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ESPEJO
Sentado a la cabecera
de la cama
sostengo la mano de
un muerto
Escondo mi impaciencia
y él no me mira
pero retiene mi gesto
y me lo ofrece
Suelto su mano
Si no tiene paz
que despierte
que quiebre mi cuello
o me ofrezca una agonía
larga y reparadora
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DIUMENGES
El gato barcino
movió su cola y saltó
sobre la mesa
La mesa estaba vacía
–sólo un charco de vino
había sido abandonado
a la absorción de la
madera–
y se escuchaban las
despedidas y las promesas
de repetir el convite
las risas que se prolongaban
por la escalera hasta la calle
hasta el nivel cero del
desencuentro
En: “Gato barcino” (2002-2003), Lumen, Barcelona, 2006
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Eduardo Rezzano nació en 1968 en La Plata. Poeta y músico.
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