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jueves, 11 de noviembre de 2010

Daniel Chirom – Edgar Bayley y la administración de la palabra poética



EL POETA DE POETAS

Fundador de la revista Arturo y hacedor insoslayable, la obra de Edgar Bayley marcó, al igual que la de su admirado Girondo, un antes y un después en más de una rama de la cultura argentina.

En el verano de 1944, el poeta Edgar Bayley fundó la revista Arturo, puntapié inicial de dos movimientos que renovaron radicalmente el arte argentino: Poesía Buenos Aires y Arte Concreto-Invención. El primero, dirigido por Raúl Gustavo Aguirre, decididamente cambió la faz de la poesía vernácula; el segundo significó un giro de 180 grados en la plástica nacional, su originalidad cruzó las fronteras y dio artistas como Tomás Maldonado (hermano de Bayley), Arden Quin, Martín Blasco, Gyula Kosice y Julio Le Parc. Tomando en cuenta la importancia de lo reseñado y la decisiva influencia que Bayley tuvo en ello, no resulta desmedido afirmar que su aporte a la cultura argentina es fundamental.

Alberto Vanasco afirmó que "que hay una poesía argentina anterior a Bayley y otra posterior a él". Esto significa lo insoslayable de su presencia en la lírica contemporánea argentina que, de una u otra manera, acusó su impulso renovador, tanto a través de sus escritos teóricos como de su poesía. Recapitulando sobre sus orígenes, Bayley escribió: "Desde hace algunos años se ha venido cumpliendo en nuestro país un proceso en el que me ha tocado participar en alguna medida. El propósito -se puede enunciar ahora brevemente en mérito a la perspectiva que da el tiempo- fue liberar a la inocencia y la fluidez poética a través de una sostenida inteligencia. Había que ir a la poesía con los ojos abiertos. Era preciso enfrentar el sueño con la mirada vigilante. Inscribirse en mérito de la propia voz en el proceso contemporáneo de la poesía y seguir adelante, sin temor a ninguno de los riesgos a que deliberadamente nos exponíamos y podían aniquilarnos... No pienso yo que hayamos superado todos los riesgos. Creo, sí, que el proceso ha desembocado en una conciencia y una conducta poéticas, que han posibilitado la conquista de una poesía de existencia indudable".

Raúl Gustavo Aguirre, quien llamaba a Bayley "poeta de poetas", afirmó que su "actitud estética, asentada en una lúcida e inquebrantable sinceridad, tiene un valor señero para la joven generación". A ello habría que añadir su férrea ética que le impidió tener la mínima claudicación y que es, a la postre, la causante de su poca difusión. Y esto no es poca cosa en tiempos de indigencia.


En Cuadernos Invención 2 (1945) Edgar Bayley escribió, a modo de manifiesto, lo que sería la piedra angular del credo invencioncita: "... Los actos vitales, como las obras de arte, en cuanto experiencias prácticas, no pueden ser reemplazados por ningún signo, pero el individualismo acostumbrado a actuar y sentir en función de la opinión ajena, acostumbrado a descubrir y establecer relaciones de cosa a significación en todo lo que lo rodea, incluso en su propia conducta, exige que la obra de arte constituya un signo. Es por ello, que todo el gran Arte Representativo ha estado fundado en la mística del individuo. Pero ese arte y esa mística que han tenido su apogeo, llegan ahora a su fin. Los valores de comunión substituyen a los valores de diferencia, y la INVENCIÓN CONCRETA al Arte Figurativo. Inventar objetos concretos de arte que participen de la vida cotidiana de los hombres, que coadyuvan en la tarea de establecer relaciones directas con las cosas que deseamos modificar: esa es la finalidad perseguida por el invencionismo. La distancia que media entre la expresión y la invención es la misma que existe entre la separación y la comunión. Separarse es pensar contradictoriamente, es seguir y concebir la vida como una dualidad. La separación exige la expresión, busca o presta a cada cosa una significación antojadiza que tiende a debilitar el poder del hombre sobre el mundo. La imaginación y la fantasía del hombre han sido de este modo rebajadas de rango. La obra poética que intenta guardar, todavía hoy, una relación con algo distinto a ella misma, es una poesía muy débil que constituye una repetición. Agotado el poder de la novedad, y por ende, el valor estético de la Obra Figurativa, ha correspondido al llamado Arte Abstracto o, mejor aún, Arte Concreto, librar desde principios de siglo la batalla por la invención. Muchas veces el Arte Viejo se llamó a sí mismo Arte Moderno. Pero en verdad, sólo han sido modernos los movimientos que se propusieron la construcción de realidades estéticas desprovistas de toda significación; los demás no han sido otra cosa que hijos tardíos del romanticismo. La fantasía y el hecho gratuito son adversarios del Nuevo Arte sólo en la medida en que lleguen a transformarse en simbólicos. Si carecen de toda significación o justificación, constituyen la alegría que conduce a la comunión; importan, de hecho, realidades incontrovertibles y autónomas, ajenas a todo propósito de disentimiento o afán de diferenciarse".

Cualquiera que dé una ojeada a la historia de la plástica argentina, se podrá dar cuenta de la influencia que tuvo el invencionismo sobre, por ejemplo, el Arte No Figurativo (Ernesto Deira, Noé, Marta Peluffo, etc.). Según Juan Jacobo Bajarlía (que junto con Bayley dirigió la revista Contemporánea, 1948), "el Invencionismo es un término provisorio que indica la toma de conciencia, por parte del poeta, de la invención como estructura específica de la obra de arte". La obra de arte cobra autonomía, su existencia está justificada por sí misma y no por lo que representa. No viene a reemplazar nada sino que instaura una nueva realidad. El hombre (el poeta) es un ser creador capaz de competir con la naturaleza, crea objetos que se insertan en ella y que pueden ser iguales, superiores o antagónicos. Ello basado en la relación dialéctica que existe entre el hombre y el mundo. Se podría decir que el invencionismo lleva a la poesía el materialismo histórico. Además, toma elementos del creacionismo del poeta chileno Vicente Huidobro. Éste agrega al concepto de creación el de la voluntad. La poesía es una forma de conocer al mundo, de dominarlo. La imagen es así un hecho directo de la voluntad y no una vinculación entre dos términos (metáfora).

Tres décadas después del manifiesto invencionista, Bayley dijo que no pretendió instaurar ningún movimiento: "Ningún dogma. Lo que alguna vez hemos distinguido con la palabra invencionismo constituye una incitación útil pero prescindidle. Hemos afirmado algunos principios necesarios, en nuestra opinión, para encauzar el proceso de nuestra poesía, pero no hemos perdido nunca de vista el plano densamente humano, la proximidad tanto geográfica como espiritual donde se elabora y concreta una poesía". Con esta declaración, el poeta intentó descartar toda iniciativa que tendiera a encorsetar en una determinada forma lo que iría en contra de los principios que pregonaba.

En su ensayo Realidad interna y función de la poesía (1952), Bayley plantea una interacción dialéctica entre “estado de alerta" y "estado de inocencia" en cuanto a la aparición y plasmación del poema. "Por un lado estaría el impulso inicial de la experiencia, el estado de inocencia, el 'soñar despierto', el recurso onírico, el sueño, el inconsciente, el 'porque sí' , el deseo, los recuerdos de la vida personal y colectiva; de allí surgiría el material para la experiencia poética; y en el otro polo, donde ese material sería recibido, por así decirlo, se produciría un principio de viabilización verbal de todo ello; es decir, surgirían algunas palabras, algunos conjuntos de palabras que guardarían una cierta correspondencia, muy sutil, casi mágica, si me es permitido utilizar esta expresión, con el material venido del otro polo. Aquí, en el polo de alerta, donde sería recibido el material 'en bruto' proveniente del polo de la inocencia, se produciría lo que podría llamarla 'administración de la palabra poética". Existe de este modo, una forzosidad en el decir de cada poeta en cuanto lo que dice sólo lo puede decir de esa manera. Si no es así, la experiencia poética ha sido fallida y el poema no funciona como tal.

Daniel Chirom (1955-2008)
En Revista Ilustrada de Poesía El Jabalí Nº 19 – 2009. Año XIV.
Foto: Jmp, detalle tapa revista El Jabalí 19.

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