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viernes, 18 de febrero de 2011

Graciela Falbo – La perfección del amor


LA PERFECCIÓN DEL AMOR



Ella tenía al morir
una cicatriz vertical.
Una roja cicatriz
que le atravesaba el pecho
y la espalda completa.
Era como una muñeca partida en dos,
vuelta a coser por alguna mano piadosa.


Mientras estaba viva
el corazón
se le quería salir
todo el tiempo.
Y ella lo retenía con pudor,
bombeando su sangre al revés,
contradiciéndolo.

Quería hacerse diáfana,
volverse cristalina
Semejar al cáliz de la rosa
donde bebieran el agua límpida
las cigarras del verano.


Ella miraba siempre hacia el Este
buscaba la plenitud del horizonte,
quería que la vida le mostrara su desnudez.
Pero no sabía cómo pedirlo.

Intentó escribir una novela de amor.
Pero su corazón era una casa agitada,
que se salía de su sitio
a cada rato.
Y las palabras se volvían confusas
se le enredaban en la boca sin que ella
encontrara el modo de hacerlas decir.


Una mañana,
o una noche,
(porque el tiempo, por último,
también me confundía)
dejó que la pena hiciera lo suyo
sin oponer más resistencia.

Cuarenta años después.
Liberada,
le estalló en el pecho
abriéndole en el centro
una rosa de sangre,
de donde manó la vida
buscando su dirección.

Y ella pudo hacerse dueña de su grito,
rojo borbotón con que tiñó
el silencio oscuro.

Su grito.
de viento,
un rugido obsceno de dolor
que se expandió hasta cubrir del todo al universo.

Ya no hubo horizonte celeste,
ni paisaje desnudo.

El cristal de la perfección
cayó hecho trizas por el suelo,
y ahí quedó,
abandonado entre pelusas,
restos de insectos y basuras.

Gota a gota, la sangre de mi madre baja ahora
formando un curso
desde su boca abierta.

Entonces veo a mi madre
por primera vez.

Una muñeca rota,
remendada.
Esquirlas del estallido manchan su piel.

Ha escupido todos sus dientes
Para dejar más espacio a la boca feroz
donde ahora comienza
limpia y poderosa.
una carcajada.
Como un dolor.
Como un puro dolor
que, encontrado su cauce,
se libera
abriendo la prisión
de los amores confiscados
por las voces del púlpito,
y el run run del miedo,
amores exactos
como piernas ortopédicas,
amores disciplinados,
hipotecados,
falsos amores de cotillón.


Ella entonces ríe.
La veo reír de risa verdadera,
plena,
salvaje
como nunca había sido,
con esa belleza atroz
que le gana a la vida.
cuando se libera.

Así alcanzó nuestra madre su plenitud,
en el momento de su muerte.
Y yo por fin pude amarla,
y sentirme amada por ella.


Poema inédito, EpA!

Graciela Falbo nació en La plata en 1951. Narradora (su obra narrativa está volcada, en mayor parte, a la literatura infantil-juvenil) y poeta.
Imagen: El naufragio, (1805, óleo sobre lienzo). Turner (Londres, 23 de abril de 1775?- Chelsea, 19 de diciembre de 1851).

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