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lunes, 30 de marzo de 2009

La gota de rocío




La gota de rocío


(Silvio Rodríguez)

La gota de rocío
del cielo se cayó
y en ella el amor mío
la carita se lavó.

Pero era tan temprano
que no salía el sol
y se helaron las manos
y mejillas de mi amor.

Creí que las estrellas
la iban a buscar
y que en su cara bella
se ponían a jugar.

Me dijo: "tengo frío,
acércame calor"
y fui con tanto brío
que encendí su corazón.

Y mientras la besaba
me dijo en un temblor:
"esto es lo que faltaba
para que saliera el sol".

¡Oh! gota de rocío
no dejes de caer
para que el amor mío
siempre me quiera tener.

(1980)
--

martes, 24 de marzo de 2009

“Voces de Vidas”. Poesía y memoria: Conti, Urondo, Lamonega, Dorronzoro, Aiub, Santoro, Bustos, Favero, Gelman, Mux, Pallaoro, Eustratenko, Aprea.



-
“Voces de Vidas”. Poesía y memoria.


Poemas y textos de:

Haroldo Conti
Francisco Urondo
Imar Lamonega
Dardo Dorronzoro
Carlos Aiub
Roberto Santoro
Miguel Ángel Bustos
Daniel O. Favero
Juan Gelman
Néstor Mux
José María Pallaoro
Griselda Eustratenko
Inés Aprea


En las voces de:


Ana María Haramboure, Graciela Sandoval, Carolina Donnatuoni, Omar Musa, Liliana Perdomo, Oscar Vernales y Carlos Aprea
Intervención Musical: Nina Rapp

Lunes 23 de marzo - 22hs.
Centro Cultural El Núcleo (6 Nº 420 e/40 y 41) - La Plata

“Voces de Vidas”. Poesía y memoria. 1


-
I ---------------- (INTRODUCCIÓN: PREPARANDO LA ESCUCHA...)
MÚSICA: ADAGIO LA PATÉTICA

-
LOS PÁJAROS DE NUESTRA MEMORIA --------- Lee (GRACIELA Sandoval)

tal vez el poema sea
un campo dorado
a la espera

de la lluvia

y del viento

que mecerá
los árboles

donde descansan
los pájaros

de nuestra memoria
------------------------------ Texto (JOSÉ MARÍA PALLAORO)

-
AL RAS ----------------------------------------- Lee (LILIANA Perdomo)

Lo pequeño se hace inmenso
Lo profundo cava
hasta desmentir el borde
Lo avizorado es apenas
el punto de encuentro y
el punto de fuga.

Hacia el centro y hacia afuera
y hacia más allá
algo incandescente frágil nos reúne.
Por debajo de los escombros
y los sagrados huesos
más adentro
más hondo
está lo que osamos
está lo que desguarnece.

La doble trama sustantiva
el verbo de la ascensión.
Lo que nos desea
Lo que nos iguala.

Estremecimiento
de todo
cuanto queda por nacer.
-------------------------------------------- Texto (GRISELDA EUSTRATENKO)

-
II ---------------- (EL CORAZÓN DEL TEMA: SUEÑOS, COSTUMBRES, VIDAS)
(Suite allegro, vivace, presto, fragmentos, música popular, tanguitos, zambas, como pequeñas introducciones a cada poema o conjunto de poemas?)

----------------------- Fragmento de “Tristezas del vino de la costa” Texto (HAROLDO CONTI, detenido desaparecido) -------------- Lee (CARLOS Aprea)

Música: LA CASA TENÍA UNA REJA…

-
COSTUMBRES --------------------------------------- Lee (CAROLINA Donnatuoni)

no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal
--------------------------------------------------------- Texto (JUAN GELMAN)

-
LÍMITES ------------------------------------- Lee (OSCAR Vernales)

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.
----------------------------------------------------- Texto(JUAN GELMAN)

-
MÚSICA: ASERRÍN. ASERRÁN

LOS PATIOS DEL TIGRE ------------------------ Lee (ANA María Haramboure)

Fueron siempre los pájaros los que anduvieron en los patios
de mi infancia.
A la claridad del canario se sumó el gritito entrecortado
del calafate, el vuelo diminuto de los bengalíes.
Algún mono hubo, pero fue efímero.
Agregaba mi abuelo a la magia reinante sus oros de Gran
Maestro. Sus libros que, de a poco, fueron siendo mis pájaros.
Un tío viajó y en una gran jaula trajo un tigre. Lo aseguraron
a una cadena y esperaron que lo viera.
Su garganta me llamó; aparecí.
El espanto y la maravilla me helaron.
Desde ese día los patios dejaron de ser tales. Fueron selvas
de mármol y mosaicos gastados en donde el terror habitaba.
Era feliz. Tocaba el misterio a diario y no desaparecía. Me
acostumbré ávidamente a lo extraño.
Cuando alguien ordenó su encierro en el Zoológico, lloré.
Entonces comenzaron mis fugaces visitas; temblaba cerca de
su jaula. Su rugido era música tristísima para mí. Le imploraba a su
memoria de fiera el recuerdo.
El día en que me fui a despedir de él para siempre me olió, detuvo
su andar en círculos. Una sombra humana le cruzó la mirada. Intenté
tocarlo. El griterío prudente me clavó en el piso.
Pensé un adiós, suavemente me marché. Más tarde supe de su
muerte. Su carne fantástica se juntó en el polvo a otras carnes.
He crecido. Guardo de mi infancia sus huesos en mi alma, los libros
en mi sangre.
Pero cuando llegue el fin y me miren los ojos que aún no he visto,
pienso que será el tigre incierto de la locura el que me lleve tanteando a
la nada, aquel tigre de titubeo y delirio del suicidio que en su boca me
ahogará clamando.
O tal vez mi viejo tigre, rayado por la piedad, quiera devorarme como
a un niño.
---------------------------------------------- Texto (Miguel ÁNGEL BUSTOS, detenido desaparecido)
-
MÚSICA: PEQUEÑA IMPROVISACIÓN CON ESTILO INFANTIL

MADRUGADA ---------------------------------------- Lee (CARLOS Aprea)

Jugos del cielo mojan la madrugada de la ciudad violenta.
Ella respira por nosotros.
Somos los que encendimos el amor para que dure,
para que sobreviva a toda soledad.
Hemos quemado el miedo, hemos mirado frente a frente al dolor
antes de merecer esta esperanza.
Hemos abierto las ventanas para darle mil rostros.
----------------------------------------------------- Texto(JUAN GELMAN)

-
TANGO: NOSTALGIAS

VIVIR --------------------------------------------------- Lee (OMAR Musa)

Yo te diría:
hay que vivir
hay que hacerse una casa de piedra y huesos de enemigos
hay que amaestrar una oruga
hay que amar
hay que amarse
pero existe mucho de malo en mi y eso me desconsuela,
me inhibe para ponerme entre las varas de un carro y tirar
como un buen caballo mal alimentado, me pone la piel de
plumerillo y margarita silvestre,
me pone ambiguo, me pone
un tinte violáceo alrededor de los ojos – como cuando nos
amábamos - , me pone en manos de esa gentecita que se llueve
en los jardines, y me duele , entonces, que nadie diga
buen día los lunes,
buenas tardes lo s martes,
buenas noches los miércoles, que los jueves
vengan cobradores de horas y noches no abonadas
puntualmente, que los viernes
llegue
esa perfumada carta sin hojas de ayer, sin recuerdos, sin
nada
que no sea el pálido deseo de una carne, que los sábados
mis gatos dediquen un funeral a mi memoria,
que los domingos
un rumor de río se pegue a la piel de los sauces, o ese mayo,
o esa lluvia a las cinco de la mañana, o ese
individuo
que quiere matarse a cualquier hora, o ese que no se mata
porque lo miran desde una azotea,
o no matarme,
sin embargo,
sigo moliendo tu trigo y haciendo tu pan día a día,
relleno
hojas con tormentas, perros y ciudades lejanas, o me
voy
con los amigos
a colgar ropa o fantasmas,
o a tomar mate debajo de ese árbol que se apaga en tus tardes,
mientras
manos pacientes,
en la sombra,
preparan caminos,
lámparas, pueblos tristes,
y antiguos relojes marcan la antigua piel de las calles,
chimeneas, voces
que van
del sudor a la lágrima, a la estrella, a la furiosa raíz,
para contar, para contarte, después,
algo de las banderas,
de las ratas
que se prenden en nuestras uñas,
de lo que bailan
al son de los letreros, o de los sabios,
con las medias aún sucias por el último sueldo y sonriendo
por los agujeros, aunque
a veces
me quede así, con la cabeza en mis perros, mirando eso que
se derrumba muy cerca de mi pellejo, o dentro, y se me
ocurre, entonces,
que el mundo debería tener muchas patas,
como las arañas,
que el mundo
podría ser una olla de guiso,
o un pan,
o esa encantadora flor que se muere en tus ojos, pero
no hay mas que esperar, tejer y destejer, mientras
alimentamos el alma,
y los huesos y las lágrimas van adquiriendo la forma
correspondiente, ya ves que no es mucho, si alcanzamos a
comprender que nunca nos guardarán el turno, que nunca nos
traerán la cabeza del monstruo en cabeza de plata,
y que nunca
dejaran de observarnos
desde ese campo de tigres encorbatados, alertas.
Sin embargo, eso no es todo: miremos alrededor,
démosle de comer a los perros que ya anochece, y déjame
pensar que no es tan difícil vivir así,
contra todos los árboles y los vientos,
amando
con miércoles y azules de las calles con barro, inviernos,
y pequeños dioses surgidos de la mugre,
sonrientes,
esperándolo todo de nosotros, aunque
luego
viene lo demás y no se cómo volveremos a ser lo que fuimos
antes sin renunciar a la vida
con tanto pecho entre agujeros
llamas,
con tanto no amor al amor que existe,
con tanto llanto
y tristeza en los rincones.
---------------------------------------------------- (Sigue CAROLINA Donnatuoni)

-
VIVIR ---------------------------------- (segunda parte: a continuación de OMAR Musa)

No obstante, fíjate,
no es tan difícil vivir así si le damos al alma la forma
de un pájaro
de una flor
de una selva,
de una luz,
e iluminamos lobos, increíbles fronteras, y nos rascamos
las espaldas con ilustres visitantes, o
nos quemamos
cejas, pan y botones
en la primera línea de fuego, siempre, en esa línea
donde
nadie tiene nunca menos de una cruz para nosotros,
una corbata del abuelo, o una bolsa
para que la llenemos de lamentos
no publicados en ninguna parte,
ni cantados,
ni bailados,
ni orinados,
ni vendidos al gitano para que le limpie el trasero al
mono. No, por menos no se puede,
sería
no vivir, no amar, no decir
aquí esta este corazón,
esta zapatilla,
este brazo flaco pero iluminado y duro
para quien lo necesite, para el que llegue primero,
o irse
con los mercaderes,
con los ministros patriotas,
a ofrecer por ahí lo único que nos queda en los bolsillos:
la última gota de tierra, de sal, de bosque, el último sudor
o la flor aquella, tan rara, que una noche
encontraste
al costado celeste de la luna, cuando
grillos y sapos y todo lo que levanta chillidos, ojos
y collares en los salones nos armaban un mundo sin pequeños
propietarios,
sin grandes propietarios,
sin mañana le pago,
sin tendrá que ir al asilo viejito,
sin la plata o la vida,
sin anoche escupí sangre, en fin, un mundo así, hasta el
alba,
hasta que algún gallo atorrante nos ponía otra vez en
este bosque con gerentes, jefes, se atiende de tal a tal
hora, automóviles y chapas de bronce relucientes,
Juanes cansados,
Juanes rumbo al collar y la cadena,
y todo lo que ya sabes, lo que ya conoces, pero tengo
un solo cigarrillo, los gatos regresan sigilosamente
y ya se habre
la puerta
de la noche: escucha
ya llega
la luz de los pájaros
------------------------------------------ Texto (DARDO DORRONZORO, detenido desaparecido)
-
FOTO: De izquierda a derecha: Nina Rapp al piano, Omar Musa, Eugenia (canto), Oscar Vernales, Carlos Aprea y Ana María Haramboure (en sombras).-

“Voces de Vidas”. Poesía y memoria. 2


-
GIECO: TEMA SOBRE LAS FLORES 2ª PARTE

NUEVE ------------------------------------- Lee (OSCAR Vernales)

te cuento de las flores aquellas que decidimos un día cuidar juntos
de cómo intentamos hacerlo
de cómo hay que regarlas día a día para que no mueran
de cómo el yuyal avanza si nosotros nos quedamos
si bajamos los brazos
de cómo las hormigas pueden matarlas
de cómo sus tallos son aún débiles
de cómo su verde aún no alcanza
de cuánto falta para que florezcan
y cuánto falta aún sembrar
te cuento de las flores aquellas que decidimos un día cuidar juntos
y tengo miedo de no verlas.-
---------------------------------------------------------------- Texto (CARLOS AIUB, detenido desaparecido)
-
EL OCASO DE LOS DIOSES ------------------------------ Lee (GRACIELA Sandoval)


No hay nadie en la calle, en los ruidos húmedos, en el
vuelo de las hojas y mis pasos quieren reiniciar
las maderas de la adolescencia.

Pero todo está abandonado, no hay nada que pueda
favorecernos; ningún aire de inconsciencia, ningún
reino de libertad. Sólo hábitos tolerantes haciendo
crujir nuestra memoria. "Ha estado bien", decimos.

Dueños del incendio, de la bondad del crepúsculo,
de nuestro hacer, de nuestra música, del único
amor incoherente; soberanos de esa calle donde los
tactos y la impresión hicieron su universo.

Las sombras acarician aún sus veredas, tu mismo
nombre y tu gesto son una forma nocturna que en
esa constelación crece y sabe enrostrar nuestra
culpa.

Y todo termina con una esperanza, con una dilación
–"ha estado bien"–, o en un bostezo, o en otro
lugar donde es menester el coraje.

------------------------------------------------------- Texto (FRANCISCO “PACO” URONDO)
-
UNO MÁS UNO HUMANIDAD ---------------------- Lee (LILIANA Perdomo)

II

mañana un general con viruela boba habrá de acuartelar a mil conscriptos
porque una mosca le ensució un tintero de la guerra del paraguay
y su esposa tendrá un hijo con un coronel
un forzudo canta un jingle
y en el décimo piso del ministerio dos empleados juegan a la generala
mientras una mujer les muestra la bombacha a dos cadetes

parece que van a tapizar el sillón de la presidencia
y está en estudio clausurar la poesía

¿qué hace el tanque ése parado en la puerta de mi casa?


III

el hijo del poeta surrealista
remontó clandestinamente un barrilete
viendo a un albañil leer a Kant en el tranvía

y cuando vi que el padre del ministro se transformaba en iguana
recuerdo que se organizó un campeonato de ajedrez en una villa miseria

así empezaron las cosas
fue cuando las gallinas todavía empollaban huevos

ahora
a los almaceneros se les ocurrió estudiar taquigrafía y bailes clásicos

no creo que aguantemos mucho tiempo.
------------------------------------- Texto (ROBERTO J. SANTORO, desaparecido el 1° de junio de 1977)
-
MÚSICA: TEMA DE LA RESACA

CADA DÍA QUE PASA ----------------- Lee (CARLOS Aprea)

Sin excepción, casi por naturaleza o desatino,
todos los días, a la mañana, temprano,
ando por este camino. Llego tarde al trabajo y con
alegría, cuando
es necesario llegar más temprano
y con indignación o repugnancia o sed
de venganza o rabia. Todo esto
no me martiriza ni me apena, aunque parezca
lo contrario y tenga olor a traición; sé muy bien,
con toda impaciencia, que el ocio
llegará algún día con la revolución. Y que ni una cosa
ni la otra vienen de la tristeza o de la impotencia.

Voy cansado, es cierto, harto como todo el mundo que se precie,
o con desaliento; pero nunca falta
alguna cosa, un olor,
una risa que me devuelva,
para valer la pena; recién entonces empiezo a convencerme;
calles sucias y bocinas y el tráfico
alucinado y dormido todavía; viejos conocidos,
como el destino
o la bruma de la ciudad. Y
el mal semblante; la desconfianza
en los ojos, en los grandes ojos de la gente
hechos para volar. Manos enrarecidas
que rodean
la calle sitiando su respiración. Dominados
del mundo; empleadas
tersas y vulgares bajando
de coches lujosos de los dueños
de otras empleadas, y así sucesivamente.
------------------------------------------------ Texto (FRANCISCO “PACO” URONDO)

-
MÚSICA: CANCIÓN DEL ÁRBOL DEL OLVIDO

LA PURA VERDAD -------------------------------- Lee(ANA María Haramboure)

Si ustedes lo permiten,
prefiero seguir viviendo.
Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:
siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.
Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor
y miedo y apremio.
Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.
Me avergüenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,
un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin
darme cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a
cualquiera o aburrir de golpe.
Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi
memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.
El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,
pero lo he derrotado
para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán algún día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la
Cenicienta, aunque algunos
me recuerden con cariño o descubran mi zapatito
y también vayan muriendo.
No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.
La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.
Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:
sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.
Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no
sirve y se corrompe.
Puedo hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.
Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida
Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.
Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme
Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.
--------------------------------------------------- Texto (FRANCISCO “PACO” URONDO)

-
MÚSICA: TEMA M. E. WALSH

ARGENTINAZO ---------------------------- Lee (LILIANA Perdomo)

He vuelto.
Ni la luna naranja ni el velamen chinesco
me importan,
ni les pido a los focos del muelle
que hagan niños de niebla,
rondas que me conduzcan, jugando al Gallo Ciego,
a la infancia perdida.

Puerto, dame ruidos de güinches y anclas,
cataratas de trigo,
el rechinar de un tren que huela a estiércol,
el cencerro de la vaca judas
deshaciendo muuues de uno en fondo
por los bretes que dan al matadero.

Dame un fulgor de ocaso
(pon, si gustas, alguna nube lila,
el parpadeo de la Cruz del Sur),
que vaya dorando:
letrinas de cartón, techos de pajabrava,
arrabales de cinc, chimeneas sajonas,
palo mayor de un barco…

Y fuime con mi cóndor riesgo adentro,
buscando el epicanto del sismo del coraje,
el volcán del fervor.
Todos eran muchachos. Tenían en los ojos
un severo destello y llevaban la edad
barbada y miliciana.
Escapados del cerco de la droga y lo morbo,
fueron formando oleaje,
un trueno hecho de venas dilatadas en grito
rodando largamente por la urbe y el mapa,
una carga suicida de amor loco y furioso
por sentir que los beses
emancipada, Patria,
contra la turbia horca de la traición
cerrándose
para quebrar sus himnos.

-------------------------------------------- Texto (IMAR LAMONEGA, detenido desaparecido)
-
MÚSICA: FINAL TEMA M. E. WALSH

NO OLVIDAMOS NADA --------------------------- Lee (CARLOS Aprea)

No olvidamos el llanto
ni el vacío de los muertos en la tierra.
América circula con todo sufrimiento.
Pero canta.
No con voz de fuerza.
Canta el día de luz que llega
por el río de trigo,
al ardor de sus hombres
erguidos y en marcha.
No olvidamos nada.
Pero el canto es la fiebre más alta.
Huye de nuestras frentes,
señala nuestra sangre.
Alto. Altísimo.
Como nuestro amor.
------------------------------------- Texto (MIGUEL ÁNGEL BUSTOS, detenido desaparecido)
-
SONIDO DE LA VOZ HUMANA ----------------------- Lee (OSCAR Vernales)

Llueve húmeda será la luna cortada
a ras del cielo sangriento que me cae.
Por cada vez siempre
me pongo y salgo
con mi corazón de sol sobre el horizonte.
Daré a todos
la puesta de corazón aquella
de las seis de la mañana del día más puro..
Hago la noche hago de cuenta que hablo visible invisible.
No seré de los de un hierro y un alma solos.
Luz no olvido lo que imagina mi sangre en tus venas mi boca
que no es mía.
Soy mil por mil a cuatro costados
un cuerpo mundo de mil lenguas.
No olvido créeme no olvido
acabo de nacer no olvido para siempre.
---------------------------------------------- Texto (MIGUEL ÁNGEL BUSTOS, detenido desaparecido)
-
VERBO IRREGULAR -------------------- Lee (GRACIELA Sandoval)


yo amo
tu escribes
él sueña
nosotros vivimos
vosotros cantáis
ellos matan
--------------------------- Texto (ROBERTO J. SANTORO desaparecido el 1° de junio de 1977)
-
MAREA DE ELEGÍA ---------------------------- Lee (CARLOS Aprea)

El aire de la marcha es nuevo para todos.
Tengo aún la palabra; la ejerceré más alto.

Llegué con los escombros de un cielo sobre el rostro
y escucho crepitar hogueras de fervor,
fuegos poniendo en fuga bestias que me asolaban.

Nada impide que vea pasar incandescencias,
que sienta una península como siento a mi padre,
que vaya a mirar rostros que quiere la ternura
o el azogue de nada que me revela vida.

La marea está alta, acumula en Los Andes
Nilos como el de Cuba con limo para todos.

El corazón es patria soñada, prometida,
del vuelo vagabundo de la sangre del hombre.

Todo obliga a explorar hasta el adiós final.
------------------------------------------ Texto (IMAR LAMONEGA, detenido desaparecido)-
-
FOTO: Oscar Vernales y Carlos Aprea.
-

“Voces de Vidas”. Poesía y memoria. 3


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MÚSICA: PALOMITA BLANCA 1ª PARTE

-------------------------------------------------------- Lee (CAROLINA Donnatuoni)
MARÍA VIENE CON ESTELLAS EN EL PELO,
ella recién nacida de raza milenaria,
como si la empujaran los fantasmas furiosos,
aquellos mismos vientos, la llanura salvaje.

Pero lleva puestos su tapado y sus zapatos
vulgarmente modernos, para mentir que es buena,
perfecta occidental. Habla un buen español
para que no descubran su lengua vengadora.

María, que admitió mi mano blanca, sabe
que llevo, yo también una mascara: nombre
y apellido y corbata y algunos papeluchos
de acuerdo con las leyes, por hoy y mientras tanto,

seguiremos soñando poder amanecer
un día despeinados, desnudos y aborígenes,
salir y caminar por Nuestras avenidas
y saludar a gritos al resto de la tribu.
-------------------------------------------------- Texto (DANIEL O. FAVERO, detenido desaparecido)
-
MÚSICA: PALOMITA BLANCA 2ª PARTE

LLUVIA EN LA VILLA ------------------------- Lee (ANA María Haramboure)

afuera
el agua cae
de arriba para abajo
adentro
el agua sube
de abajo para arriba
-------------------------- Texto (ROBERTO J. SANTORO, detenido desaparecido)

-
CÁRCEL DEL PUEBLO ------------------------------- Lee (CARLOS Aprea)


ciudadano de la clase 39
factor rh negativo
comunica a la división de investigaciones
policiales antidemocráticas
haber descubierto una cárcel del pueblo
está ubicada cerca de mi casa
es la villa miseria
a la que da su espalda
la manufacturera algodonera argentina
sociedad anónima.
---------------------------------- Texto (ROBERTO J. SANTORO, detenido desaparecido)

-
MÚSICA: HOY VENGO A ENTREGAR MI CORAZÓN

¿QUÉ ALTURA PISÉ AHÍ? --------------------------- Lee (OMAR Musa)

Me pareció petiza mi ciudad.
Mi Paraná emotivo corría embarrancado
a lo largo del centro
y al final fluyó en su delta de barriadas de cine.

Delante de mis pasos iba el galgo del ansia
y un rastro de mujer me conducía
a una dicha olvidada.

De pronto, boquiabierto, me encontró
ante el presidio.
¿Qué altura pisé ahí,
tirado en la humedad, bajo la manta
que olía a otras angustias?.

Seguro que no fue cuando llenaron
la cárcel de escolares
y sacáronme adrede, para apagar las risas
y chocar con la triste mirada de mi pibe,
quien me colgó la mustia guirnalda del abrazo
y alejose, humillado.

¿Fue acaso en el banquito,
con mi Rosa de un lado y un milico del otro
cuando ví que salía entera de su cara
la lumbre del amor
y por fin divisé
tierra de eternidad?
--------------------------------------------- Texto (IMAR LAMONEGA, detenido desaparecido)
-
MÚSICA: FINAL HOY VENGO A ENTREGAR MI CORAZÓN

EL ÁRBOL -------------------------------------- Lee (GRACIELA Sandoval)

De la violenta madrugada
un hombre entra a su casa y el olor de sus hijos
le golpea la cara, los olvidos, la furia,
ahora cierra la puerta con doble llave
y se saca la gente, la ropa con cuidado,
apaga los gritos de la camisa
o los ojos del camarada que brillan en la cárcel
y oye cómo se mueve la ternura en la pieza,
bajo sus ramas dormirá todavía una noche,
bajo sus ramas yacerá cuando caiga.
------------------------------------------------- Texto (JUAN GELMAN)

-
DOCE ---------------------------------------------- Lee (OSCAR Vernales)

la tristeza es una figura de humo
muy cierta por cierto
la tristeza es una niña vestida de otoño
un encuentro común aunque no la busco
la tristeza es un pedazo de cielo tras la ventana pequeña de una celda
es morir y no ver el triunfo.-
-------------------------------------------------- Texto(CARLOS AIUB, detenido desaparecido)
-
MÚSICA: TONADA DEL VIEJO AMOR

EL HOMBRE LIBRE ----------------------------------------- Lee (LILIANA Perdomo)

Estaban los dos hombres en un calabozo.
- ¿Por qué estás preso? - preguntó uno.
- Porque soy libre - contestó el otro.
- ¿Y qué es la libertad?
- La libertad no existe, como no existe el hombre. Sólo existe el hombre hambriento y el hombre libre.
- ¿Y qué es ser un hombre libre?
- No decir y no hacer lo que los hombres libres quieren que uno diga y haga.
- ¿Y si te obligan?
El hombre libre se rió.
- Precisamente – dijo-, ahí está la fuerza del hombre libre. Nadie puede obligarlo a decir ni hacer lo que no quiere.
- Sin embargo – dijo el otro-, ahora, por ejemplo, te obligan a no estar con la mujer que amas.
- ¿Y quién te dijo – contestó el hombre libre- que no estoy con ella?
------------------------------------------------------------ Texto (DARDO DORRONZORO, detenido desaparecido)
-
MÚSICA: FINAL TONADA DEL VIEJO AMOR

LA VERDAD ES LA ÚNICA REALIDAD ------------------ Lee (OSCAR Vernales)

Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el ángelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente el presente, pero
pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso cubriendo la Patagonia
porque las
masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad como
la esperanza recatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse, a rescatar
lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.
------------------------------------------------- Texto (FRANCISCO URONDO, Junio de 1976)
-
NOTA XII ------------------------------------- Lee (ANA María Haramboure)

Los sueños rotos por la realidad
Los compañeros rotos por la realidad/
Los sueños de los compañeros rotos
¿Están verdaderamente rotos / perdidos / nada
se pudren bajo tierra? / ¿su rota luz
diseminada a pedacitos bajo tierra? / ¿alguna vez
los pedacitos se van a juntar?
¿va a haber la fiesta de los pedacitos que se reúnen?
Y los pedacitos de los compañeros / ¿alguna vez se juntarán?
¿caminan bajo tierra para juntarse un día como dice manuel? / ¿se
juntarán un día?
De esos amados pedacitos está hecha nuestra concreta soledad /
Per / dimos la suavidad de paco / la tristeza de haroldo / la lucidea de
/ rodolfo / el coraje de tantos
ahora son pedacitos desparramados bajo todo el país
hojitas caídas del fervor / la esperanza / la fe /
pedacitos que fueron alegría / combate / confianza
en sueños / sueños / sueños / sueños
y los pedacitos rotos del sueño / ¿se juntarán alguna vez?
¿se juntarán algún día / pedacitos?
¿están diciendo que los enganchemos al tejido del sueño general?
¿están diciendo que soñemos mejor?
--------------------------------------------------- Texto (JUAN GELMAN)

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MÚSICA: ANA CANCIÓN INFANTIL

-------------------------------------------------------------- Lee (OSCAR Vernales)
YO NO QUISE SALVARME SINO DEL EGOÍSMO;
Quise hacer con mis venas una comunidad
De vida y esperanzas; quise amarte; luche
Para enterrar el odio y odié como un soldado

De la paz que no nace con su libertad única.
Comprobé los engaños fatales donde están
Sometidos millones de hermanos, milenarias
Tristezas donde duermen los dientes dominantes.

Comprobé la dulzura cuando fuiste mujer
De mis combates, cuando vi más allá
Mirándote, menuda, compañera infinita
Y descubrí la madre del hombre nuevo andando.

Yo no quise salvarme sino de la traición,
De la cobarde fuga, de la filosofía
De los desentendidos, cómplices del sepulcro;
Entonces, sus gatillos, sin querer, me salvaron.
--------------------------------------------- Texto (DANIEL O. FAVERO, desaparecido el 24 de junio de 1977)-
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FOTO: Omar Musa.
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“Voces de Vidas”. Poesía y memoria. 4


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III --------------- (VOLVER Y LO QUE QUEDA: DOLORES, RAZONES, DUDAS)
(Final, andante, moderato, breves ritornelos?)

MÚSICA: TEMA DE MILONGA

NOTA V ------------------------------- Lee (OMAR Musa)

no echés a la tristeza del fogón/
siéntese aquí a mi lado/vieja/
usted nunca me va a dejar/
perdonemé si la olvidé

si anduve de rabia en rabia
saliendo de un muerto entrando
a otro muerto o mundo roto/
si así viaje todos estos años/

arrímese/tristeza/
que me hace tanta furia
y tanto puerto muerto y
necesito viajar/viajar
-------------------------------------- Texto (JUAN GELMAN)

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MÚSICA: FINAL MILONGA

RAZONES ------------------------------- Lee (CAROLINA Donnatuoni)

Porque nos hemos resistido a sólo
consumir y prosperar como el resto del mundo.
Porque aún guardamos una memoria
para los muertos que adornan, para nadie,
las zanjas de esta cruel ficción llamada patria.
Porque todavía no se nos mezclan del todo
los variados rostros del verdugo
con el único rostro de la criatura humana.
Porque debemos, a nuestro juicio, lealtad a la palabra
y hablamos cada día con mayores silencios
hay en nuestras mesas alcoholes formidables,
ademanes de patética sinceridad
y risas que dejamos escuchar como pedazos de pan
cayendo al fondo, pero sólo mientras tanto.
---------------------------------------------------------- Texto (NÉSTOR MUX)

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JORGE JULIO --------------------- Lee (GRACIELA Sandoval)
dónde

dime con quién andas
a quiénes nombra
tu nombre, de cuántos habla
tu gesto
y te diré dónde acabas
de qué muerte
se rehace lo que callo // dime
a dónde me lleva tu palabra
y te diré hasta dónde llega
tu palabra // dime
cuánto mide la verdad
cuánta verdad
se para sobre sí
como una mujer
como un hombre
recuperados de sí
y te diré en qué pozo
zona abisal
en qué ciénaga o baldío
eché tus años
para que no contagie
para que no camine
tu palabra // dime
quiénes te buscan
y te diré quién eres.
---------------------------------------- Texto (INÉS APREA)

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MÚSICA: CANCIÓN INFANTIL ANA

PERROS ATADOS -------------------------------- Lee (OSCAR Vernales)


Es posible que ese perro atado ladre
a estrellas que lo aturden con señales
o aúlle a quienes lo dejaron vigilando
para nadie, una casa abandonada.

Los vecinos se quejan porque no pueden dormir,
escuchar la radio o lustrar sus automóviles.

Mientras tanto yo le adivino colmillos azules
como el amor o la muerte y lo imagino altivo
como algunos hombres o como muchos perros.

Porque su sonido tiene algo de delicada insensatez
o de agonía, y ese sonido se impone por sobre las voces
desafinadas y rancias de la gente
mezcladas como al fondo de una olla.

Y porque es posible que yo esté atado también,
pero sin su convicción para ladrar y aullar
ahora que siento finalmente que me han dejado solo
vigilando una luz casi deshabitada.
------------------------------------------------------------- Texto (NÉSTOR MUX)

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MÚSICA: CASERÓN DE TEJAS

LA ENREDADERA ------------------------ Lee (GRACIELA Sandoval)

Las rejas desaparecen

Es indudable que ese jazmín crece
para recordarnos
que la belleza es
aún posible

dentro de pocos días
sus flores perfumarán

la intimidad de esta habitación
donde consumo mis horas

en busca de un tesoro que no encuentro
y que no sé si existe
----------------------------------------------- Texto: (JOSE MARÍA PALLAORO)

MÚSICA: TANGO VOLVER 2ª PARTE--

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“Voces de Vidas”. Poesía y memoria.

Poemas y textos de:
Haroldo Conti
Francisco Urondo
Imar Lamonega
Dardo Dorronzoro
Carlos Aiub
Roberto Santoro
Miguel Ángel Bustos
Daniel O. Favero
Juan Gelman
Néstor Mux
José María Pallaoro
Griselda Eustratenko
Inés Aprea

En las voces de:
Ana María Haramboure
Graciela Sandoval
Carolina Donnatuoni
Omar Musa
Liliana Perdomo
Oscar Vernales
Carlos Aprea

Intervención Musical: Nina Rapp

Lunes 23 de marzo - 22hs.
Centro Cultural El Núcleo (6 Nº 420 e/40 y 41) - La Plata
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FOTO: Nina Rapp y Ana María Haramboure.
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lunes, 23 de marzo de 2009

JUAN ANTONIO VASCO: El largo olvido de un poeta argentino



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Por Alberto Luis Ponzo


Maestro rural, vidrierista, integrante sobresaliente del grupo surrealista de los años 50, publicista y, en un plano de mayor trascendencia, poeta y narrador original, Juan Antonio Vasco pertenece sin duda a esa franja de la cultura del silencio que todavía no ha tenido el reconocimiento de sus contemporáneos. Pocos críticos se han ocupado de revelar la trama densa y sensible de su obra, en la que se cruzan experiencias conflictivas, adhesiones y rechazos, imágenes que “desafían la mezquindad convencional de nuestra vida”, como ha dicho Graciela Maturo, y elementos propios de sus incursiones en los campos de la crítica y el ensayo.

Pasó Vasco buena parte de su vida en Venezuela, donde representó a una de las más importantes empresas de publicidad, y allí realizó un notorio giro intelectual y estético, tomando contacto con una América que “desuella a sus hijos”, como expresó en uno de sus reveladores poemas.

Había llegado a Caracas luego de participar en uno de los movimientos de mayor gravitación en la literatura continental: el surrealismo, esa “mística de la revuelta contra la condición humana mezquina y sórdida, según una precisa definición de Aldo Pellegrini, uno de los más lúcidos teóricos de las nuevas propuestas. La trayectoria del poeta-vendedor había comenzado con “El ojo de la cerradura” (1943), libro de resonancias hispánicas, pero muy pronto tomaría otros rumbos más comprometidos y originales, tal vez favorecido por los cuestionamientos de otros poetas y la actitud de autores hoy más reconocidos, como Enrique Molina, Francisco Madariaga o Alejandra Pizarnik.

Es así como, el mismo año de su viaje a Venezuela, Vasco se orienta vigorosamente hacia una poesía conversacional, sin ecos retóricos, que dio a conocer en “Cambio de horario”. Más tarde, ya en posesión de un idioma “sin subterfugios ni elementos decorativos”, como expresó recientemente Ricardo H. Herrera, adquiere su más alta tensión en “Destino común” y “Pasen a ver”, dos obras editadas en Venezuela y Argentina.

“El poeta es más que nunca el contradictorio, el contradictor, el que contradice, el que dice-contra”, escribió Juan Antonio Vasco. Desde esta óptica tan rigurosa impugnaba “el uso publicitario del lenguaje, porque hacía sospechoso el pan cotidiano y creaba una atmósfera interior explosiva.”.

Vasco no dejó fuera de esa órbita cuestionadora el género narrativo, la crítica y la investigación literaria. Algunas revistas de Venezuela adelantaron cuentos de su libro inédito “La cama carnívora”, además de poemas, estudios críticos y traducciones.

En su libro “Proyecciones del surrealismo en la Literatura Argentina”, Graciela Maturo lo define como “hombre de América, en una actitud negadora y a la vez fáctica, destructiva y augural”. Nacido en Buenos Aires en 1924, Vasco falleció como consecuencia de una esclerosis generalizada, sesenta años después. Hasta sus últimos días siguió trabajando con un grabador y “el palito que movía con sus dientes”, como él mismo contaba.

“Nos dejó una poesía indisolublemente ligada a su vida –escribió Herrera– y es eso lo que de verdad nos interesa, esa inextricable y explosiva mezcla de su legado”.

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POEMAS DE JUAN ANTONIO VASCO (1924-1984)


ANTIGUAS COSTUMBRES

Misericordia oh mundo oh vida oh conocimiento del arte, oh ciego candor de la balada de nosotros mismos
Fuera de tono
Este siglo completo habrá que transportarlo a través de la nieve a pulso y a crédito
Allá en la gran parrilla San Sebastián gusta de los placeres de la música;
el cordial caballero sujeta los cordones de sus zapatos y no tiene tiempo para más
porque todo se le va en sufrir
¡Cómo fracasan las costumbres naturales!

(Pasen a ver)


EPITAFIO DE UN LIMPIO

Quiero dejar escrito
pintado en la pared
todo el bien que me han hecho
los ríos de agua fría
el mar caliente
el sol desnudo
las ciudades con olor a ceniza

Mis amigos
con una bengala en cada mano
para mí
carpintero de la nostalgia
mudo de padre y madre
me daban la bienvenida
y mis mujeres
la vida
en Londres bajo la lluvia
en Caracas bajo el sol

Puedo llorar a mares
me voy porque me voy
no porque quiera
la pasarela del Samborombón
ya no se pasa
y la esquina rosada de Barinas
ya no se cruza
el avión ya no toca en Grano de Oro
el ferry no fondea en Palmarejo
la chalana no amarra en Soledad

Me voy
me llevo todo

me voy limpio
hablando en español con mi boca de
tierra

(Pasen a ver)

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(De: “Antología de la Poesía Argentina”. Tomo II, de Raúl Gustavo Aguirre. Ediciones de Librería Fausto, 1979)-

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sábado, 21 de marzo de 2009

Roberto Themis Speroni: El poeta, el taciturno, acaso la sombra de un anillo



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… yo, el poeta, el taciturno –acaso
la sombra de un anillo, acaso el simple
sollozo de un guijarro, acaso el vuelo–,
voy integrando el ser, lo que los años
separan dividiendo, haciendo trizas
junto al hueso constante del invierno.

¡Oh, camaradas, ágiles guerreros
de aquella luz buscada y conseguida!...
Con cuánta lentitud, con cuánta angustia
debo internar mi soledad, mi sangre
por el invierno que a mi lado eleva
sus follajes de escarcha.

Por momentos,
descubro que hay un símbolo terrible,
una inviolable lápida asfixiando
esto que soy y somos, esta ardiente
necesidad de andar, de ver el grito
que el invierno sostiene, que aprisiona
con terquedad de hiedra en lo sombrío.
¡Si uno pudiera estar en toda fuente,
sumergido en profundas aventuras
solamente cercanas al espíritu;
si se pudiera descorrer el viejo
cabello del invierno, si la mano
quitara de improviso lo dormido,
lo muerto en apariencia, este gran hueso,
esta oquedad mortificante y sola
tal vez se estremeciera, diera un vuelco
hacia la estrella misma, y en el cielo
veríamos el mar, el valle hermoso
que los sueños contemplan solamente...!

Y sin embargo a tientas, yo, el poeta,
internándome a siglos, destrozado
por aguzadas limas que aparentan
infinitas ternuras, por espectros
que me arrojan arañas polvorientas,
adormideras, rostros invencibles,
sigo a paso de arena este gran hueso
donde el invierno es único monarca,
dios de cristal, señor de la derrota...

--

Roberto Themis Speroni (La Plata, 1922-1967). Canto I (fragmento) de “Un poeta en el hueso del invierno”. En: “Veinte poetas platenses contemporáneos”, 1963.
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jueves, 19 de marzo de 2009

“Geometría” y otros poemas de Ana Fernández



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LLUVIAS


Lluvia
ratificando la ventana
los rincones
la puerta cerrada.
Crepitaciones de leños en la casa
afuera
un agua sin vestigios de mar.


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LO IRREVERSIBLE


La soledad es una ventana vacía
un espejo sin imagen
un río seco.
Realidad de muros ahuecados
de seres perdidos
que como soles muertos
caen
y ensombrecen el canal.
La memoria acuosa
marca un número a ciegas y entretiene
el diálogo del océano
con el bagaje
de un viaje sin regreso.

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LA NIEBLA OCULTA EL HORIZONTE


De los bienes de la memoria
persiste un sonido de alas.
En el paisaje
las horas se suceden y el mar
limita siempre la tierra.
Alguien escruta los cráteres
y un viento claro pasa y subleva las tinieblas.
Buen samaritano
el tiempo
enciende el sol.

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CÁNTARO ROTO


La tierra sin ojos
con pies de sangre

se rompe
contra los muros
de los dioses falsos.


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ABSTRACCIONES



El horizonte es abusivo
vivir
deja señales en la memoria.
Vengo
la mirada en lo posible
el aire y el sol
no tienen país.

Del libro inédito “ATHANOR”.

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LOS AMANTES


Los amantes
conocen la violencia de nacer desnudos
su vuelo es estruendo.
Cuando el gorjeo enmudece
un agua negra brota de las alas
y la eternidad pierde sus signos.

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GEOMETRÍA



En la conjugación de los cuerpos

marcamos

el posible punto común.


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ADIOSES


Entre un sí y un no
zarpan los barcos.


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Ana Fernández nació en Buenos Aires y actualmente vive en Bruselas. Profesora de letras, fue integrante del Consejo de redacción de la revista “Barrilete” (1964-1966), de la revista “Cero” (1966-1968), colaboradora de la revista “Vigilia” hasta 1975. En 1978 debió exilarse en Bruselas, donde se incorpora al equipo de redacción de la revista “Franja” (1980-1982). Desde 1993 se dedica a la investigación sobre literatura hispanoamericana y comienza a coordinar talleres literarios. En 2003 se integra al grupo de poetas de “La casa de la Higuera”.
Publicó en poesía: “La vida de golpe” (1965) y Sur (1981); y la novela “Fragmentos de una memoria” (2006).
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domingo, 15 de marzo de 2009

“Cecilia Cepeda, condenada a muerte” por José Pablo Feinmann



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Cecilia Cepeda no se llama Cecilia Cepeda. Es su nombre artístico. El verdadero, nadie lo sabe. Sospechan –los mal pensados– que ha de ser tano o gallego. Eso dicen: tano o gallego. Que es como decir “grasa”. Porque Cecilia Cepeda no da Cepeda. Cepeda, para ella, es demasiado fino. Y ella, de fina, poco. Lo suyo es la contundencia, la estética de la exageración. Su público, que suma legiones, la ama así. Ella no necesita ser otra cosa para que la amen porque la aman como es. Cecilia Cepeda es la reina de la televisión de Argentia, un país del sur que dice ser la capital cultural de América latina, pero muchos sospechan que no. Si lo fuera, ¿tanto amaría su pueblo a Cecilia Cepeda? Transforman en oro todo lo que en ella es otra cosa. Cualquier otra cosa pero no oro. Si es tosca, dicen que eso, en ella, es desenfado. Si habla mal, es porque se le atragantan las palabras, de tantas que tiene para decirle a su público, al que ama. Si acumula amantes a los que luego tira a la calle es porque no tiene suerte en el amor, la pobre. Si es gorda es porque es auténtica. Si es bizca, le queda bien. Si trata mal a su equipo es para formarlos, porque sólo el rigor educa. Para qué seguir. Ama y es amada. Su público ve en ella la alegría, el triunfo en la vida, el derroche gozoso, el lenguaje del pueblo, la sinceridad, la luz que sólo los poderosos despiden, y el amor. Porque ella ama a todos. Y para ella todos son bellos y hasta más que bellos, divinos les dice. Tiene un corazón enorme, expansivo. Ama tan desmedidamente a sus perritos que, si no fuera por lo tanto que se debe a su público, viviría para ellos. Cierta vez –quién podría olvidarlo– uno de ellos murió y fue como si se decretara duelo nacional: nadie se presentó a trabajar y todos la acompañaron al cementerio y lloraron con ella. Ella, de luto, con anteojos negros, con pañuelo blanco en la nariz, despidió al animalito con tres o cuatro ladridos que impresionaron a todos. Fue como oírlo al pequeño una vez más, ya que el bichito era parte de su programa, bailaba en dos patitas, correteaba entre los bailarines, y hasta un día, de vivaracho que era, le meó un zapato a la diva, que lo mandó a la puta madre que te parió animal de mierda con una gracia que deleitó a todos. Sin embargo, el revoltoso bichito no volvió a aparecer en cámara.

Cecilia Cepeda se desplaza en un Mercedes Benz rosa que conduce uno de sus sirvientes más fieles: Miguelito Cantarelli. Ella, que ama a todos, aún más, como si algo así fuera posible, lo ama a él. Con Miguelito han recorrido el mundo, con Miguelito han escuchado la música que ella ama: Pat Boone, Bobby Darin, Frankie Avalon, los cantantes que la marcaron en su infancia o tal vez ya en su adolescencia, con Miguelito han hecho fiestas locas, posmodernas (palabra que Miguelito le enseñó), con esos adorables amigos de Miguelito, tiernos gays que pintan sus cuerpos de dorado, que bailan como demonios o como ángeles, siempre maravillosamente, y que ella recibe con dulzura, con su sonrisa de enormes dientes, baila toda la noche con ellos, se embriaga con ellos, se harta de ellos y al amanecer los echa apelando a sus gritos más roncos y más toscos y a ciertas expresiones inusuales: mariquitas, invertidos, petiteros putos del Petit Café, comilones, marcha atrás y otras definiciones del viejo pasado que –más que ofender a los bailarines gay, que se retiran sin más– revelan la lejanía de ideas que en ella aún permanecen, obstinadamente.

Un día, Miguelito la deja en la puerta de su mansión en la banlieue de Baires y ella, olvidadiza, le confiesa: “Hoy pasamos por Piaf y vi un vestido de noche divino, divino. Vos ibas muy rápido, tonto. Y no pude detenerte y comprarlo. Andá vos. Es uno negro, escotado y extra large”. Le da 20.000 dólares. “Con lo que te sobre comprá dos botellas de Chivas. Me compré todas las temporadas de 24. ¿Sabes, Miguelito? Siempre que Jack Bauer tortura a alguien tengo un orgasmo.” Esa noche, Miguelito no vuelve. A la mañana lo encuentran muerto en un lugar poco elegante de Berazategui, zona suburbana de por sí no muy fina. Miguelito tiene la garganta cortada de lado a lado. Y de los 20.000 dólares, nada. Aquí empieza la etapa fundamental en la vida de Cecilia Cepeda. Enloquece acaso. Pero enloquecer por una causa justa, ¿es enloquecer? Piénsenlo. Muerto Miguelito, Cecilia (luego de anunciar en los diarios que ese día dirá en su programa palabras de importancia nacional) las dice: “Lo que falta en este país es el castigo que la Biblia nos enseña. ojo por ojo, diente por diente. Miguelito Cantarelli está muerto. Su asesino, vive. Pero no bastará con atraparlo. Debe morir. Amores míos, divinos de mi corazón, seamos sinceros: ¿no debe morir el que mata? ¿No debe recibir el mismo castigo que él ha propinado? ¡Sí, digamos sí! Vayamos a nuestra Plaza Mayor y en la cara vacilante de este Gobierno cobarde pidamos: ¡Muerte al que mata!”. Y entonces (¡oh, entonces!) Cecilia arriesga su apuesta más temeraria. Lo hace porque es valiente. Porque se atreve a asumir para sí lo que pide para otros. Ella, que nada tiene que ver con el común de la pobre gente, se incluye en ese mundo, se pone a la altura de los miserables mortales, y acepta compartir los riesgos de todos. ¡Sublime, exclaman sus devotos, sublime! Porque Cecilia Cepeda dice: “Oigan bien, mis amores. Escuchen mis palabras directrices. Pueblo entero de mi patria. Aun aquellos pocos que no se ven mi programa, y que ya lo verán. ¡Si yo, Cecilia Cepeda, matara a alguien, porque la vida es compleja y nadie sabe en qué encrucijada del destino puede hallar su perdición, exijo para mí la pena de muerte! Así como exijo al Parlamento su inmediata promulgación. Basta de farsas. El que mata, muere. Si el que mata sabe que morirá, ya no habrá más muertes. ¡Vamos, mis amores, mis divinos, recorran las calles de la República y pregonen este credo de paz, de paz social, de amor por los sanos, por los inocentes!”.

Regresa tarde esa noche a su casa. La espera Haroldo Irurzúa, su actual amante. “¿Escuchaste mi sermón?”, pregunta ella, henchida de orgullo. “Me importa una mierda tu sermón. Te dejo. No te aguanto más.” “Eres impredecible, Haroldo.” “Más de lo que vos pensás. Tengo grabadas todas nuestras maratones sexuales, hetaira insaciable. Si tus divinos llegaran a verlas advertirían lo que eres: una pobre mujer dominada por tus compulsiones sexuales, que te llevan a todo. Más que nada a la impudicia.” No es nuevo esto para Cecilia. Le ha pasado con cada amante que tuvo. Siempre recurre al mismo recurso. En general, ha fallado. Tal vez su puntería no sea una de sus virtudes. Pero hoy, furiosa, demente, incapaz de controlar su pulsión de muerte, agarra un sólido cenicero de vidrio compacto, que donde golpea desgarra, donde desgarra lo hace muy adentro, muy profundamente, y si logra hacer esto, mata. Lo tira con una fuerza –digamos– titánica sobre Haroldo Irurzúa. Le acierta en el medio de la frente. Y la cabeza del fogoso amante explota como un misil norteamericano en Irak. Todo el departamento se tiñe de sangre. Cecilia no pierde la calma. ¿O no tiene a su servicio al mejor abogado del país? Lo llama por teléfono. “Cuneo, venite para casa.” Tal vez al surgir el nombre “Cúneo” hayan pensado ustedes en un famoso abogado del imponderable decenio menemista, durante el cual Cecilia Cepeda brilló más que nunca en su vida. Mas no: se trata de otro “Cuneo”. Cuneo Liberatti, acaso amigo o socio del otro, pero no el mismo. Liberatti llega a la casa de Cecilia. Y dice: “Nena, esta vez sí que la embarraste”. “Inútil, sorete petulante, arrugás ante el primer problema verdadero. Sacame de ésta, letrina. Para eso llevo pagándote fortunas durante años.” Cecilia Cepeda va a la cárcel. Ahí la reciben jubilosamente, mas le destinan una celda común. Cerca de ella está el general Videla, a quien Cecilia admira apasionadamente. Sostienen amigables conversaciones. Ella no lo duda: saldrá prestamente de ahí.

Dos días después la visita Cúneo Liberatti. “Cecilia, querida, reconoce que cometiste un asesinato.” “¿Y que? En este país no hay pena de muerte. En dos semanas estoy afuera.” “Lo dudo, mi amor. Admiro tu poder sobre el pueblo argentio. Han hecho de tus palabras un dogma. Han marchado a la Plaza Mayor y le han exigido al Gobierno la pena de muerte. El Gobierno la derivó al Congreso y los congresales, temerosos de ser masacrados por tus furiosos fans, han declarado la pena de muerte.” Cecilia Cepeda –que estaba de pie– se cae de culo sobre la mísera butaca de su celda, a la que casi quiebra. “¿Qué? ¿Me estás tomando el pelo, rata de expedientes que apestan a corrupción?” “No, Cecilia. Es un espectáculo conmovedor. Te son fieles por completo, hasta el final.” “¡Carajo, mi final!” “Tú lo dijiste. ‘Cecilia lo dijo’, claman. Son multitudes, cariño. ‘¡Si yo, Cecilia Cepeda, matara a alguien, exigiría para mí la prueba de muerte’. ¿Dijiste o no dijiste eso, amor?” “¡Me cago, sí!” “Pues bien, ellos exclaman: ‘Lo ha hecho. Ofrece su vida por la más noble de las causas. Ha matado para demostrar su verdad: el que mata tiene que morir. ¡Que muera, Cecilia Cepeda! Muerta la vamos a amar más que nunca. Porque su integridad, su valor, su fidelidad a sí misma, nos deslumbran. ¡Qué ejemplo para este país de corruptos!” Cecilia volvió a enloquecer: “¡Hijos de puta! ¡Brutos! Basura, siempre supe que eran basura. ¿Cómo no iban a ser basura si me seguían a mí?”. Su abogado dijo: “Y hasta la muerte, querida”.

La guillotinaron. Al saber que su perfume predilecto era Ma Griffes N5 dijeron: “Sin duda, se impone la guillotina”. Embalsamaron su cabeza y la pusieron en la entrada del canal de sus éxitos. Pasó a ser uno de los símbolos más puros de este país que no los derrocha. Una mujer que murió por sus convicciones. Nada menos. Dios salve a Cecilia Cepeda. Dios salve a nuestro país capaz de dar al mundo personajes de tan elevada estatura moral.

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Página/12, 15/03/09-

viernes, 13 de marzo de 2009

“Esta mañana escribí dos poemas” y otros poemas de Luis Benítez



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Selección de textos: José María Pallaoro

De MITOLOGIAS / LA BALADA DE LA MUJER PERDIDA
Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1983

A MARCEL SCHWOB

Ese espléndido encaje de terrores lujosos,
esa trágica risa que viste en los días
sobre hombres y cosas, no abandonó
el mundo contigo, Marcel Schwob.
Evocarte es una tarde en tus libros, mía,
y una noche de escritorio, tuya:
el tiempo, que es el mismo, confunde oscuridades.
Nadie descubre nada, tan sólo desentierra
secretos olvidados, verdades descartadas.
¿Ves? Esta es la mujer que amo:
no ha leído tu Monelle que es su hermana,
no conoce tus Vidas y como la de todos,
la suya es imaginaria.
Sus horas completan mis tardes, tus palabras.
Entre nosotros tres hemos pactado:
ninguno sabe qué, cómo ni cuándo.

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De BEHERING Y OTROS POEMAS
Ed. Filofalsía, Buenos Aires, 1985.
Ed. Cuadernillos del Zopilote, México D.F., 1993


LA INGENUA

Ella creía que la reflejaban los espejos
que era esos dedos que hurgaban en el rostro
las lentas mutaciones
que era su pulóver sus zapatos
lo que recordaba y lo olvidado
que era una guirnalda detrás suyo
que era su cabeza
que era sus amigas sus trabajos
un hombre en una esquina. Una mañana.
Las casas que habitó sus cuatro barrios
que era las que era tras el portón borroso de los sueños
que alcanzaba para ella el gentilicio
y la historia de un país incierto
el hambre la sed
o lo que amaba


JOHN KEATS

Caen sobre él los actos inútiles del día.
John Keats recuerda y es también de otros el recuerdo:
humillaciones, rostros y palabras
hacen de un pozo la noche repetida.
“Fanny Brawne me has alejado,
tú me has acercado a Keats y era lo mismo”.
Suena tan distante el Mar del Norte
para ser cada segundo todos los mares,
pero si lo que fue y será mañana brilla
en su oscura hora presente, ese hombre pequeño,
inclinado sobre el verso, lo adivina.
Presiente que será uno y va a ser todos
cuando es tan caro el precio de eso múltiple:
ya no lo amparará el primer fervor por las palabras,
no aliviará sus horas la furia, perdida, de estar vivo
ni lo protegerá la noche pedida de ningún olvido;
nada lo salvará de tanto
que es, en su medida, tan un poco.
John Keats será John Keats, será nosotros.

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De GUERRA, EPITAFIOS Y CONVERSACIONES
Editorial Filofalsía, Buenos Aires, 1989

LAO-TSE PREPARA UNA SENTENCIA

Nada de lo que diga
Puede desviar la caída de una hoja.
Una palabra no
Frenará la otra.
Es inútil que a éstos
Que me escuchan dedique
Una verdad: la harán pedazos.
De sus pedazos nacerá Lao-Tsé.

--

De FRACTAL
Ediciones Correo Latino, Buenos Aires, 1992

DEJA QUE HABLE EZRA POUND

Si no tienes nada que decir cállate
deja que hable Ezra Pound
desde las sombras el espléndido anciano
desde la fina línea de agua
el magnífico anciano
te muestra los genuinos billetes de su fortuna
y todos brillan legítimos peces
de un río infinito que sí
ése nunca se detiene.
Si no tienes nada que decir cállate
los altos caballeros las damas abigarradas
que vivieron y murieron y nacieron por esta sola causa
no pueden tener al lado
el tartamudeo de un enano
la cojera de un monedero falso
que delata que el oro de sus verbos
carece de aquella delgada línea de agua
esa finesse salvaje la impecable mancha
que no adorna la cabeza del animal escrito
-que cruza sólo un instante por el papel-
sino que sale de adentro del animal desfondado
de las vísceras vivas donde corre la sangre real
-ésa de donde proviene el color del colorado-
y palpita afuera como un monstruo de luz
como una imagen sin otra capilla que cada cosa
de cada universo posible e imposible
la que podría muy bien ser adorada
de pie y sin velos sin altares ni nada
-ni siquiera acólitos-
bajo el nombre de nuestra señora de los verbos
nimbada de estiércoles y nervios
de eclipses y novas oh tú
alta y baja sublime maliciosa
poesía que reinas sobre la amplia noche
y el delgado día

--

De EL PASADO Y LAS VISPERAS
Ediciones Aleph / Universidad de los Andes, Venezuela, 1995

DE LO QUE HUYE

Pensar que Spinoza murió puliendo lentes.
Que Blake se fatigaba en una imprenta
esperando la conversación de ese día con los ángeles.
Que por vivir Baudelaire se humillaba ante su madre.
Que Rimbaud fue silenciado por Rimbaud,
para que este ingenuo me hable de la literatura.
Como si posible fuera otra cosa que inventar
ante otros la forma de lo informe
y cobrar un salario. Qué persuadido está
de lo improbable. Esas palabras
han erigido congresos y simposios
y prestigios y famas quizá más perdurables.
Y en el centro, el errante, de esta cosa mundana,
ese brillo salvaje que por disfraz,
por burlarse o por escapar aun más
del terco intento, ha inventado
también estas criaturas, seguro
ríe en alguno desde el fondo de la sala.
O mira con piedad su simulacro.

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De LA YEGUA DE LA NOCHE
Ed. Del Castillo Editores, Santiago de Chile, 2001


KUSTENDJE, A ORILLAS DEL MAR NEGRO

A José Kozer

Me decías en tu carta que es bella Kustendjé,
cuando los chinos y el viento llegan del Mar Negro
y que no lejos de la estación de ómnibus
hay una piedra donde -te dijeron- se sentaba Ovidio
cuando se llamaba Tomis y era su destierro.

Nadie, la divinidad, nos salve del favor de los poderosos,
que de los cambios no se salva nadie.

Que ayer demolieron la última estatua de Lenín
y que en Tomis él lloraba la Roma nocturna,
risueña, la frívola lectura de poemas de amor,
la arrepentida resaca del mediodía siguiente,
cuando con otros ociosos comentaba licencias,
conquistas o rechazos, en los baños o en las calles
de un mundo que reía para siempre.

Me decías en tu carta que todavía murmuran poco inglés
y que mientras hablaba solo y espantaba las gallinas
con la voz de sus hexámetros, seguía siendo Ovidio
aquel viejo andrajoso, el mismo que otras ropas
y cabellos y perfumes presentaron a Augusto.

Que ya sabías por qué las piedras y los versos
cambian, cuando cambia la mirada, así como
-antes de la metamorfosis- Ovidio supo
por qué la poesía le interesa a nadie.


ESTA MAÑANA ESCRIBI DOS POEMAS

Esta mañana escribí dos poemas.
No me pregunto ya por el sentido
que tiene o no tiene este oficio oscuro.
Simplemente es otra manera, posible, de estar vivo.
Me pregunto por el origen
de esas dos cosas que ahora están sobre la mesa,
no exactamente hechas de papel y de pigmentos.
Por los hombres que lo han dicho mejor
y hoy están muertos.
Por los siglos de guerras y de paces
que entre las palabras han corrido.
Me pregunto los nombres y el semblante
del que en otra parte del globo ha dejado
sobre su mesa otras dos cosas iguales
y que duda también de mi existencia.
Me pregunto por los miles de días y de noches
que han debido transcurrir para que hiciéramos esto.
Por los cientos de personas
que han donado los versos.
Me pregunto por qué, hace un rato,
se ha modificado dos veces este mundo.


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Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, USA, con sede en la Columbia University; de la International Society of Writers (EE.UU.), de World Poets Society (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (India). Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poetes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Sociedad de Escritoras y Escritores de Argentina.
Los textos seleccionados están extraídos de “Luis Benítez: Breve antología poética. Selección e introducción de Elizabeth Auster”, Ediciones Juglaria, 2008.
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sábado, 7 de marzo de 2009

Aurora Venturini y La vanidad



La vanidad


A Paquita del Orto se la tenía jurada pero todavía no se me había dado la oportunidad, que debía ser esplendorosa a fin de desbarrancarla del altillo que ella suponía trono. Paquita filiaba una menopausia que le aumentaba sus deficiencias vanidosas. Desde la capelina, sombrero de esos tiempos, elegante y sutil, hasta los zapatos de tacones infinitos, pasando encima de vestidos y trajecitos, aunque muy flaca y derrengada, ella misma que así lucía, declaraba alabando su personita: sos monísima. Corrieron los días torrencialmente cual los ríos bajo los puentes, y Paquita, entrada en la madurez por la vía de un raquitismo impresionante, cazó a un señorito distinguido, y se casaron. No hubo descendencia y sonaron líos de espesura importante, con intervención de madres, suegras y otras iniquidades. Interesada, mantuvo el matrimonio y decía que a pesar de todo se sentía bien. Lo sorprendente en Paquita, su sonrisa imborrable de mejilla a mejilla, donde la larga nariz, curiosa, insistía en meterse revisándole boca y garganta. Confieso que he vivido cargada contra Paquita. De ahí que tal vez sumo oscuridades a mi descripción. Si esta criatura increíble no me hubiera vituperado como lo hizo variaría mi paleta de caracteres, y daría paso a apenas un ser vulgar. Después de todo, yo disto de belleza sorprendente y no se dan vuelta para mirarme, mas la distancia entre la modalidad vanidosa de la aparentemente fotografiada, conmigo, es sideral. Nos encontrábamos en conciertos y acontecimientos sociales, al año nos chocaríamos cuatro o cinco oportunidades y en cada choque simulaba no verme o preguntarme: “¿Cuál es tu nombre?, porque no te registro”. Se formaba en torno de ella una ronda calibrada de idiotez e idéntica deformación que Paquita manejaba a capricho con fines de disminuir a las prójimas en beneficio de sí misma. Un día de otoño, cuando la lluvia es tan fina que no parece que llueve, cobré todas las deudas que me debía. La madurísima Paquita irreconocible, espantosa, cabía dentro de un largo vestido blanco. Desde un palco a otro, aprovechando un silencio en el teatro, le grité: ¡Paquita, qué bien te queda el sudario!

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En: LAS12, 06/03/09, Página / 12-