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miércoles, 14 de octubre de 2009
Eugenio Montale – Xenia I, 1 y 13; Xenia II, 5
XENIA I, 1
Querido minúsculo insecto
que llamaban mosca no sé por qué,
esta noche casi en la oscuridad,
mientras leía el Deuteroisaías,
reapareciste a mi lado,
pero no tenías anteojos,
no podías verme
ni podía yo sin ese resplandor
reconocerte en la niebla.
XENIA I, 1: Caro piccolo insetto / che chiamavano mosca non so perché, / stasera quasi al buio / mentre leggevo il Deuteraisaia / sei ricomparsa accanto a me, / ma non avevi occhiali, / non potevi vedermi / né potevo io senza quel luccichio / rinoscere te nella foschia.
XENIA I, 13
Tu hermano murió joven; vos eras
la nena despeinada que me mira
“en pose” desde el retrato oval.
Escribió músicas inéditas, inauditas,
hoy sepultas en un baúl o tiradas
a la basura. Quizás las reinventa
algún inconsciente, si es verdad que lo escrito escrito está.
Lo quería sin haberlo conocido.
A excepción tuya, nadie lo recordaba.
No averigüe más: ya es inútil.
Ahora soy el único
para quien él existió. Pero es posible,
lo sabés, amar una sombra, siendo sombras nosotros mismos.
XENIA I, 13: Tuo fratello morì giovane; tu eri / la bimba scarruffata che mi guarda / “in posa” nell’ovale di un ritratto. / Scrisse musiche inedite, inaudite, / oggi sepolte in un baule o andate / al màcero. Forse le riinventa / qualcuno inconsapevole, se ciò ch; è scritto è scritto. / L’amavo senza averlo conosciuto. / Fuori di te nessuno lo ricordava. / Non ho fatto ricerche: ora è inutile. / Dopo di te sono rimasto il solo / per cui egli è esistito. / Ma è possibile, / lo sai, amare un’ombra, ombre noi stessi.
XENIA II, 5
Bajé, dándote el brazo, por lo menos un millón de escaleras
y ahora que no estás hay un vacío en cada escalón.
Así y todo fue breve nuestro largo viaje.
El mío dura todavía. Ya no necesito
hacer combinaciones, reservas,
someterme a las trampas, a las humillaciones de quien cree
que la realidad es eso que se ve.
Bajé millones de escaleras dándote el brazo
no porque creyese que cuatro ojos pueden ver más.
Con vos las bajé porque sabía que de las nuestras
las únicas pupilas reales, pese a que estaban tan obnubiladas,
eran las tuyas.
XENIA II, 5: Ho sceso, dandoti il braccio, almeno un milione di scale / e ora che non ci sei è il / vuoto a ogni gradino. / Anche così è stato breve il nontro lungo viaggio. / Il mio dura tuttora, né più mi occorrono / le coincidenze, le prenotazioni, / le trappole, gli scorni di chi crede / che la realtà sia quella che si vede. // Ho sceso milioni di scale dandoti il braccio / non già perché con quattr’occhi forse si vede di più. / Con te le ho scese perché sapevo che di noi due / le sole vere pupille, sebbene tanto offuscate, / erano le tue.
En: Xenia, Eugenio Montale. Nota y traducción: Ricardo H. Herrera. Melusina Editorial, 2000.
Xenia, conjunto de 28 poemas escritos por E.M. entre 1964 y 1967 tras la muerte de su mujer.
Eugenio Montale (Génova, 12 de octubre de 1896 – Milán, 12 de septiembre de 1981). Poeta. Premio Nobel de Literatura 1975.
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Son espectaculares esos poemas de Montale y sobre todo la idea que rodea Xenia.
ResponderEliminarAsí es, PM, y Xenia es Xenial.
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