¿QUIÉN
PINTÓ EL BISONTE EN LA CAVERNA?
Cuatrocientos millones de años geológicos giraron
-polvo y hojas, carbono y viento-
para vos.
Un hombre de paso pesado y piel áspera
se refugió en la húmeda oscuridad de su cueva
e hizo el amor gruñendo
para vos.
Incontables células se reunieron
alrededor de tu pupila
formando el pliegue del párpado
abriéndose apenas para dejar pasar el hilo
negro y protector de la pestaña
la curva delicada de una lagrima que se hincha
a punto de rodar
reflejando una chispa de sol.
¿Te parece real?
¿Fue cierto el esfuerzo del tipo de ojos juntos y frente saliente
en un tiempo fuera de la memoria?
-Todo era hielo y niebla y cielo que chilla
y miedo escalofrío por las venas y un puma
detrás de aquel arbusto agazapado
la fruta agria del invierno total-
Poco a poco,
juntando fuego y cachorros temblorosos
hojas grandes y rocas afiladas...
¿Adonde
fue ese trabajo?
¿Cómo se hizo el plan?
¿Quién ordenó a tus células que se reúnan apretadamente
exactos racimos conectándose
intercambiando jugos, señales que tal vez
llevan un millón de años esperando, -cartílago,
savia, musgo, hongo, vapor-
para graduar el flujo de tu respiración
o el largo de un pelo
o la curva de un ala frente al viento del sur.
¿Adónde fue ese trabajo?
¿Adónde fue ese trabajo que no figura en la contabilidad
ni en los ministerios;
que no va a la escuela ni duda ni miente;
ese incalculable trabajo de tus uñas que crecen
de tus ojos que miran
de tus nervios que tiemblan eléctricos
a lo largo del árbol de la vida?
¿Qué puso en marcha el aliento
que recorre la pradera
entrando y saliendo de la liebre,
el bebé zorrino,
el halcón en círculos acechando los huevos de perdiz?
¿Cómo se ordenó ese trabajo?
¿Quién hizo el plan?
¿Qué pasa con el autómata loco que camina, vacío,
por la calle trazada en metal y ruido?
¿Qué pasa con el hermoso humano preguntándose qué pasa
con las manos apretadas, la quijada tensa,
los teléfonos le aúllan, las bocinas gritan en su cabeza
y la célula paciente sigue eligiendo alimento en el aire
sal para la vida
separando el fósforo del hierro,
destilando el jugo mineral de tu saliva
el brillo que llega a tus ojos;
pelo negro, pelo rubio, hojas, plumas, nariz,
lunar en la espalda, labios guesos
alas verdes, antenas, garras, pies,
tallo inquieto en la brisa, dedo suave que palpa
dedo suave y sensible que repite el trazo
del bisonte pintado en la caverna.
¿Cómo se hizo el plan?
¿Quién ordenó a tus células que se reúnan apretadamente
exactos racimos conectándose
intercambiando jugos, señales que tal vez
llevan un millón de años esperando, -cartílago,
savia, musgo, hongo, vapor-
para graduar el flujo de tu respiración
o el largo de un pelo
o la curva de un ala frente al viento del sur.
¿Adónde fue ese trabajo?
¿Adónde fue ese trabajo que no figura en la contabilidad
ni en los ministerios;
que no va a la escuela ni duda ni miente;
ese incalculable trabajo de tus uñas que crecen
de tus ojos que miran
de tus nervios que tiemblan eléctricos
a lo largo del árbol de la vida?
¿Qué puso en marcha el aliento
que recorre la pradera
entrando y saliendo de la liebre,
el bebé zorrino,
el halcón en círculos acechando los huevos de perdiz?
¿Cómo se ordenó ese trabajo?
¿Quién hizo el plan?
¿Qué pasa con el autómata loco que camina, vacío,
por la calle trazada en metal y ruido?
¿Qué pasa con el hermoso humano preguntándose qué pasa
con las manos apretadas, la quijada tensa,
los teléfonos le aúllan, las bocinas gritan en su cabeza
y la célula paciente sigue eligiendo alimento en el aire
sal para la vida
separando el fósforo del hierro,
destilando el jugo mineral de tu saliva
el brillo que llega a tus ojos;
pelo negro, pelo rubio, hojas, plumas, nariz,
lunar en la espalda, labios guesos
alas verdes, antenas, garras, pies,
tallo inquieto en la brisa, dedo suave que palpa
dedo suave y sensible que repite el trazo
del bisonte pintado en la caverna.
Pipo
Lernoud (Buenos Aires, 5 de noviembre de 1946).
Leí
este texto en mi adolescencia, en un número de la revista Expreso Imaginario, que debe
estar por ahí, dentro de alguna caja de las tantas que hay en mi taller. Hoy
lo encuentro en el blog personal de Pipo Lernoud. Recuerdo el texto que leí
como prosa, o por lo menos distinto a este que ahora les presento. Seguro no es
el mismo, o en todo caso, el que lee también es otro.
Foto:
Pipo Lernoud en FB.
MUY BUENO!!
ResponderEliminar