I
Va a perdonar su excelencia
que un payador del camino
le alce su verso genuino
ante tanta concurrencia.
Quisiera, en esta emergencia,
tener el don de Gabino
para elogiar con más tino
la histórica presidencia
que realiza su excelencia
en este suelo argentino.
II
Perdóneme, Presidente,
pero tengo la certeza
de que alabar su grandeza
es traducir muchas mentes.
Usted luchó por la gente
desbrozando la maleza
y el criollo que siempre pesa
con justicia y noblemente
sabe que usted fue un valiente
al lado de su pobreza.
III
Usted liquidó el instante
de la miseria social
y el oprobio general
del vende patria triunfante;
vergüenza del tiempo de antes,
cuando el fraude electoral
era el destino fatal
que le aguardaba al votante
en aquel tiempo distante
de ignominia nacional.
IV
Siguiendo la ejecutoria
de esta noble evolución,
el pueblo de la nación
vive su trance de gloria.
Él siempre tendrá memoria
de la gran revolución,
y a fuerza de corazón
mantendrá la trayectoria
que ha señalado en la historia
el General Juan Perón.
V
Usted trabaja y nos cuida
desde que nace la aurora,
robando tiempo a las horas,
le quita vida a su vida.
Usted es la lumbre querida
de esta etapa bienhechora,
y su ciencia salvadora,
mientras se cumple, no olvida
a la clase desvalida,
que es valiente y cinchadora.
VI
Por eso, mi General,
con esta improvisación
quise arrimar mi montón
a su labor nacional.
Nadie ha comprendido igual
las penas de la nación,
nadie con más corazón
nos libró de tanto mal.
Nadie como Juan Perón,
Presidente y General.
En “45 poemas paleo-peronistas”, selección de Aurora Venturini y Fermín Chávez, Ediciones Pueblo Entero, 1997.
No hay comentarios:
Publicar un comentario