LA LOCA
Me
decían sentate al lado de la loca
y
dale cuerda.
La
loca, a todas horas
destrozada,
y
después -si existe algún después
bajo
las ruedas-
dibujaba
muñecos en el vidrio,
cantaba
letras sucias,
daba
pena,
Me
decían recitale a la loca
tus
poemas.
La
loca consumía
el
café más amargo con leche
y
apagado.
Se
sonaba los huesos
traqueteados
en camas informes
o
en baldíos,
se
daba una medida de esperanza.
Sentada
en un rincón,
lucía
las bananas podridas del sombrero,
un
perfume bien rancio, recocido,
su
careta de humo,
su
cuello pergamino.
Me
decían conversá con la loca
de
la vida en orsai,
de
su hijo roto.
La
loca masticaba estampitas lentamente
preguntando
si el sol
seguía
afuera
o
lo habían llevado, en bandeja,
hasta
su cuarto.
Me
decían con guiños, por lo bajo,
explicale
a la loca que está muerta.
De “Entrada
prohibida”, 1963. En: “El `60 Poesía Blindada”, Los Libros de Gente Sur, 1990.-
Eduardo
Romano (Avellaneda, 1938).-
Foto:
ER, s/r.
Hace pocos meses le decía a Romano por teléfono que este poema -y ese verso final insuperable- me había acompañado desde mi adolescencia. Por suerte lo eligió para acompañar la entrevista-e que yo le realizara después, y por suerte José María ahora lo reproduce.
ResponderEliminarRolando Revagliatti
gracias rolando
ResponderEliminarla entrevista a eduardo romano se puede leer acá:
http://revistaislanegra.fullblog.com.ar/eduardo-romano-sus-respuestas-y-poemas-1408212563.html
revista "isla negra" y la dirige nuestro querido amigo gabriel impaglione,
abrazo grande a los tres,
jm