AVENTURAS EN LA SELVA
I
Un día la vi llena de manchas, ésas que el ojo inventa para navegar el sol. Manchas de mariposas convirtiéndose en jirafa y todo lo contrario.
II
En las manchas de tigre vi dolor. Los espantos de tu alma empujada.
III
Así palpita el mundo de la boca. Caen árboles de luz con animales. Su corazón ha sido.
IV
A contrasol, la yerba crece. Recordamos de frente, de perfil, bajo los números. Un jilguerito dice buenos días en plena destrucción.
V
¿Qué había en la ciudad? Tu delicada, tu pasión, los mares y las islas, la piedra, navegar.
VI
Tus pechos y tus jugos. Ojalá me tuvieras como noche venida. Todos los barcos fueron vos.
VII
Puma verde: no lluevas más. Ya no te empumes, ya cantés, ya te comás el libro que arde.
EL ANIMAL
Cohabito con un
oscuro animal.
Lo que hago de día,
de noche me lo come.
Lo que hago de
noche, de día me lo come.
Lo único que no me
come es la memoria. Se encarniza en palpar hasta el más chico de mis errores y
mis miedos.
No lo dejo dormir.
Soy su oscuro
animal.
EL OTRO
El otro, grabado en los leones de la unión. La palabra que gira: en hebreo, oneg (placer) va a nega (sufrimiento) y escribe sus contrarios en el fuego. En los lechos enfermos conocí tu salud. Tu realidad abraza a todas las preguntas, que tiemblan como niños cargados de paciencia. La noche alza la gota de los locos como secreto o cruz. Tu cucharita cava bestias para hacer un camino. Ojalá me nombraras con nombres diferentes. Yo no conozco nada sino vos, conmigo en vos, que no conozco.
El otro, grabado en los leones de la unión. La palabra que gira: en hebreo, oneg (placer) va a nega (sufrimiento) y escribe sus contrarios en el fuego. En los lechos enfermos conocí tu salud. Tu realidad abraza a todas las preguntas, que tiemblan como niños cargados de paciencia. La noche alza la gota de los locos como secreto o cruz. Tu cucharita cava bestias para hacer un camino. Ojalá me nombraras con nombres diferentes. Yo no conozco nada sino vos, conmigo en vos, que no conozco.
EL PESO
El peso de la
palabra llega desde una piel tendida, furia o pena, niñez.
El vacío del hondo,
apoyado en el viento.
EL OJO
Soy en tu no
conocida hermosura, la que se esconde en tu hermosura. No puedo verla en su
naturaleza ardiente. Tu imagen puedo ver, en todas partes, y, como el
Abencerraje, la más verdadera en mis entrañas. El ojo convertido en lo mirado
no se combate más, es dos veces la luz y recibe como ser recibido. No necesita
causa ni perdón.
En: Salario del impío / Carta a mi madre,
Página/12 – Sex Barral, 2012.
Salaríos del impío (París, Ginebra, México,
Nueva York, 1984-1992).
Selección de textos: Jmp.
Juan Gelman (Buenos Aires, 1930 – México D.
F., 2014).