SUCEDIÓ EN LA
LLUVIA, MI PRIMER LIBRO
La brújula se
rompió en 1955, una tarde de lluvia, en Chiclana y Garay, cuando yo tenía
veintidós años. Era una hermosa brújula, chiquita, de acero, con una cadenita
de plata. Me la había regalado una mujer. El abuelo de esa mujer la había
traído de España. Yo amaba a esa mujer. Esa mujer estaba casada. Cuando me
regaló la brújula le pregunté por qué me la regalaba. “Porque estás
desesperado”, me dijo.
Era una hermosa
mujer. Cuando vi la brújula rota en el medio de la calle, en medio de la
lluvia, comprendí que en ese instante ella había vuelto con el marido. Años
después, en un cuento de Abelardo Castillo, leí lo siguiente: “Vos no te vas
con el mejor, te vas con el que gana”. Pero eso fue años después.
Entonces, junté
los poemas que le había escrito a esa mujer y les puse de título “Poemas de la
brújula rota”. Pasaron diez años, hacía cinco que me había casado (con otra
mujer), hacía seis años que Débora había nacido, una tarde de lluvia. Yo había
escrito muchos poemas.
Una tarde de
lluvia reparé en que todas las cosas importantes de mi vida me habían sucedido
en la lluvia. Entonces junté los poemas de la brújula rota, junté los
poemas de los últimos años y les puse de título “Sucedió en la lluvia”. Tuve
suerte, gané el premio del Fondo Nacional de las Artes, don José Stilman hizo
una hermosa edición ilustrada con grabados de mi cuñada Judith y la crítica fue
elogiosa. Tenía treinta y tres años.
Ahora, ciertas
tardes de lluvia, precisamente ciertos domingos de lluvia, cuando vuelvo a leer
los originales de esos poemas escritos y vueltos a escribir en infinitas
versiones, en viejos papeles ya amarillos, pienso que a veces los viejos
papeles y el fracaso se parecen.
Nunca más volví a
publicar un libro de poesía. Tuve miedo. Sé que la poesía conduce a la
locura y que un poeta es un cartero que corre envuelto en llamas, alguien que
corre envuelto en fuego con algo en la mano que tiene que entregar.
Ahora, mirando la
tapa de mi primer libro, mientras escribo esto, pienso en las cosas que no
sucederán, pienso en las cosas que pasaron en la lluvia, en aquellos poemas que
no seguí escribiendo y pienso que fui un traidor y un cobarde. Pienso,
también, en aquellos veintidós años; era una hermosa edad, era una hermosa
mujer, era una hermosa brújula.
En Anti-Cconferencias, Emecé, Bs.As., 1983.
Isidoro Blaisten. Escritor.
Concordia, Entre Ríos,
12
de enero de 1933 –Buenos Aires, 28 de agosto de 2004.
Foto:
Isidoro Blaisten, sd
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