Manchas de lejos,
mujeres que van
llegando y los viejos
perdidos del hablar.
Sombra en los filos.
“Sujeta ese animal”;
y va pintando el río
la roja luz ritual.
Manchas que los viejos
prefieren no mirar,
van las tres llegando
vestidas de ciudad.
Sólo ella no viene,
luctuosa, innominal;
cruza a buscarla,
es tiempo de olvidar.
Amanece y ya está con los ojos abiertos;
repetidamente vuelve a recordar
un chasquido de agua y un cuerpo moreno
y esa vuelta oscura desde la ciudad.
Y silencioso el Layo va clavando el remo,
de un nombre ladeado suena esa otra voz;
el tiempo se tuerce, redondo y eterno
como agolpa el árbol el fruto y la flor.
Mancha del cuchillo matando el cordero;
rojo un vino fresco para festejar
sombras repetidas para el Año Nuevo;
nueve veces cuenta para no olvidar.
Cuenta y va agregando sobre el fruto viejo
capullos perplejos de un nuevo amargor,
pura eternidad como en el limonero
su limón maduro y al lado la flor.
Amanece y ya está con los ojos abiertos;
repetidamente vuelve a recordar
un chasquido de agua y un cuerpo moreno
y el volver oscuros desde la ciudad.
Y silencioso el Layo va clavando el remo,
de un nombre ladeado suena esa otra voz,
el tiempo se tuerce, redondo y eterno
como agolpa el árbol el fruto y la flor.
Amanece y ya está con los ojos abiertos,
fija en el momento en que el hijo se fue,
vacía de nombres, mujer en silencio
por el agua adentro del Colastiné.
Y va remando el Layo cruzando el desierto
con la nada extrema de su soledad:
repetida pena circulando el tiempo
como fruto y flor del limonero real.
En CD “Navega”, 2002.
Jorge Fandermole, músico y poeta. Nació en 1956 en Pueblo Andino (provincia de Santa Fe), a 55 Km. al noroeste de la ciudad de Rosario.
belleza, inteligencia, oficio. Pocas veces se da que "segundas partes" sean tan buenas. Touché.
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