JUEGOS DE LA
MEMORIA
I
Fui
un niño feliz.
Usaba
gorra, trepé a los árboles,
me
bañé en todos los arroyos,
bebí
el agua de los manantiales
que
brotaban de Pergamino;
mis
amigos eran generosos
cómplices
de sueños:
fabricamos
batallas, circos,
aventuras
insospechadas,
viajamos
en el misterio de la siesta
a
confines
tan
lejanos…
Después
bailé,
conocí
el
beso furtivo,
el
valor de un abrazo
una mirada
esa
mano cálida sobre el hombro
que
dice
lo
que no saben las palabras.
Esperaba
crecer
para
compartir una copa
de
hombre a hombre
con
mi padre,
pero
se fue sin esperarme.
Estudié
para
dibujar la casa
donde
la gente
encontaría
alivio,
y
levantarla ladrillo por ladrillo
como
si fuera mía:
disfrutar
del sol de sus ventanas
aunque
nunca lo viera;
pero
otras
urgencias
delinearon
nuevos
derroteros.
Amo
tanto
a
una mujer…
II
Ya
se escapó la edad de la inocencia,
aunque
no el niño.
Se
fueron muchos sueños, ilusiones,
amigos,
no
está mi padre,
los
frutos del amor
engendrarán
otros frutos.
Hoy
me asusta
lo
que no saben las palabras.
Y
aquí estoy, desnudo en la fiesta
ante
una puerta
que
no sé si se abre
para
que entre
o
me vaya,
me
cubra con la gorra
o
las palabras,
o
desvista lo que queda
de
mi pobre corazón.
EPITAFIO PARA
MI TUMBA
Aquí
duerme
alguien
que
tuvo la fortuna
de
jugar con la muerte.
Un
porfiado
que
no perdió
ni
ganó;
simplemente
amó
la vida
y
se fue con Ella,
vieja
amiga
que
lo llevó de la mano
a
recorrer tiempos
que
le hubiera gustado vivir.
El
que aquí está
dejó
cuatro árboles en pie
para
su orgullo y vanidad;
cuatro
puntos cardinales
que
marcaron el rumbo
a
futuros caminantes.
Aquí
descansa
quien
tuvo la suerte
de
conocer
a
la mujer de sus sueños.
No
se acuerden de él.
No
lo traigan a la memoria.
Está
feliz
entre
los árboles y arroyos,
bebiendo
en manantiales
de
la tierra
de
sus afectos.
EPITAFIO PARA
EL PODER POLÍTICO
“Aquí
descansa
el
que hubiera
querido
ser,
pero
le faltó coraje;
el
que al final
otro
fue por él”.
EPITAFIO PARA
EL PRÓXIMO PODER POLÍTICO
“Supe
encontrar
el
silencio
entre
tanta libertad
que
me acobarda”.
“Gracias
a la poesía” (como me dedicó en uno de sus libros), conocí al Vasco, junto a su
compañera, en Mar del Plata, en un encuentro de poetas. Compartimos “figuritas”
(nuestras revistas y libros), hablamos de poesía y política. Luego, la alegría
de recibir por correo su revista Juglaria y nuevos libros. Pasaron los años y nos
reencontramos, y otra vez, la charla interminable, la poesía y la política, el
sueño de un mundo más bello y habitable para todos.
En
Juegos de la memoria, Ediciones
Juglaría, 2005. Foto: Jmp
Reynaldo
Uribe (Pergamino, provincia de Buenos Aires, 27 de mayo de 1951 – Rosario,
provincia de Santa Fe, Argentina, 12 de enero de 2014).
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