6. LA MÉDULA
Había
en la piedra una palabra.
Quise descifrarla,
mazo y
punzón, cincel y pico,
hasta
que la piedra sangró,
y aún
no supe oír
lo que
la piedra dijo.
La arrojé
junto al camino
entre
cientos de piedras
y al
volverme gritó
la
palabra en mi oído,
y la médula
de mis huesos
escuchó,
y respondió.
18. PARA LA CASA NUEVA
Que
esta casa se llene con olores de la cocina
y con sombras y juguetes y nidos de ratones
y rugidos de furia y cascadas de lágrimas
y hondos silencios sexuales y sonidos
de origen misterioso nunca explicados
y tesoros y regalos y miles de desechos
y un flujo como un viento cálido pero más lento
soplando las hojas de los árboles y libros y años
de pez de la vida de un niño revoloteando plateados
rápido, rápido en la lenta ráfaga incesante
que ondula las cortinas un momento
todos esos años desde ahora, hacia atrás.
Que puedan los umbrales y los marcos bendecidos
bendecir a cada paso.
Que puedan los techos pero no los cuartos conocer la lluvia.
Que las ventanas conozcan claramente
la rama y la flor del manzano.
Y que podáis estar en casa
como la música está en el instrumento.
y con sombras y juguetes y nidos de ratones
y rugidos de furia y cascadas de lágrimas
y hondos silencios sexuales y sonidos
de origen misterioso nunca explicados
y tesoros y regalos y miles de desechos
y un flujo como un viento cálido pero más lento
soplando las hojas de los árboles y libros y años
de pez de la vida de un niño revoloteando plateados
rápido, rápido en la lenta ráfaga incesante
que ondula las cortinas un momento
todos esos años desde ahora, hacia atrás.
Que puedan los umbrales y los marcos bendecidos
bendecir a cada paso.
Que puedan los techos pero no los cuartos conocer la lluvia.
Que las ventanas conozcan claramente
la rama y la flor del manzano.
Y que podáis estar en casa
como la música está en el instrumento.
20. DÍAS DE SEDA
La
proa del bote asomándose cerca
de los
capullos, o una ancha guadaña que
barre
los terrenos del fondo, o
el
husmear del gato en un pliegue:
me lo
recuerda. Me gusta
hacerlo
bien,
suave,
las
mangas dobladas finamente.
Planchar
huele a planchar.
No se
parece a
nada.
No necesita
un
símil.
Tiene
su propio equipaje.
Mi tía
abuela me enseñó:
rociador,
enrollar por media hora,
el
siseo de prueba con el dedo húmedo,
golpeteo
suave al dobladillo y
cuidado
con el cuello.
En
diez minutos, sobre una plancha a rodillo
podía
hacer una camisa de etiqueta.
Puede
ser un arte.
Supo
ser un arduo trabajo,
sin
tiempo, todo algodón, todos los niños.
Ahora
voy en seda,
Emperadora
de China, lavo y plancho
cuando
quiero,
lo
gozo, lo hago
bien,
un buen trabajo,
voy
tranquila,
suave
como seda.
De:
Silk Days. En: Gemelas del sueño / The Twins, the Dream, edición bilingüe, Norma,
1998.
Ursula
Kroeber Le Guin (Berkeley, California, 1929). Diana Bellessi (Zavalla,
provincia de Santa Fe, 1946). Foto: Jmp
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