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lunes, 14 de marzo de 2016

Rafael Pérez Estrada, La sombra es mía


SOMBRAS

      Cuenta Plinio el Viejo de un país poblado por sombras sin hombres.

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     En el gran Concilio de Alejandría, los Padres de la Iglesia discutieron vehementes la cuestión de si al morir el cuerpo también muere la sombra.

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     La sombra más libre es la del pájaro, que no llega a tocar el cuerpo del que es sombra.

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     Los amantes exactos tienen una sola sombra.

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     La sombra de la palabra es el eco.

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     Cuenta Tácito haber visto un perro huyendo de su sombra que le ladraba furiosamente.

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     El hombre puro no tiene sombra.

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     Y esgrimiendo el arma me dijo: ¡La sombra o la vida! Mas yo, que generalmente presto poca atención a los protocolos y a los usos antiguos, me oí responderle: La sombra es mía, llévese la vida. Y desde entonces ando pegado a las paredes.


En: “El ladrón de atardeceres”, Plaza & Janés, 1998.
Rafael Pérez Estrada (Málaga, España, 16 de febrero de 1934 – 21 de mayo de 2000). Foto: RPE y perico.

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