Recuerdas, muchacha,
cuando con la tarde advertías
que la ternura aún era joven
para este desatado camino del hombre
y en tus ojos,
un violín cantaba amaneceres.
Entonces, tu presencia era
una ingenuidad tumultuosa,
un deseo loco de inventar la historia,
ser ella misma.
Recuerdo tu soledad.
Las palomas brotando en tus manos,
El abecedario de amor reunido en ti,
Como una vieja canción.
Recuerdo que en tus ojos, un violín cantaba amaneceres.
En: “Ciudad del Tango”, 1966, Centro Editor Argentino, 1981 (tercera edición). Dibujos de Carlos Alonso.
Alfredo Carlino (Buenos Aires, 1932). Poeta popular y militante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario