ENTRE LOS JEROGLÍFICOS HALLADOS…
Entre los
jeroglíficos hallados en tu almohada
enfrentarás la
mueca de los días.
La distancia
idealiza.
El sueño solamente
demora esa costumbre.
Las miradas de
entonces
no quieren saber
nada.
La mano que aún
extrañas acostumbró su piel
al paso de tu
ausencia.
TENÍAMOS LA TIERRA, LA RAÍZ DE LAS PLANTAS…
Teníamos la tierra,
la raíz de las plantas,
los metales, la
piedra.
Yo te amaba.
Teníamos ciudades,
gobiernos, sacrificios,
líderes,
predicciones, guerreros, bandoleros.
Teníamos rebeldes
teníamos las
clases, la explotación, la lucha
de las clases, la
barbarie, las leyes.
Pero yo igual te
amaba.
Sabíamos rezar,
combatir, cosechar.
Sabíamos cazar,
torturar y matar.
Sabíamos reír,
llorar, besarnos.
Teníamos dioses,
semidioses, reyes,
armas, madera.
Teníamos pirámides
y chozas y enemigos,
hambrunas,
desnudeces.
Pagábamos tributo.
Teníamos idiomas,
dialectos, oraciones,
maíz, pueblos
vecinos, rutas.
Sabías que te
amaba.
Teníamos envidias,
celos, muertes absurdas,
casamientos,
suicidios, crueldades, sacerdotes.
Teníamos canoas,
sectas, enfermedades,
pestes.
Teníamos artistas,
cementerios, hijos,
mejillas, putas,
ceremonias.
Teníamos
calendarios, promesas, medicinas.
Teníamos hermosos
nombres,
ternuras,
incendios.
Solíamos tener
sueños para volar,
plumas para volar.
Sabíamos danzar,
embriagarnos, tallar,
darnos la mano.
Conocimos el paso
de los tiempos
y de los vientos.
Teníamos pasado,
presente y porvenir.
Adoramos al sol,
entre otras cosas,
al escribir lo
hicimos del lado del poniente
le dimos a la
piedra nuestras vidas
no teníamos ruinas
sabíamos quiénes
éramos.
Después del
desembarco de esos hombres
que fueron
descubiertos
llegaron otros, y
otros, y otros.
Aquí tuvimos barro,
fuego, pájaros, peces.
De esto hace mucho
tiempo.
Nada ha podido
hacer que no te amara.
NO HUBO LUCHA DE CLASES…
No hubo lucha de
clases cuando dimos batalla
sólo daños menores
en la mampostería
cuyos antecedentes
no pueden atribuirnos
fallas de construcción
en el armado del cielo
incontrolables
nubes y neblina constante
durante el acarreo
de la luz.
Rasguños en la piel
también menores
cansancio en la
energía de los astros
que dieron de
morder.
Sí algo de lava y
polvo que escaparon
por las escaleras
de emergencia
que no sería
honesto negar aquí.
Caricias que
acabaron despertando combate.
El roce de la carne
con los filos del tiempo.
Me deslicé en tu
cuerpo como por esos pueblos
que después de sus
calles el desierto.
No te besé la
espalda ni las piernas
para que la
tormenta
no entrara en tu
equipaje.
Ahora, con más
calma, mirando
por los ojos de
huellas y testigos
¿qué margen le
darías a este temblor
en la escala de
Richter?
En
libro “Actas”, Editorial Tierra del Fuego, México-Buenos Aires, 1986.
José
Antonio Cedrón (Buenos Aires, 3 de octubre de 1946). Poeta.
Foto: José Antonio
Cedrón en FB.
José, me encantó leer a este poeta en tu blogs! Mañana con tu permiso leeré estos poemas en la radio de mi pueblo. Será un placer!!
ResponderEliminarBesossssssssss
Gracias Mónica. Beso grande!
ResponderEliminarBuenísimo Cedrón, un poeta mayor !!!
ResponderEliminarRubén Casastori
Buenísimo Cedrón, un poeta mayor !!!
ResponderEliminarRubén Casastori
Qué bueno ! Gracias por darlo a conocer, Malena Di Risio
ResponderEliminarLA POESÍA DE CEDRÓN PUEDE ATRAVESAR VARIAS GENERSACIONES. ACABO DE VER EL PROGRAMA Actualidad y Psicoanálisis. Su economía de lenguaje y humildad sorprenden tanto como su obra. Gracias por darlo a conocer. Le dejo un abrazo a los editores por el rigor y la selección. Y TODA LA SUERTE QUE MERECEN. Josefina Guadalupe Orozco (residente en Ciudad de México)
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