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viernes, 27 de febrero de 2015

Juan Gelman, Un día la vi llena de manchas, ésas que el ojo inventa para navegar el sol


AVENTURAS EN LA SELVA

I

Un día la vi llena de manchas, ésas que el ojo inventa para navegar el sol. Manchas de mariposas convirtiéndose en jirafa y todo lo contrario.


II

En las manchas de tigre vi dolor. Los espantos de tu alma empujada.


III

Así palpita el mundo de la boca. Caen árboles de luz con animales. Su corazón ha sido.


IV

A contrasol, la yerba crece. Recordamos de frente, de perfil, bajo los números. Un jilguerito dice buenos días en plena destrucción.


V

¿Qué había en la ciudad? Tu delicada, tu pasión, los mares y las islas, la piedra, navegar.


VI

Tus pechos y tus jugos. Ojalá me tuvieras como noche venida. Todos los barcos fueron vos.


VII

Puma verde: no lluevas más. Ya no te empumes, ya cantés, ya te comás el libro que arde.


EL ANIMAL

Cohabito con un oscuro animal.
Lo que hago de día, de noche me lo come.
Lo que hago de noche, de día me lo come.
Lo único que no me come es la memoria. Se encarniza en palpar hasta el más chico de mis errores y mis miedos.
No lo dejo dormir.
Soy su oscuro animal.


EL OTRO

El otro, grabado en los leones de la unión. La palabra que gira: en hebreo, oneg (placer) va a nega (sufrimiento) y escribe sus contrarios en el fuego. En los lechos enfermos conocí tu salud. Tu realidad abraza a todas las preguntas, que tiemblan como niños cargados de paciencia. La noche alza la gota de los locos como secreto o cruz. Tu cucharita cava bestias para hacer un camino. Ojalá me nombraras con nombres diferentes. Yo no conozco nada sino vos, conmigo en vos, que no conozco.


EL PESO

El peso de la palabra llega desde una piel tendida, furia o pena, niñez. 
El vacío del hondo, apoyado en el viento.


EL OJO

Soy en tu no conocida hermosura, la que se esconde en tu hermosura. No puedo verla en su naturaleza ardiente. Tu imagen puedo ver, en todas partes, y, como el Abencerraje, la más verdadera en mis entrañas. El ojo convertido en lo mirado no se combate más, es dos veces la luz y recibe como ser recibido. No necesita causa ni perdón.



En: Salario del impío / Carta a mi madre, Página/12 – Sex Barral, 2012.
Salaríos del impío (París, Ginebra, México, Nueva York, 1984-1992).
Selección de textos: Jmp.
Juan Gelman (Buenos Aires, 1930 – México D. F., 2014). 

jueves, 26 de febrero de 2015

Juan Gelman, La lengua del dolido jadea de amores indecibles


INTERRUPCIONES

La lengua del dolido jadea de amores indecibles, apenas entrevistos, como fuegos que le acechan la boca y ningun daño apaga y arden en lo que no será.


EL AVE

¿Qué sos sino mi estando en desestar, ave dura del siendo, vacío que no puedo agotar?


LA ILUSIÓN

La piedra, piedra quiere ser, y yo, vos. La conciencia de mí como ilusión de que soy otro.


LA OTRA

¿Quién sos, íntima otra? Las horas de tu cuerpo hacen la eternidad.


LA PALABRA

                                                                   A Rigas Kappatos

Mora en la sombra la palabra que te nombraría. Cuando te nombre, serás sombra. Crepitarás en boca que te perdió para tenerte.



EL PÉNDULO

Nunca dejarás serte mía, pero me río de tu libertad. No podés cancelarte en mi memoria. Sos más en mí que yo de mí. Te existo, péndulo del aire.


En: Salario del impío / Carta a mi madre, Página/12 – Sex Barral, 2012.
Salaríos del impío (París, Ginebra, México, Nueva York, 1984-1992).
Selección de textos: Jmp.
Juan Gelman (Buenos Aires, 1930 – México D. F., 2014). 

miércoles, 25 de febrero de 2015

Juan Gelman, Sos como ese Buda de granito


COMO

Sos como ese Buda de granito que recibe en su plato la única ofrenda que un niño pudo hacerle: un puñado de polvo del camino.


DEUDAS

En el desgarro del espanto perfeccionás tu luz y me recuerdo.


DECIR

Viajes, rostros, tabaco crecedor, animales de puro talón, dedo apoyado en el espanto, el bien de los pañuelos, visitas de la nada, el espejito del saber, las mañanas del soplo infantil, el feto de la noche, tanto cordero atado al hilo, y paciencias, paciencias como fuego, y vos.
Vos.


CARTA

Extraña es el agua que nos junta, brasa extremada, cómo calcinado, entrega del no ser.


EL BALDÍO

Animal de baldío, memoria, comés pastos que no crecieron más.


LA FORMA

Alma que ahora pensás: decì por qué en amor la soledad es forma de la luz.


EL ESPEJO

Alma que solo ves un animal herido al fondo del espejo: cesa ya de jadear.



En: Salario del impío / Carta a mi madre, Página/12 – Sex Barral, 2012.
Salaríos del impío (París, Ginebra, México, Nueva York, 1984-1992).
Selección de textos: Jmp.

Juan Gelman (Buenos Aires, 1930 – México D. F., 2014). 

lunes, 23 de febrero de 2015

Jorge Aulicino, Opresos son de su sensibilidad, contra ella yugan


TARDES CELESTES

Esos hombres no son baraja, ni dioses —'ases'—,
pero llevan en cierto modo una coraza tan
trenzada a la carne, que no abyecta ni melancólica
ni aun sensible suena su voz lírica
—opresos son de su sensibilidad, contra ella yugan.
Hombres de esquinas amarillas, que no rosadas.
El facón tirita como su único huesillo en sombras.
Blanco es, se diría ebúrneo, pero es hueso o puñal,
según la metáfora se vea.
Sobreviven. Grandes poetas nuestros con olor a manta,
a aguantadero, a bebidas de otoño, a altiva herrumbre.

Querés seguir, como Juan L., el tránsito de la tarde, en detalle:
variaciones del celeste, brillante sobre los edificios, más allá marítimo,
y el discurrir, el paso, la física de su tiempo salvaje te detiene.
Canta una torcaza, algo, entre edificios urbanos, el humo
sube en fríos nubarrones entre esos 'palazzi' que te recuerdan
los amarillentos monobloques de la República Democrática Alemana:
un invierno fallido, una eternidad que no fue.



Poema inédito de “El Cairo”.
Jorge Aulicino (Buenos Aires, 1949).
Ilustración: Alberto Breccia (Montevideo, 1919-Buenos Aires, 1993).
"Historia de Rosendo Juárez". 

miércoles, 11 de febrero de 2015

Leopold Staff, El humo de la chimenea


CIMIENTOS

Construí sobre la arena
y se vino abajo;
construí sobre una roca
y se vino abajo.
Ahora, cuando construya, empezaré
por el humo de la chimenea.



TRES PUEBLOS

Tres pequeños pueblos
Tan pequeños que todos
Cabrían en uno solo...
No están en el mapa.
Fueron destruidos durante la guerra,
Porque en ellos vivía gente
Que trabajaba duro, era tranquila,
Amaba la paz.
¡Oh, tibios, indiferentes hermanos!
¿Por qué ninguno de vosotros busca esos pueblos?
Qué pobre es el hombre
Que no hace preguntas.



ARS

Mira raudo al mañana,
Mas no profetices,
Déjalo a los adivinos.
Es tan difícil expresar lo que es.
Escribo poemas lentamente,
Trabajo como un mulo.
Soy paciente
Como la gota de agua del tejado.
El tiempo siempre tiene tiempo.
Y el mundo es viejo como él solo.
No crearás nada nuevo
Buscando novedad.



Leopold Staff (Ucrania, 1878 – Polonia, 1957). 
Foto: Cementerio de Powązki en Varsovia.
Gracias, Jonio González! “Cimientos” y “Tres pueblos”, en “Post-War Polish Poetry”, 
estudio y traducción al inglés de Czeslaw Milosz, University of California Press, Berkeley, 1983. 
Versiones al castellano, Jonio González.
“Ars”, traducción del polaco por Abel Murcia en su blog altrasluz. 

viernes, 6 de febrero de 2015

María Rosa Lojo, Tras las cortinas blancas


LA PARED

     Del otro lado de la pared cantan el amor y el odio de todos los siglos. Vínculos de almas ya muertas que se estrechan en las grandes casas vacías, a la sombra de los bosques eternos. Podrías arrancarte la máscara que usas para dormir, cruzar del otro lado y escucharlos. Pero sigues escribiendo sobre la mesa de la fruta y el vino, sólo atenta al llamado de los trenes oscuros que cruzan infinitamente el mundo.



CORTINAJE

     Nadie te ha visto y crece el miedo tras las cortinas blancas, a la luz de otra edad. El amado resucita, el padre y la madre que te hicieron el mundo, las piedras de la fundación. Entre las alas y el verano de música, la distancia se ofrece.
     Alguien te levanta y te ata al suave caballo rojo que te esperaba siempre. Cruzarás el umbral. Nadie te ha visto, sola de sombras en la madrugada, tras las cortinas blancas que velaron tu muerte.



En: “Forma oculta del mundo”, Ediciones Último reino, 1991.
María Rosa Lojo (Buenos Aires, 1954).

Foto: MRL en FB. 

jueves, 5 de febrero de 2015

Jacobo Fijman, Silencios verdes de los bosques rojos


ALDEA

Mi blanca soledad-
aldea abandonada.

Revuelo de perezas
sobre la torre de un anhelo
que tañe sus horizontes.

Pintadas negras de la desolación.
Yunques abandonados y puentes solariegos.

Se ha sentado el dolor como un cacique
en el banquillo de mi corazón.

Las lluvias estancadas de mis sueños
se han cubierto de musgo.

En el horno apagado del silencio
mis frutos maduraron
estérilmente.

Perdí mi itinerario en el desierto.

¡Hospedería triste de mi vida
en donde sólo se aposentó el azar!

En una pradería de cansancios
balan estrellas mis ovejas grises.

Lugarón sin destino;
las calles andariegas
beatas de mi ser
son manos
contemplativas
que van perdiendo soles...



MAÑANA DE SOL

Tañía el sol sus llamas
en los cántaros húmedos del viento
de rocío y paisaje
que alargaba el elástico sendero.

Desentumecimientos.
Carnes del trigo;
espigas de mis manos.
Jadean los aromas;
temblequean cual besos los caminos.

Silencios verdes de los bosques rojos
apretados de gozo y alegría.

¡Enloquece en mis ojos la mañana!



De: “Molino rojo”, 1926. En: “Obra poética 1”, Leviatán, 1998.
Jacobo Fijman (Rusia –hoy Rumania-, 1898 – Buenos Aires, 1970).

Imagen: José Planas Casas, grabado interior primera edición de Molino rojo.

lunes, 2 de febrero de 2015

Mariel Monente, Entre las ramas calvas de la higuera



I

Escribir
el amor y un pájaro
                 ahora
la sutura.



III


Ella pensó el infierno de la ausencia
                                        infierno frío
témpano reclamando el agua dulce
en un océano de sal, de voces quebradas

pensó

rompió el silencio en un suspiro de noche blanca
de laberinto de hielo

la vía láctea, la noche fría,
una sortija de nombres callados
atisbos de una herida helada.



VI

No es anhelo en poseer
es la certeza
de un deseo encriptado entre la yema y el labio.



XII

El colibrí
               liba en la aljaba
rompiente del agua
se hace añicos en la siesta

meditar
perder su tornasolado brillo de azules
complace con la ausencia
el ansia del deseo

acerca su pico aguja
en un intento de sostener el aire
                                        la flor
extiende su campana de rojos
desova en su corola
tonos de añiles nuevos.



XIV

a Faby y Pablo

Es un imposible de extremo pesar
imaginar otra vez
esta amalgama perfecta de azules

los amantes miran
el retorno de las hojas verdes
las yemas brotan en el vértice más oscuro de la enramada
los nombres que eran
los antiguos dueños de los brotes, de los brazos, de las sortijas
celaron su otoño apaciguado
                                            ahora
las páginas se detienen en los brotes
un tronco caído, espera la muerte y aún destella el verde,
en los vértices, en sus costados húmedos
los amantes miran
y sus cabezas hablan de las llamas
que encienden sus mechones bastos

el dolor de la muerte
es más presente, es más bello.



XV

En la casa viven pájaros
la intemperie            nos conmueve
agitan sus alas a la tormenta viniendo
la palmera detiene sus trinos conversos
ellos no moran
                                   sólo se despiden
entre las ramas calvas de la higuera.



XVIII

                                     Un gallo
chirriar sus metales
el óxido engaña al gato en celo
                                     a la calandria

el viento helado lo invita a un vuelo imposible
sus pequeñas alas negras presumen y fingen
                                          está soldado.



XXIV

Vive en el silencio
recorriendo siempre los mismos senderos
choca contra palabras mudas
con signos que interrogan la noche
                                    buscando una respuesta
y es un vestigio de lo que fue
                     la huella de esa mano en la espalda
                     el olor indescifrable en la mejilla

una mirada que conoce los cerrojos
y los abre sin pudor
ni desconcierto.




GUERNICA
(Fragmento)

El azar

El olor del pasto recién cortado
vidrio y gotas blancas en los muros adheridas
y los peces del recuerdo
que sólo a veces nos nadan la mirada

¿de qué arrullo se sostiene la pregunta
en el aire,
en la duda,
en la celebración del azar?

aflora la certeza entre los hilos contados del lienzo:

¿por qué preguntarle al sol por el ocaso
o a la luna por el motivo del reflejo?

todo hombre es pájaro
todo hombre es pájaro

al menos, una vez en la vida.




En: “Sutura” Ediciones El Mono Armado, 2014.
Selección de textos: Jmp. Gracias, Mariel, por tu libro!
Mariel Monente (Buenos Aires, 1961).
Foto: MM en FB.