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miércoles, 18 de abril de 2012

Jorge Isaías – Si yo tuviera que hablar de mi poesía



EL CANTO ENCENDIDO


Si yo tuviera que hablar de “mi poesía”, si tuviera que definir
a esta muchacha que circula a tientas entre la vigilia y la memoria
y el sueño, dando tumbos sobre las cornisas nocturnas,
en un venero de lámparas ciegas, creo que debería inclinarme
por el espacio que reinó mi infancia y su pájaro en alto.
Hablar de poesía, implica para mí –necesariamente– descubrir
la tierra y el horizonte levemente cambiante; cómo va jugando
a distintas horas del día el matiz de luz sobre el cielo –ora
esplendoroso, ora parco, dominante siempre–. Entonces “mi
poesía” está constantemente al acecho, para que no escape el
canto primitivo de la cigarra sobre el plátano, ni la torpeza
deambulante de las mariposas en el campo, ni el fragor de las
trilladoras o el balar cansino de las ovejas y el canto imitador
de la calandria.
Así las cosas me fueron ganando y la poesía entró en mí como
la cosa más inocente y feliz. Y tal vez era poeta cuando circulaba
entre el tedio de la siesta, bajo el ruido ensordecedor de
las abejas y el vaho que desde el suelo iba ganando la copa de
los árboles, el zumbido de las moscas sobre el acre orín de los
caballos, los duraznos heridos por nuestra avidez golosa y
hurtadora.
Esto también es la poesía –la humilde, la tierna y otra vez
humilde poesía– que mis huesos sostiene y mis años y la
soledad oscura que me acechó desde el camino.

La poesía, al menos, que mi canto busca y enciende.



1980, Otoño

En: “La memoria más antigua”, Editorial Ciudad Gótica, 
segunda edición (primera 1982), 2011.
Jorge Isaías, Los Quirquinchos, Sante fe, 1946.
Foto: detalle tapa, Jmp.

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