La tarea del antropólogo forense no parece muy diferente a la tarea de algunos poetas. Ya Paul Valery escribía sobre un inmenso cementerio marino donde se halla sumergido el cáliz de los versales eternos, también un cuerpo a desenterrar. El poeta Pádua Fernandes, sabueso romántico sensible al malestar de los fantasmas del aire detecta un resto óseo recargado de pasado, pero latente de un futuro posible. Como si en ese gesto, en esa tarea profanatoria se encuentre cifrado el destino de nuestra generación.
LAS MANDÍBULAS
I
Las mandíbulas permanecen en el aire
suspendidas por la muerte
encimade la vida
mandíbulas desnudas
ninguna piel las cubre
resta alguna piel entre los dientes
en la comida interminable
II
la sonrisa de la mandíbula
pura
apenas dientes a la vista
viva como la roca después del apedreamiento
III
como si fluctuasen
las mandíbulas permanecen
algunas rotas otras no
aunque con los dientes cerrados
ellas están abiertas para el mundo
y lo muerden
IV
el beso de la mandíbula
no en otra
sino en el aire
que nos rodea
y transmite la caricia seca del calcio
Pádua Fernandes (Río de Janeiro, 1971). Vive en San Pablo. Foto: PF en FB.
Traducción Lorena Fernández Soto (Buenos Aires, 1978. Vive en La Plata).
Versión original: O palco e o mundo
Julián Axat (La Plata, 1976).
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