Alguien debería dibujar de un modo impecable
el mapa de una ciudad loca
a la que abofetea el viento.
Bordeada por un mar gris y murallas de piedra,
con gentes de poco hablar
navegando sus propios océanos.
Nombro una ciudad que no está muerta ni viva.
15 de octubre, 2003
Ángeles mutilados se ocultan
en la ciudad que fue destruida
y poblada
por fugitivos sin rostro
que llegan una y otra vez.
El océano sin acantilados
justifica la melancolía.
Lo que no permanece está aquí:
en las calles de polvo,
en las calles de nadie.
Quienes permanecen, llegan o parten
son la misma persona, desean lo mismo:
suave dinero,
la fuga,
y un lugar helado que no es
ningún lugar.
7 de agosto de 2004
La mujer que encontraron muerta en la playa era joven.
El martes y el miércoles cayeron meteoritos detrás del glaciar,
los pobladores dijeron que llevaban una cola de fuego azul.
Del otro lado de la ciudad hubo grandes estruendos.
Un pájaro castaño cruzó un cielo de nubes oscuras.
Por esta calle no anda ni un alma. Y eso que es viernes.
17 de setiembre, 2004
En “El viento sopla”, El Suri Porfiado, 2011.
Anahí Lazzaroni nació el 30 de agosto de 1957 en La Plata. Reside desde su infancia en Ushuaia, capital de Tierra del Fuego, Argentina.
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