POLVO
Siempre seré un
poco menos de lo que soy,
mejor dicho, mucho menos. Polvo. He perdido mucho.
Lo que se pierde es irrecuperable, y si se recupera
ya está disperso, no vuelve a entrar en el orden establecido
de las cosas. Me alegro si de mí
no queda nada más que un ligero
envoltorio. He perdido
mucho. En esta levedad,
lo que más importa es la ausencia de agudos,
que todo sea redondo y recogido. Y con eso
basta. Todo lo que se ha destruido puede volverse redondo,
y más redondo. Como un jarrón. Todavía es posible.
El polvo se puede recuperar. El polvo una vez era
detritos. Y ahora no es detritos,
es lento, friable. El polvo
es algo menos, pero puede
juntarse. Las heridas
pueden volverse polvo, recogido
y concluido. Me alegro
por no entender las cosas. Sus
razones. Hay cosas que ignoro, y me
alegro. Aparecen como misterios,
tranquilas. Por ejemplo,
la chica que veo siempre, ¿me ama
o no? No lo sé. Me alegra
no saberlo. Me alegra no saber
si la quiero, o más bien, sé que no la quiero, que podría
quererla; me alegra
no saber si hubiese podido amarla. Este misterio
me tranquiliza más que su amor.
Es lindo no saber. No saber, por ejemplo,
cuanto viviré,
o cuanto vivirá la tierra.
Esta suspensión
substituye a la eternidad.
mejor dicho, mucho menos. Polvo. He perdido mucho.
Lo que se pierde es irrecuperable, y si se recupera
ya está disperso, no vuelve a entrar en el orden establecido
de las cosas. Me alegro si de mí
no queda nada más que un ligero
envoltorio. He perdido
mucho. En esta levedad,
lo que más importa es la ausencia de agudos,
que todo sea redondo y recogido. Y con eso
basta. Todo lo que se ha destruido puede volverse redondo,
y más redondo. Como un jarrón. Todavía es posible.
El polvo se puede recuperar. El polvo una vez era
detritos. Y ahora no es detritos,
es lento, friable. El polvo
es algo menos, pero puede
juntarse. Las heridas
pueden volverse polvo, recogido
y concluido. Me alegro
por no entender las cosas. Sus
razones. Hay cosas que ignoro, y me
alegro. Aparecen como misterios,
tranquilas. Por ejemplo,
la chica que veo siempre, ¿me ama
o no? No lo sé. Me alegra
no saberlo. Me alegra no saber
si la quiero, o más bien, sé que no la quiero, que podría
quererla; me alegra
no saber si hubiese podido amarla. Este misterio
me tranquiliza más que su amor.
Es lindo no saber. No saber, por ejemplo,
cuanto viviré,
o cuanto vivirá la tierra.
Esta suspensión
substituye a la eternidad.
Traducción:
Martha Canfield (Montevideo, Uruguay, 1949). En “Polvo”, 2015.
Carlo
Bordini (Roma, 1938).
Foto: JMP. Carlo
Bordini, de espalda, en una calle de Roma, mayo de 2013.
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