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lunes, 30 de marzo de 2015

Cristina Domenech, como el agua que huye río abajo


EL ESPEJO

El demudado quiere
ser ahí
estar ahí



LAS TABLAS DE LA LEY

                                                                  
A Delfina Goldaracena

Hay niños como águilas
que inventan las garras del tiempo
y tienen las manos como florcitas austeras.
No confiaba madrecita en mis versos
de manantial de agua inesperada. Desdecían
el escrúpulo del hombre que sueña
y no da de beber
para ser también madrecita tuya
y de todos los cielos de extramuros.
Pero un aire mundano
entorpece este incesante letargo
y la palabra es un aleteo de colibrí.
Yo trato madrecita de contar
cuántas veces se mueven las alas
en un solo minuto. Cansa mirarlo.
Si parece una estatua de arco iris
que liba su mismísimo cuerpito.
Yo soy lo que hice, lo que hago ahora
dentro de los siglos que no vienen.
No hay división divina diva
madrecita tu ternura de horas que consumen el futuro.
Nací para serte madre.
No me dejes morir
como el agua que huye río abajo
eterna entre las piedras y el sol.
No te quemes con este destierro a destiempo.
No destejas la mortaja que hicieron mis manos
cuando labraba la huerta de los hijos.
En las monedas que guarda la tierra está la palabra.
Y no dirá nunca qué soy
cómo llegué al mundo, cómo me fui.



TAUTOLOGÍA

Me pregunto por esta insistencia
de traer una y otra vez
así, viciosa y reiteradamente
carne fresca a este infierno.
Responde una voz oculta
en el lecho profundo de la música
nacemos de los hijos
aprendemos a sernos
en sus ojos
Alguien dice
desbaratar los ojos
en migajas del tiempo que no cesa

Nada nos enseña a ser huérfanos
en esta tautología de andar perdidos
como hijos de los hijos



DIVINA PALABRA

Decías gracias a la vida

Benditos tus poemas
porque nunca estarás muerta



DE LETRA

La ausente dice
que hay sombra que zozobra
por la noche y busca detrás de la palabra
las ruinas por donde circula el azar
No hay tiempo en este tiempo
cuando la voz es otra oculta
Deletreamos ausencia
y no hay
Pero las voces dicen por callar
que basta no decir cuánto silencio
cuánto cabe
que no era letra
para el nombre del padre
de sobra
de vocal que hace
preposición del abandono
que no dice basta que no
hijo puro espíritu santo

No hay letra para decir no vida
La muerte es otra cosa.



MARGUERITE DURAS

El cuerpo se corrompe

La letra
deletrea, hace
el milagro de la palabra

Hay otra muerte:
la fábula
la evidencia



En: “Demudado”, Aire Diseño Ediciones, 2007. Selección: Jmp.
Cristina Domenech (Buenos Aires, 1954).

Foto: CD en FB. 

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