo un bosque,
tachando una ciudad, adjetivando
con un nuevo fulgor lo que antes era
torpe y vulgar, oscuro, indiferente.

Del otro lado, por la vida –dicen-
transcurre el tiempo, el ruido, la rutina.
Allí, entre las paredes de su cuarto;
allí, entre las paredes de su cuerpo,
él elige escribir, asume el riesgo
de perecer o descubrir la cifra
de su destino oculto en las palabras.
Porque sólo por ellas ese hombre
que escribe está viviendo y tal vez viva
más allá de su muerte.


LAS PALABRAS

Nunca sabré decirte que te quiero;
un amor sin palabras es el mío.
González Carbalho

La música no miente.
Los árboles no mienten.
Los ojos tristes del animal no mienten.
Únicamente mienten las palabras.
¿Cómo decirte la verdad con ellas?
Quisiera hablarte con los ojos del perro,
dar frutos como el árbol,
llegar a ti con la delicia
y la escondida lágrima de Mozart.
El esplendor de la verdad: belleza
a la que mis palabras, torpemente,
procuran acercarse.
Es imposible.
Nunca sabré decirte que te quiero


MILAN KUNDERA

Milan Kundera dice que la poesía ha muerto.
Debe tener razón porque ya nadie
(salvo algunos poetas)
acostumbra a temblar con las palabras
en un libro de versos.

Si me lo hubieran avisado
-aunque yo soy su deudo más humilde-
habría concurrido a las exequias
y dejado una flor en su tumba.

Ahora estoy triste, pienso en cuántas veces
ella me hizo feliz, y ya no está.

¿Pero qué hacer si las palabras vienen
por el aire o se trepan a mis piernas?
¿Si las palabras vuelven, temblorosas,
bellas, sensuales, perentorias, mágicas,
y me reclaman una forma antigua
o un resplandor herido de futuro?

Tendré que consultarlo con los pájaros.


EL VASO DE AGUA

Cuando me acuesto, desde que era niño,
pongo a mi lado un vaso de agua.
Al apagar la luz, si lo contemplo
brillar en la penumbra, me imagino
que el agua es otro nombre de mi madre
y estoy seguro de que, ya dormido,
alumbrará el acuario de mis sueños.
Sombra, misterio, música nocturna
que bebo a lentos sorbos o me bebe.
¿Eres tú quien me sueña en ese extraño
país donde algún día nos veremos?
¿Dormir es un ensayo de la muerte?
Por las mañanas, cuando me recuerdo,
muchas veces el vaso está vacío.
Y vuelvo, desganado, a la rutina
de calles y de rostros, mientras llega
la oscuridad, el rito silencioso
de llenar nuevamente el vaso de agua
para ponerlo al lado de mis sueños
y saber que allí estás, que me proteges,
que hay algo puro en medio de la noche.


EVA CRUZA LA CALLE

Eva cruza la calle; en sus modernas
ropas lleva, bordada, una serpiente,
mientras, ansioso, Adán mira sus piernas
de actriz o secretaria de gerente.


Selección de textos: JMP. En El vaso de agua (Roberto J. Plaza Editor, segunda edición 2005; primera, 1997), Poemas, 1951-1991 (Editorial Fraterna, 1992), Poemas italianos (Editorial Vinciguerra, 2003) e Inventario (PEN Club Internacional, Centro Argentino, 1974). Fotos: JMP
Antonio Requeni (Buenos Aires, 8 de septiembre de 1930)

miércoles, 2 de octubre de 2019

ALDO LUIS NOVELLI poemas inéditos de Arcilla




EL ALFARERO

1

construir una vasija de arcilla
colmada de agua de sol.
beber un sorbo cada mañana.


3

la arcilla nos mira
con ojos de barro
ve como se disuelven
nuestros pies.


5

la arcilla cambia
con las manos del alfarero
y esa forma aleatoria
modifica el alma del hacedor.


6

no hay barro que se resista a la forma
no hay forma que se resista al hacedor
no hay hacedor si no se sumerge en el barro.


CORAZÓN DE ARCILLA

13

caminar entre la sombras
de la ciudad
unidos por el costado
para confundir a la penumbra mortal
que nos sigue desde el nacimiento.

y escandalizarla
con nuestras sombras unidas
en una danza animal
contra las paredes del callejón.


14

jugar a ser niños
con los cabellos encanecidos
y las arrugas marcadas
en la piel del tiempo.

amarnos bajo el sol
del verano de marzo
moldearnos con las manos
como la arcilla impúdica
de la primera vez.


15

construir el hogar compartido
de barro y paja
con las mismas manos de la lucha
durante los soles de abril
y bajo lunas de pumas salvajes.

tomar a la compañera de la mano
atravesar la puerta
y servir un vino rojo
en las copas más festivas.

beber la sangre
del Cristo hecho hombre
y acostarse en la antigua cama
iluminados por la luna
a crear nuestros hijos de sol.


16

al fin del día
hay agua en sus ojos
y arcilla en los míos.

en la noche del desierto
cuando unidas nuestras cinturas
nos miramos tan cerca
desde esos cuencos de cristal
juntos elaboramos el barro
de la historia del hombre y la mujer
desde el nacimiento del mundo.


COMPAÑEROS DE ARCILLA

18

hacer una vasija
con el rostro del compañero
agregarle un puño en alto
y la sonrisa franca.

escribir la palabra: ‘DESAPARECIDO’
en el fondo arcilloso de la historia.


21

de sol y luna
nació el hijo del alfarero
de arcilla enamorada
fue engendrado
por su madre de agua
y su padre de tierra.

hoy camina el mundo
con los ojos iluminados
y pies de desierto.


23

peces del desierto
vuelan por el cielo
de la rojiza madrugada
del sur del mundo.

en el horizonte se recorta
el filo morado de las bardas
creando un cuadro impresionista.

por la ruta 22
los maestros marchan
cantando consignas
en su lucha por la dignidad de enseñar.

el poder de turno
reprime la educación
que libera de la esclavitud
a los niños del sistema.

un asesino
ataviado con uniforme de esclavo
dispara en la cabeza de un maestro.

Carlos Fuentealba
vuela ahora por el cielo sangrante
junto a los peces del desierto.


ARCILLA ELEMENTAL

31

ciertos días del desierto
sopla un viento furibundo
y vuelan piedras techos y carteles:
que rezan: ‘prohibiendo volar sobre árboles’.

vuela el cóndor en los Andes
vuelan truchas azules en el río
vuelan niños montados en barriletes.

en esos días
el viento del caótico sur
desordena poemas
y corazones enamorados.


34

el barro se hizo hombre
cuando lo tocó el viento del sur.

ese hombre
se metió en el barro
y con sus manos
hizo figuras de los dioses.

no hubo viento alguno
que les diera vida.


38

éramos niños de barro
que nos reuníamos a la hora de la siesta
y escapábamos al canal de riego más cercano.
canales que recorrían el pueblo
llevando agua mansa a las chacras
de manzanas prohibidas y jugosas peras.

con una lata de duraznos oxidada
una larga tanza arrollada
viejas cucharitas encontradas y plomada
pescábamos bagres y truchas marrones
hasta que el sol nos pegaba
a la altura de los ojos.

regresábamos a casa corriendo
y para calmar el enojo de nuestra madre
le llevábamos de regalo
berro achicoria y espárragos
cosechados en los márgenes de esa agua turbia.

días de fiesta de la infancia
que no podrán describir este poema.


Fragmento del libro en construcción Arcilla
Aldo Luis Novelli (Nació en la ciudad de Neuquén, Argentina, en 1957). Poeta, cuentista, ensayista. Coordina talleres de poesía y ejerce la crítica literaria
                          Correo-e: novellister@gmail.com 
Imagen: Tablas de arcilla cuneiforme asiria como fueron descubiertas dentro de una vasija de arcilla (Irak, circa 3250 años)