La poesía no te da de comer,
no asfalta las calles, no paga el boleto de colectivo. Con un verso no abonás
los impuestos. Un poema escrito en una hoja de papel no sirve para abrigarte en
las noches de invierno. La metáfora no entra en el mercado cambiario. Nadie
pensaría en hacerle un cepo a la metáfora. Es más, la poesía ni siquiera nos
salva de los preconceptos. Cualquiera que quisiera escuchar poesía, por ejemplo,
iría a los grandes salones de la zona céntrica de las grandes o pequeñas
ciudades, o bien, a los tugurios y fumaderos de la poesía under, también
ubicados en las mismas zonas céntricas de las mismas grandes o pequeñas
ciudades. Sin embargo, la poesía es un animal difícil de dominar. Un bicho
escurridizo. Un perro sin dueño. En ocasiones, no he encontrado poesía en los
lugares donde se suponía debía estar, y sin embargo, ella apareció en el patio
trasero de las grandes o pequeñas ciudades, de la mano de poetas insospechados:
Gabriel tiene 15 años,
fracasó en una escuela del centro y volvió a
la del
barrio. Puede escribir estos versos: "La mano/ distraída/ juega con mi
dolor".
*
Nico, del mismo barrio y de la misma edad, dice:
"El pánico/ dulcemente/ llena de gritos/ las rosas".
*
Marcos tiene diecisiete años.
No encuentra un espacio para él en el aula. Prefiere leer a escribir. Le gustan
los poemas de León Felipe y Atahualpa.
*
Matías, vecino de Gabriel,
por su parte, escribe: "El vino es/ la sangre indefensa/ que beben/
fácil".
*
Franco, "Ananá"
para los amigos, dice: "Los pechos/ caían/ pensándose hacia el mar".
*
Mailén hacía dos meses que no
venía a la escuela. Ahora ha vuelto con los ojos delineados, el cabello
renovado con mechas de colores, y sin ningún deseo de enterarse sobre nada que
no sea "esos cuentos raros" que leíamos. Su fuerte es la lectura en
voz alta.
*
Tami, la risueña, es modelo y
escribe: "Los versos/ indefensos/ comienzan a extrañarte".
*
Nilce, 15 años, poetisa de
extensa producción y compañera generosa, es capaz de decir cosas como éstas: "La oscuridad del universo/ regresa/ a gran velocidad/
desde la luna".
*
Roberto, 17 años, no tiene
carpeta porque dice que todo le queda en la cabeza. Es verdad. Sólo vino un par
de meses a la escuela y todo lo que leemos ahora lo relaciona con los
bestiarios de Arreola, leídos por entonces. Es un gran narrador oral.
*
Angel va a la escuela porque
lo obligan. Tal vez este año pueda pasar a cuarto, mientras tanto escribe
versos como éstos: "Desearía que fueras/ como una estrella/
hermosa/ brillante/ perfecta".
*
Lucila es la niña más
silenciosa que conozco, y he descubierto que desde su silencio pueden salir
versos inquietantes: "Alguien/ ha dejado diamantes/ en el infierno".
*
Alberto, presidente del centro de
estudiantes, es el vocero de la escuela y dice: "El mar/ se perdía/ en la
torturada noche".
*
Marquitos sueña con ser
ingeniero, pero eso no lo priva de soltar el pulso poético: "Las voces/
oscuras/ apagan la noche".
*
Martín dice de sí mismo que
es un matemático natural (su profesora de matemáticas no opina lo mismo), sin
embargo nadie lo iguala a la hora de inventar historias de terror.
*
*
Dana quisiera que lo único
que hiciéramos en el aula fuera leer a Silvina Ocampo. Yo también, por eso la
consiento a menudo.
*
Mariana escribe cuentos.
Tamara escribe cartas de amor. Estefanía tuvo un bebé y escribe relatos de
aventuras.
*
Miqueas espera un trasplante
de riñón y se inspira con los cuentos de Silvina. Su último relato se titula
"Pez puñal".
*
Carlos escribió un cuento
sobre un niño triste que luego encontró un amigo y ya no estuvo solo.
*
Nahuel vive bastante lejos de
la escuela, cuando llueve se le complica llegar porque en las calles de los barrios
no hay asfalto. Su último relato se titula "Cuento con muñeco".
Es cierto que en el mundo
hace más falta un plomero, un carpintero, una enfermera, una taxidermista que
un poeta. Pero, ¿qué sería del
mundo sin poesía? Más aún, ¿qué sería de la poesía sin estos chispazos de
vitalidad?
Miriam Cairo (San Nicolás, provincia de Buenos Aires, 21 de
diciembre del 1962).
Foto: MC en FB.
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