Del poema, nada. Llega, tiembla
y raspa un fósforo apagado.
¿Se le ve algo? Nada. Tiende una
mano para aferrar
las olitas de tiempo que pasan
por la voz de un jilguero. ¿Qué
agarró? Nada. La
ave se fue a lo no sonado
en un cuarto que gira sin
recordación ni espérames.
Hay muchos nombres en la lluvia.
¿Qué sabe el poema? Nada.
En “Mundar”, Ciudad de México 2004-2007, Seix Barral, 2007.
Juan Gelman, Buenos Aires, 1930.
Imagen: Tapa de Mundar.
...y pensar que algunos tontillos creen que el gran viejo esta acabado... por favor!.
ResponderEliminarMejor..
Bue, nada...
Pero ¿quien podia creer eso? Juan tiene una ¿casi? infinita capacidad de renovacion y vivificacion. Es decir, de asumir riesgos y tirarse de cabeza a la pileta, con palabra y todo.
ResponderEliminarJorge Ariel M.