CERRADURA
Hubieran
hecho una pareja perfecta. Ella tiene la llave que abre los cerrojos; él la que
sólo sirve para cerrar. Pero quedaron cada uno del lado equivocado de la
puerta.
SIN PALABRAS
Llegó
el día en que se acabaron las palabras. No fue de repente: el vocabulario fue
disminuyendo poco a poco, y la gente se quedaba con la boca abierta sin saber cómo
nombrar una cosa o llamar a alguien. Hacia el final, sólo quedaban los gestos.
Sin
embargo, existía la sensación de que aún había una palabra. Una palabra que
todos tenían en la punta de la lengua pero nadie se atrevía a pronunciar por no
gastarla y quedarse sin nada. Un día un chico que estaba jugando en la calle
pensó en esa palabra y la dijo. Fue como si el mundo se paralizara por
completo: la última palabra había sido dicha. La gente que la oyó descubrió que
no era la misma palabra que cada uno de ellos tenía en la cabeza, y el mundo se
llenó nuevamente de palabras nuevas, dichas de a una y que se perdieron en el
viento para siempre.
En
El límite de la palabra. Antología
del microrrelato argentino contemporáneo. Edición de Laura Pollastri, Menoscuarto,
2007.
Diego
Golombek (Buenos Aires, 22 de noviembre de 1964). Foto: Jmp
MUY BUENOS!
ResponderEliminar