¿Cuántos van a leer el poema que uno está escribiendo? ¿Qué alcance podrá tener en la sociedad, en la cultura o la historia? Quién sabe, y en todo caso no es de eso de lo que se trata. Siempre se trató de otra cosa: de que alguien alguna vez va a leerlo, de que eso que escribiste, el poema, va a estar ahí, para que alguien lo lea, y que alguien lo lea ya es mucho, si son más de uno, o muchos más de uno, mejor. A alguien, alguna vez, va a pasarle algo porque eso que pudiste conformar está ahí, a su alcance. Y de otra cosa también se trata, y tal vez sea la que más importa: hiciste un poema, algo que merece llamarse “poema”, pudiste hacerlo, y saber que pudiste nunca será poca cosa. Algo, un conjunto de palabras puesto de cierto modo, que no tenía por qué existir, ni su razón de estar en el mundo era previsible antes de que lo hicieras, fue hecho, por tu mano, está ahí.
Pero, ¿para qué va a escribir uno poesía si no creyera que la experiencia que propone su poema va a alterar en algún punto el orden del mundo, va a hacer ver de otro modo, aunque sea un poco, las cosas, incluido lo que pueda cada uno ver de sí? ¿Para qué lo va a hacer si no espera que de algún modo vaya a agrietar o descolocar o poner en crisis el relato que establece los sentidos que tienen las cosas en el universo, y el de estar uno mismo en el universo, o ante sí?
En blog de DF Días después del diluvio.
Daniel Freidemberg nació en 1945 en Resistencia, provincia de Chaco. Desde 1966 reside en Buenos Aires. Poeta, crítico literario y periodista. Imagen: DF en FB.
Gracias por publicar estas reflexiones realmente por lo menos a un lector las ha atravesado con su verdad.mariel
ResponderEliminaryo también me lo he preguntado, pero al crearlo estoy respondiendo, además, a una necesidad cuasi física. Por eso, ¿qué significa ese impulso fuera de la voluntad ordinaria?, ¿tendrá algún objeto, más allá de cuestiones económicas o de estilo?.
ResponderEliminarGracias y saludos