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viernes, 16 de octubre de 2015

Luis Franco, Algo tan infinitamente finito como la criatura humana


LO VEDADO

El otro pensamiento, el pensamiento oculto.
Pascal

     Había pedido a Dios que hiciese sus días incontables como las olas del mar, no por codicia de auroras, ciertamente, sino para alargar las alabanzas del que había creado el universo y los gusanitos de la tierra como él.
     Desde aquellas mañanas en que aún no se veían las palmeras que rezaban con él ya por muchos años, había vivido en una soledad tan profunda que los pliegues del desierto eran los mismos pliegues de su mano. Ni los chacales llegaban, porque les había rogado en nombre del Señor no perturbarlo y ellos habían cedido llenos de piadosa superstición. Sumido en la oración y en la penitencia, vivía en su alma casi sin noticias oficiales de su cuerpo. Sin embargo, temía a la muerte y no por apego a la vida, en verdad, sino porque en su pobreza de espíritu temía aún por su salvación y al sólo pensar en la eternidad del castigo lo ganaba un miedo de deudor insolvente.
     Pero un día, habiendo quedado ciego, pudo ver bajar un ángel que le dijo que las penas del infierno no eran imprescriptibles.
     En un plazo muy largo, pero siempre más corto que la esperanza, Dios perdonaba al réprobo. ¿Cómo podía ser de otro modo? ¿Cómo la misericordia sin riberas de Dios podía ensañarse con una eternidad de dolor en algo tan infinitamente finito como la criatura humana?
     Pero este secreto traía la muerte, y el ángel, con una sonrisa de enfermero que siempre da de alta, se fue llevando el alma del solitario.



De: “Cuentos del exilio”, 1982. En: revista “Puro Cuento”, número 25, noviembre – diciembre de 1990. Director: Mempo Giardinelli.
Luis Franco (Catamarca, 1898 – 1988). Fue albañil, agricultor, hachero. Poeta y narrador.

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