EL PEDO
Era un obrero de la construcción, con
veinte años de trabajo honrado. Era un hombre digno, viril, severo. Cuidaba las
formas, el gesto, la palabra y tenía ese pudor criollo que niega celosamente
las intimidades.
Un día en plena jornada, se agachó a levantar
cinco ladrillos y se le escapó un pedo.
Soltó los ladrillos y se irguió
avergonzado. Miró en torno, observando a sus compañeros, y comprendió que nadie
había advertido el accidente. Pensó en ese momento que, al fin y al cabo,
aquello era cosa humana, y que también el mofletudo propietario para quien
estaba edificando esa casa podía vivir un trance parecido. Tuvo como un
relámpago de rencor y de ironía.
Sonrió tranquilizado.
Se agachó lentamente, retomó los ladrillos
y soltó otro pedo.
Y esta vez, con destinatario.
En:
“Lo corrieron de atrás”, Editorial Minerva, Buenos Aires, 1974.
Enrique Wernicke
(Buenos Aires, 1915 – 1968). Foto: Enrique Wernicke en blog de María Wernicke.
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