EL LIBRO DE LAS INEXACTITUDES
(Inédito, 2020)
CREADOR
Dios no sintió
por su cuerpo los ríos
que le asignan,
ni tuvo rostro femenino,
ni anduvo por calles
sin esperanza,
ni procreó hijo
alguno que sacrificar,
ni inventó la
piedad ni la paciencia,
ni fue y vino buscando
enfermera
que haga respirar
a su madre,
ni comió de un
tacho,
ni bajó la cabeza
para escupir sangre.
Los que lo
mataron
no hallaron nada
dentro de él.
LA LIEBRE
En el ojo de la
liebre
está mi fobia.
Un punto rojo,
ardiente.
El desacuerdo con
el mundo
va impreso en ese
ojo
que es de neón.
Sólo orejas, vértigo,
la liebre corre.
Nadie me alcanza,
nadie.
POLILLAS
En invierno,
desovan las polillas.
Son alegres, incansables,
sin rostro.
En mi ropa fueron
a vivir, a esperar.
Justo agujerearon
un chaleco
en el lado
derecho, cerca del hombro,
donde solías
fingir que dormías
con una media
sonrisa.
EMMA
Mi abuela Emma
era francófona.
En el orfanato
francés, casi termina monja.
Sus pequeñas
manos moteadas, su cráneo de niño
de pelo al rape,
sus modales cautos
la tornaban ingrávida.
Los pechos
desflecados, la ropa interior de otra.
Parecía rescatada
del mar.
Nunca gritó,
lloró una vez,
al menos ese es
el sedimento
en mi memoria.
Yo quería que me
dijera
algo, una frase
modesta,
porque su voz
suspirada
se parecía al
perdón.
LA ALEGRÍA DE DIOS
Para alegría de
Dios
has muerto.
Celebra verte
regresar
desnudo: te hizo
para la muerte.
No temas ni ruegues.
Dios desoye las
súplicas
porque es Dios.
Cordero, castor,
insecto,
dan lo mismo para
él.
Su tiempo
infinito
es desguazar inventos.
LA NIÑEZ DE DIOS
Cuando Dios era
niño
y las cosas no
estaban creadas
temía y lloraba.
Como todo
huérfano
debía crear a sus
padres
con fragmentos de
otros
que no existían.
Vivía a merced de
sí mismo.
Pero siendo Dios
no podía esperar
favores de Dios.
Lloraba, temía.
Llevó vida de
paria.
Cuando se dispuso
a crear las cosas
estaba inundado
de resentimiento.
DIOS PECADOR
Dios ha caído en
pecado.
Hizo un hombre y
una mujer
a su imagen y
semejanza.
Luego, los juzgó.
Luego, los
expulsó.
TRABAJOS DE DIOS
Para ocultarse y
vivir en el silencio
Dios trabajó de
viajante, luego de sereno,
por último, fue
confidente.
Debía escuchar.
A sus trabajos,
acudía con una bolsa,
una libreta con
tapas de hule, una lupa.
Disfrutaba viendo
en detalle.
Anotaba pequeñas
frases.
En la bolsa,
cargaba cigarrillos y licor.
Así, estuvo una
eternidad.
Fue visto en una
estación de servicio
a medianoche
por un borracho
a quien nadie
creyó.
DIOS Y EL TIEMPO
Dios hizo el
tiempo para quedarse fuera de él.
Luego, creó gente
para que creara relojes.
Creó un universo
que se expande en el tiempo.
Creó una manzana
que se pudre en el tiempo.
En el lugar sin
tiempo, Dios gestiona
las estaciones,
la muerte de los padres,
la de los hijos,
la de los nietos.
La miseria de
Dios es haber creado el tiempo.
Lo sabe.
LA FINITUD DE DIOS
Dios es finito a
pesar de su magnitud,
su omnipresencia,
su silencio de
piedra,
su falta de
sueño.
De hecho,
multitud de hombres y mujeres
por él creados
estragaron su
obra visible
matándose.
Le cobran la
desidia.
Muertos los
hombres y las mujeres,
Dios se reunirá
con su creador
consigo mismo
el último día.
MI PADRE Y YO
Mi padre quería
un niño sabio
o sabihondo, que
no es lo mismo.
Pero aquel niño
estaba en su niñez,
forzado a recoger
frutos con Robinson,
encender fósforos
que se metía en la boca
para apagarlos y
exhalar un humo dulce,
dibujar pequeños
monstruos
de muchas patas,
vigilar el mercurio
del termómetro de
pared.
Aquel niño era un
nadador friolento,
un tímido
vengativo, un perseguidor
de insectos. Un
niño al que no puedo
defender y a quien le encomendaron
ser otro.
LAS COLMENAS
Las colmenas
quedaban lejos
en la memoria de
la familia.
Había que sortear
un pueblo de
conejos, de aves,
eucaliptos y
pedregullo.
El motociclista
llegaba
sediento de aire.
La quimera fue
ser joven.
El motociclista
tenía
la frente hundida
por un golpe.
Era mi padre.
Las colmenas
estaban en el hueco
de su frente
hundida.
Quedaron palabras
que dijo y que me
dijeron
para enmascarar
su fracaso.
DERIVA
Recuerdo los
esfuerzos que hice
para que no te
volvieras humo.
El celo puesto en
la palabra.
Yo iba desnudo
con mis mejores ropas.
Era transparente
como el granito.
Tenía la firmeza
del aire.
Así, a tus ojos,
fui lo que no era.
Persistí, ciénaga
por suelo, garabatos.
EL AMOR DE DIOS
Dios odia las
caléndulas.
Odia la nieve.
Odia los juncos, las alondras,
el canto del
benteveo, el musgo, la hormiga.
Redime el olvido.
DOBLECES
Sobrevives
comportándote, el pequeño insecto
de la muerte hace
su tarea.
Quiebras la taza y
sonríes, el turbio confesor
que te absuelve
va dentro de tu
camisa.
Sales a flote
negociando, el reloj que robaste
te perdona una
hora.
El libro de la
alegría queda por escribirse.
RECUERDO
Lo que recuerdas
no lo recuerdas
sientes una
parte, eso es todo.
Recuerdas un
recuerdo.
Barrieron la sala
de parto
donde asomaste la
cabeza.
Luego, fue recordar
para olvidar.
Recuerdas un
recuerdo.
Los huesos del
gato
que te dio
consuelo
mezclados con
raíces.
Las nueces tienen
polvo adentro.
Recuerdas el
recuerdo.
Una prosa.
Mejorada o desvalida.
Algo que te lees.
CANSANCIO
Yo no me dejo
llevar por las palabras.
Ni por el sonido,
ni por las pausas.
Los adjetivos
estorban.
Estorba la
biblioteca.
En el centro de
lo que digo
no hay nada.
Bueno es reconocerlo
para que, por
fin, las palabras
dejen de ser
palabras,
anochezcan.
El concepto es el
viento, la tierra,
el fuego, el
agua.
La inexactitud.
ESPACIOS
Puse tierra en la
maceta.
Escarbé la
tierra. El oxígeno
es la razón.
Sentado en el piso
usé una cuchara
para romper
con paciencia
los terrones
secos.
Luego, dispuse
las semillas
como se entierra
una legión
de guerreros de terracota
para sorprender
al incauto.
Cuando menos se
espere
tímidos plumones
saludarán;
será una mañana.
PRIMOS
Mis primos eran
mayores, entendían
de motores, hablaban
guiñando un ojo,
cargaban objetos
en los bolsillos.
Limitado a la
mirada, me hacía a un costado
cuando
martillaban un listón o arrancaban
una moto o
encendían un cigarrillo aplanado
como quien tira
un naipe: la primera pitada
era para el
cosmos, una fanfarronada
que les ponía
ojos inspirados.
Ocurría en un
verano o un otoño.
Yo era cauto.
Adquirí esta noción
en el silencio.
LA TRAMPA DE DIOS
Dios creó la
malicia cuando vio que todo era fugaz.
Debía haber
alguna persistencia.
Un universo en
fuga es un incordio.
Dios creó su
propia trampa al hacer cosas fluyentes.
Trató de dar
marcha atrás pero ya había creado el tiempo.
Creó la codicia
como ilusión de perpetuidad,
luego, la ira
como látigo portátil,
por último, para
tener aliados, creó la venganza.
Muchas noches de mal
dormir le agriaron la boca.
Creó la pesadilla
y descansó un domingo.
TRÉBOL
El trébol es la
milésima parte de un todo.
Conozco la parte.
Menos mal que haya partes
para alentar
ideas, partes de una humildad
cautivante como
la inocencia. Dulce aliento
de los libros que
guardan un trébol
que es la
milésima parte de un todo.
CENTRO
En el centro del
cosmos no hay nada
que pueda decirse
centro del cosmos.
No hay centro
aunque lo hubo en un papel.
La metáfora es el
placebo.
El primer mono,
el primer poeta, el primer astrónomo.
La metáfora es el
plasma.
En el centro del
cosmos no hay nada
porque no hay
centro.
COMER
Juntábamos moras,
fue como
entintarse los dedos.
El hinojo era el
néctar de los zánganos,
nosotros los
iletrados.
Higos y ciruelas
al alcance de un palo.
El humo de las
cocinas, el hervor.
Los recolectores,
los asalariados.
Comer.
LA CERCANÍA
¿Qué buscaba al
estar lejos de mí?
Había un mundo
hecho a mano.
Buscaba estar
disuelto,
predicaba con la
lástima,
me ayudaba a mi
mismo a morir.
Sin embargo, uno
quiere vivir
cuando declina,
cuando ve muertos
flamantes.
Luego, el amor.
EL NIÑO DE RODILLAS
TRANSPARENTES
Yo no supe de mí
hasta bien
entrada la vida.
No supe nada
salvo la
pregunta:
¿por qué se
espera de mí
si no hay tesoro
oculto,
ni cielo perfecto, ni vocación?
El niño pescaba
la llave hundida,
el niño se hacía
viejo por instinto,
niño caía por una
claraboya.
Me hería el sol,
respiraba mal.
Todo lo que sé
del odio
lo aprendí de niño.
Alrededor,
misterio.
Yo no sabía nada
del niño
que me
encomendaron.
LAS HORMIGAS
Las hormigas
llevan una vida humana.
Las exploradoras
cumplen la ley del amo.
Las porteadoras
son adivinas.
Las obreras forman
gremios secretos.
Mastican aquello
que recolectan.
Delegan el
liderazgo en una élite.
Desovan apiñadas
en sucuchos.
Construyen
ciudades intrincadas.
Celebran la
abolición del ocio.
Mueren de a
miles, no resucitan.
LA OVEJA
Una oveja mojada
por la lluvia
huele mal; la
lluvia es fina, constante.
No alcanzó a
ponerse al reparo.
Camina con
pequeños pasos
aleteando las
orejas. Camina.
No hay mucha
persuasión
en su marcha. Un
gran viento
la impulsa por
detrás
pero es pesada y
torpe.
Sin embargo,
resplandece
aunque no haya
sol
y huele mal.
LOS PERROS
¿Qué alienta a
los perros
a portarse como seres
ruines?
Se aventuran a
ladrarle a la Luna.
Van en grupo a
saldar viejas pendencias.
Tironean raíces
que les rompen los dientes.
Tienen fama de
cómplices de los hombres.
¿Qué los lleva a
oler todo
como si el
planeta fuese un trasero?
¿De qué lobo
escéptico viene esta sangre?
El humor de los
perros es amargo
como el de los
cactus.
Van, se echan,
siguen camino.
BÚHO PAMPEANO
Me dicen que hay
un búho que rara vez se hace ver.
Que se lo
presiente en ausencia como al padre de Hamlet.
Que es tieso y flemático,
más juez que animal.
Me dijeron de él
que, cada tanto, despliega las alas
en cámara lenta y
busca ocultarse en la higuera.
Siempre taimado. Cuando
nadie puede verlo
carga sus ojos para
desaparecer dejando un trazo
en la honda noche
de los perplejos.
LOS HINOJOS
A los hinojos,
había que pisarle los tallos
y, quebrados,
lamerlos
como una forma de
alegría pobre.
Sus cabellos
perturbados se dejaban de lado.
Se iba al dulzor
del jugo
del mismo modo
que la fatiga
va hacia una
superficie blanda.
Los hinojos no
abandonaban
la rudeza y
hacían frente:
algunos tallos
volvían a su posición.
Desgarrar es
parte del oficio
de ser niño. También,
prolongar
las cacerías,
reñir, apedrear.
Quebrar los
hinojos
era como quebrar
una mano,
avasallar los
dedos
de alguien
mal enterrado.
VIDA LITERARIA
Me gustan los
poetas que se leen con miedo.
O que son
quebradizos como vidrios o mudos.
No tengo tiempo
para miniaturas, ni escolios,
ni contrachapado.
He llevado una
vida llena de ira. Una vida secreta.
Una vida de
libros que terminaba odiando.
Me gustan los
poetas que no proveen epígrafes.
LA RISA
En mi antiguo
país, hay una comarca
para reírse de
los pobres. Fue creada ad hoc.
Nos reímos de sus
caras,
de los alimentos
que se llevan a la boca.
Nos reímos de sus
enfermos.
Los días de
lluvia somos felices y los días nublados
nos mantenemos
contentos. El clima hará risibles
a los pobres. Hay
escritores propensos a reírse
con nosotros y
lentas señoras que agitan la nariz
en señal de que
nos entienden;
hasta insectos
jocosos.
Es una gran risa
reírnos de los
pobres.
Tanta que nos
deja sin aire.
EL NIÑO LUTERANO
El niño luterano
es un niño de un barrio
que no habla
alemán. Canta los salmos
cada domingo y
conoce a Isaías.
Cree que Job y
Robinson provienen
del mismo mundo:
uno porque vivió
dentro de un pez
enorme y otro
porque reinaba en
una isla.
En Juan y en
Mateo sólo hay gente de a pie
y el niño luterano
querría que haya navegantes,
tormentas y
sargazos.
Dios de la bondad
y la sabiduría,
Dios de los mares
y los cielos.
El libro tiene
hojas tan finas.
El niño luterano
protege el libro
cuando llueve y
ha puesto un trébol
aplastado en la
Epístola a los Hebreos.
Dios de los niños
y las plantas.
De la islas, del
pez enorme, los náufragos,
los barrios que no hablan alemán,
de la confusión y
la luz.
JARDINES
El gramillón era
una bolsa de semillas venida de lejos.
Uno ignoraba cómo
los barcos son parte
de la siembra.
Creía que lo
visible era espontáneo.
El riego se hacía
con un tacho donde iban a parar
la ropa, el
hermano menor, la verdura
según la estación
y la necesidad.
El gramillón es
obstinado, su disciplina
no pide retribución. Viene de países fatigados.
Una mano, una
pala, alguien escupía mientras cavaba.
Daba vuelta los
terrones.
Las semillas eran
la esperanza.
VUELTAS
Alrededor del
ciruelo da vueltas un viejo.
De niño, daba
vueltas alrededor de un palo.
El plantín había
venido en arpillera húmeda.
Fue como enterrar
una corchea.
El niño no
conocía las corcheas
aunque las
silbaba en su duración perfecta.
El viejo ha
olvidado silbar. La vida fue sin música.
Da vueltas
alrededor del ciruelo,
las flores
delicadas con su sonrisa de alfileres
son la música que
plantó,
que no escucha.
TALLERES POR LA TARDE
El ruido era
distinto durante la tarde.
Telares de San
Martín, camiones que hociqueaban
al ganar el
cordón.
Íbamos en jeep
con trabajos de imprenta.
Mi abuelo tosía
su tos de perro.
Por la mañana,
sobre todo cuando era invierno,
la luz era un
coloide de pelusas que rotaban.
En la tarde, los
talleres olían a grasa de asado,
eran conventos
cuyo coro de fieles
miraban fierros,
interruptores y manijas.
Llevaba mi
cuaderno de deberes.
Los hombres eran
viejos como mi abuelo.
No tan viejos,
más amables.
JABALÍES
En nuestras
patrullas, dejamos de lado
la complacencia;
somos rústicos,
de cuerpo
tortuoso.
Medimos el tiempo
por la necesidad.
Al sereno, dormimos
cubiertos de polvo.
¿Qué buscan en
nuestra tierra?
Razonamos,
menesterosos,
henchidos de
orgullo.
¿Qué buscan en
nuestra tierra?
CIUDAD
La ciudad no es
lineal porque el deseo es torcido
como la foto
tomada por un canguro. La ciudad
está llena de
cables alegres que enhebran pesar,
repleta de
porfiados, poetas cansadores.
No es un libro,
ni una metáfora, ni un cuerpo.
Va en procura de
idiotas melancólicos.
Fue hecha por
muchas manos, lame un río,
es chillona,
ignora el azafrán, amodorra.
DESGRACIADOS
En ocasiones, se recurre
a un mismo elenco
de palabras
para lamentarse.
Mucho del stock
de las letras
se acumuló para
que prospere el moho.
La vergüenza no
consigue emigrar
de la
autocompasión.
La gracia de una
tortuga es más intensa
que todos los
sintagmas empeñados
en desenterrar
sorpresas antiguas.
SAPO
La virtud del
sapo es vivir de su mente.
Reposa en una luz
aguachenta que es todo su reino.
Cuando Dios
creaba las cosas el sapo miraba.
Cada tanto,
cambia de sitio para continuar
aburrido como los
sabios que se fingen tontos.
Inmóvil, el cuero
duro lo convierte
en su propia valija. Nadie lo lleva ni lo
trae,
no escucha otra
voz que la de su conciencia.
Guarda distancia.
AFLICCIÓN
La poesía está
plagada de grandes afligidos.
Pasan los años,
los siglos, las horas y allí están
dándole trabajo a
la madre. La impudicia
los hace caprichosos.
Es duro envejecer
pero habrá que
intentarlo.
Los afligidos han
tomado, además, la forma
de afligidos por
el lenguaje. Un subgrupo
de los afligidos
se ha entregado a probar
que se dice lo
que no se dice y que la piedra
es aire y que el
aire es piedra.
Otro subgrupo de
los afligidos
ha decidido
afligirse en forma endogámica.
Un tercer
subgrupo de afligidos polimorfos
se complotó para
intrigar
a favor de imponer
nuevas
aflicciones.
Un cuarto
subgrupo decidió crear doctrina
para monjes,
expulsar falsos afligidos,
levantar un
molino para moler franceses,
búfalos y
mariposas.
Un quinto
subgrupo buscó roerse los huesos
para producir
penas subcutáneas.
Todos los
subgrupos se reconocen
por los
graznidos.
EL MUNDO ABOLIDO
Un hombre bajó
por la espalda de otro hombre
hasta descender a
los tobillos para pensar
en el origen de
las cosas y de Dios.
Ya en los
tobillos del hombre escalera
vio que había un
piso de anzuelos y trampas,
que no había
posibilidad de pensar el origen
de las cosas y de
Dios. Sólo veía los tobillos,
los anzuelos y
las trampas.
Intentó trepar
por la espalda del hombre.
Resopló cuando
perdía el aliento.
Se quedó a la altura de los pulmones.
El aire moviéndose
dentro del cuerpo
por el que había
descendido y ascendido
era más concreto
que toda pregunta.
ABEJAS
La hospitalidad
de las abejas no puede constatarse.
Ensimismadas,
parecen urgidas por muchos asuntos,
no hablan entre
sí, como obreros de una demolición.
Es probable que
la hospitalidad sea la complicidad
o una forma de
secreto aprendido en la inclemencia.
Enseñan un arte
para contemplativos y perezosos.
Como los obreros
no desean ser molestadas.
LOS NO
Qué cantidad de
negaciones hay en tus palabras.
Un no para cada
inicio de frase y un no ante cada pregunta.
Hay un no,
general, para todos los comentarios y un no pequeño
para adentrarte
en una historia. También, hay un no genérico,
inespecífico, para
todo aquello que puede merecer un sí.
Los no son
obstáculos victoriosos que tu extraña boca
martilla en mi
frente.
ZAPATOS
Mis zapatos
poseen la forma del dueño
de aquel que va y
viene siempre por el mismo lado
de los lugares,
porque los lugares tienen lados
no geométricos
para ir y venir hasta deformar
los zapatos y
hacerlos parecidos a su dueño.
De modo que cuando
los veo sin los pies,
asimétricos en el
piso, me parece oírlos preguntar:
¿cuándo será la
próxima vez; no estamos en vena
para seguir la
marcha obligada;
cuándo será
nuestro turno?
HUESO
El hueso era un
hallazgo en los potreros.
Objeto de
conjeturas, el hueso
era limpio como la
alegría
aunque nada
ruidoso. Callado
esperaba que cada
uno arriesgara
opinión. Su
procedencia
era un secreto del
potrero.
¿Por qué un hueso
y no una osamenta?
Cuando no existía
el tiempo
hallábamos el
hueso.
ARAÑAS
Dios no se
atrevió a mostrar todas las cartas.
Inventó las
arañas para dejarlas suspendidas
en una red y,
puestas a un costado, a esperar.
Cuando inventó
las arañas, al momento,
inventó la trampa
del tiempo.
Les pidió
discreción.
Como regalo, las
dotó de muchas patas.
Les ocultó que
debían morir.
ESTRELLAS, EL CIELO DE OTOÑO
Cada hora, salgo
a mirar desde el balcón.
Así, paso el día.
Otro día igual a otro día.
Sospecho, con
total realismo, que a nadie
le importa si
salgo al balcón o vuelvo a entrar
o si paso los
días en cosas sin relevancia.
Lo cierto es que
los techos van cambiando
a medida que la
luz cobra vitalidad y declina.
Será por eso que
entro y salgo al balcón.
Quizás, para
convencerme de que todo
sigue allí. Ya es
de noche. Las estrellas,
que en la ciudad
son pocas,
están como yo:
aisladas sin imaginación.
Perduran porque
alguien les prometió
recompensa a su
faena. Porfían.
LOS VERBOS
Lengua de mi
madre y de mi padre
tan clara y
oscura, lengua de pocos verbos.
Hacer, deshacer,
obedecer, esperar.
Los primeros
verbos son los que ocurren.
Los verbos
posteriores prosperan
según la
ocurrencia de los primeros verbos.
Lengua de mi
madre y de mi padre, verbos.
Pan de las
mañanas.
TÍOS
Los tíos más
alegres eran niños
que no se
rendían, usaban disfraces,
hablaban raro o
con morisquetas.
Eran los últimos
en irse a sus casas
luego de comer y
cantar. No conocían
la tristeza.
Alguno usaba una pañoleta
para hacer de
vieja, otro cantaba
rasgueando una
escoba.
Yo los hacía de
un lento país de sueños,
donde todos se
libraban de morir,
donde nadie
extrañaba.
CICLOS
Se cierra un
ciclo para que otro se abra.
Un estado de
gracia en la habitación aireada.
El sol al que
llamaré confort silencioso
replica el cielo
en los muebles.
Llamaré desahogo
al gran arte de
olvidar.
El ciclo de la
felicidad está cargado
de ventanas
abiertas y olor a lápiz.
LOS INVENTOS DE DIOS
Dios hizo a los
escritores
para que se
fotografíen
delante de una
biblioteca.
A los grillos,
los hizo para
olvidar
todos sus
fracasos.
Hizo a los
conferencistas
para competir con
Morfeo.
A los poetas
afligidos
los arrumbó
en el Río de la
Plata.
Hizo los cielos
para desamparar.
Las moscas
para que lidien
con los
cadáveres.
Hizo al cangrejo
para burlarse del
galgo.
Para atormentar
al marinero ebrio
hizo la gaviota.
Hizo a los
editores
y a los mariscos
por hacer rarezas
y divertirse.
Se hizo a sí
mismo,
inventó el
espejo.
DOS VIEJOS
Soy tan viejo
como mi padre
cuando murió con
la carne arrugada
como un bebé al
nacer.
Cuando murió me
lo mostraron
desnudo y no pude
atestiguar:
jamás lo había
visto así.
Podría haber
dicho
“es parecido”
pero no dije
nada.
Asentí para
escapar;
un padre muerto y
desnudo
no procede de
ningún país.
Soy tan viejo
como mi padre,
el de la carne
extenuada.
Todo lo que vive
y tiembla
trafica la
promesa
del adiós.
LOS TIPOS DUROS
Sólo conocí a
tipos duros o que se pretendían duros
a quienes nadie
les había roto los dientes.
Vengativos,
narraban sus proezas
mirando el piso. Eran
de musgo, pastosos.
O de madera
rajada o de tiza roja.
Yo los miraba
hacer, que era lo mismo
que ver el vacío cuando
salen burbujas
por la nariz bajo
el agua.
Sin embargo, ahí
estaban, en algo
que mentaban
amistad.
Yo era
melancólico, temeroso.
UN HOMBRE EN UNA CAJA
Un hombre que
está dentro de una caja
espera una idea
que lo haga salir de la caja
para escribirla
en un papel que antes
estuvo dentro de
la caja y que ahora está afuera.
Con un palo
intenta acercar el papel
hasta la caja,
asoma un poco la cabeza,
pero aún no tiene
idea de cómo
salir de la caja.
SEPULTURERO
El sepulturero es
indiferente o actuador
según la
circunstancia.
Se reúne con
otros sepultureros
en un bar de
sepultureros
e intercambian
vivencias.
En general, anda
de gris,
enciende un
tabaco aplastado.
Como sus pares
es socio
encubierto de Dios.
Sabe que la vida
es un hilo.
POCO
De lo poco que
queda
de los libros
escapa un ratón
que pasa corriendo
sobre un puente,
deja baba
luminosa
donde se ve la
Luna
y pierde una uña.
De lo poco que
queda
de un cuerpo
emerge un vaho
a flores podridas
que son las
caricias
convertidas en
gas.
Lo que queda de
todo
que es poco
lo invaden el
mar,
la telaraña, el tétano.
MI AMIGO
Mi amigo cree que
Dios le ha dado
poder de
adivinación; se sujetó
a un arduo
misticismo y a mirar.
Así, observando
el mar y la sierra
intentó dar con
el hueso del universo
en pequeñas
piedras,
en nubes con
rostro,
en epifanías y
números .
Cree que lo
cóncavo del cielo
es la boca de
Dios.
Cree que el
océano
es el Evangelio.
Mi amigo honra su
pensamiento
con una ética sin
desgarro.
Cree que puede
salvarme
de mi
escepticismo.
Teme por mí.
ESCONDIDO
Esta noche en la
que velás
tus magros signos
bajo la lámpara
ocurrirá un
crimen, alguien gritará,
otro celebrará
que exista el verano.
Tan tensa es la
sábana que te acogerá
que no habrá
espacio para el sueño.
También, la
alegría cuenta sus balas
que nunca te
rozan.
Nunca ofrecés el
cuerpo.
UNA RAYA EN UN PAPEL
Una masa
importante en la composición
del cuerpo de mis
padres fue el carbono.
Aún, sus huesos
conservan carbono alterado.
Mi hermano, que
forma parte de la Tierra,
posee carbono
como segundo componente
luego del
oxígeno.
El grafito con el
que escribo estas líneas
es una versión
del carbono.
El diamante es
una forma estable
del carbono y,
por alguna razón,
su estructura
cristalina y dura
pudo ser metáfora
o perversión.
El universo, sus
gases, estrellas,
ruiseñores y asesinos poseen
una alta
proporción de carbono.
El caracol que,
hoy por la mañana,
devastaba el
geranio
conseguirá
fosilizarse
por alteraciones
del carbono.
Dios que no
inventó la química
disputa al
carbono la ubicuidad.
El carbón mineral
es una degradación
paulatina de vegetales
que mutan en
carbono
hasta ser piedra.
El carbono 14
servirá
para asignarle
entidad
a mi esqueleto.
La cuna de Jesús
procedió del
carbono.
Los animales
incorporan
en la ingesta
el carbono de las
plantas.
La degradación
del carbono
es la edad de
todo:
la raya que tacha
el papel,
la mano que
dibuja la raya,
la mesa que
sostiene el papel.
ELLA CON VESTIDO
Desabrochar ha
reemplazado a la ciencia.
El cuerpo nudoso,
pálido, cuyos músculos
se tensan a
medida que la luz crece.
No es una luz que
provenga de fuente eléctrica.
En general, soy
ciego por emoción, obnubilado
es la estúpida
palabra que me describe.
Esta luz es mi
ceguera blanda.
Me río del
pantano, del desierto y la nieve.
Me río de los
trenes que parten y los recuerdos.
Soy tan serio al
desabrochar que me río.
NOCHE DE LLUVIA
Alegre como voy
en esta noche
en que el agua se
desliza fugitiva,
celebro que
llueva largamente
en mi cabeza: ser
quien escucha.
De El libro
de las inexactitudes, libro inédito, 2020.
Selección y foto: Jmp
Daniel Ponce (Buenos Aires, 1956).