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jueves, 18 de abril de 2019

OCHE CALIFA Si a la tarde llueve



A PESAR DE TODO


En una casilla de la villa el papá y sus dos hijos están mirando por el vidrio roto de la ventana.

Es mediodía y sólo han comido un poco de pan duro mojado en mate cocido.

El día está gris y amenaza con llover, pero como el padre tiene brazos muy largos abraza a los chicos, les guiña el ojo y les dice:

Si a la tarde llueve leche, ponemos las tazas afuera, ¿eh?


En Puro Chico, n° 1, suplemento de la revista Puro Cuento, n° 30, año 5, septiembre-octubre de 1991. Director: Mempo Giardinelli
Oche Califa (seudónimo de Ángel Jorge Califa. Chivilcoy, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 4 de diciembre de 1955)
Foto: Jmp


miércoles, 17 de abril de 2019

CRISTINA PERI ROSSI Salimos del amor como de una catástrofe aérea



   FILOSOFIA

Ante la esfericidad abstracta del planeta
la redondez turgente de tus senos pulidos
Ante la prepotencia de la razón
tu risa descabellada de amazona cáustica
Ante la caída internacional del comunismo
el desmoronamiento brusco de tu falda
Ante el proclamado Fin de la Historia
el nacimiento de un nuevo tu lunar en el hombro
Ante las guerras futuras
el estrabismo voluptuoso de uno de tus ojos
Ante la previsible muerte
la fricción de tu cuerpo desnudo
la humedad de las mucosas
el lamento vulvar.


   LA PASIÓN

Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.



En revista Soy de Página/12, 21 de agosto de 2009. “Filosofía” forma parte del libro Otra vez Eros, 1994. “La pasión”, de Babel bárbara, 1991.
Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 12 de noviembre de 1941)
Foto: Jmp

martes, 16 de abril de 2019

CHARLES BUKOWSKI La muerte de la buena y mala gente es igualmente triste




ADIÓS

adiós Hemingway adiós Celine (murieron el mismo día)
adiós Saroyan adiós mi buen Henry Miller
adiós Tennesse Williams adiós a los perros muertos en las autopistas adiós
a todo el amor que nunca funcionó
adiós Ezra
siempre es triste
siempre es triste cuando la gente se entrega y es usada
lo acepto lo
acepto y te legaré mi automóvil y mi encendedor
y el cáliz de plata que utilizo para beber y el techo que mantuvo
afuera casi toda la lluvia adiós Hemingway adiós Celine adiós
Saroyan adiós mi buen Henry Miller adiós Camus adiós Gorky
adiós al equilibrista cayendo del alambre mientras
los rostros vacíos miran hacia arriba hacia abajo a ninguna parte
enfurécete con el sol, dijo Jeffers, adiós Jeffers, yo sólo puedo
pensar que la muerte de la buena y mala gente es igualmente triste
adiós D. H. Lawrence adiós al zorro en mis sueños y al teléfono
fue mucho más difícil de lo que supuse
adiós Tony Dos Toneladas adiós al Circo Volador
ya hicieron suficiente adiós Tennesse alcohólico caprichoso
estoy bebiendo una botella más de vino por ti
esta noche.



En diario Página/12, viernes 11 de marzo de 1994. Traductor: s/r
Charles Bukowski (Alemania, 16 de agosto de 1920 – EEUU, 9 de marzo de 1994). Foto: Jmp

viernes, 12 de abril de 2019

RINALDO RAFANELLI Siempre nos tendremos que encontrar




DUEÑA DEL CONFORT

Nadie te conoce
ni siquiera vos
nadie te convence
ni siquiera yo.  
Tu cara es una lanza
que viene y va
pero a la balanza, nena
yo estoy acá.
Ya me acostumbré
(ya me acostumbré)
dueña del confort.

Yo que sé la música 
recorre tu cuerpo
desde la cabeza 
hasta tu sexo, nena
y tanto te protege 
de las tormentas
que sobre un mismo eje 
te veo dando mil vueltas.
Ya me acostumbré
(ya me acostumbré)
dueña del confort.

Vos creés que soy de piedra
que no hay amor en mí
porque no acepto las reglas
del juego que hay en ti, nena.
Es que no somos rivales
que se gastan todo el tiempo.
Vos y yo somos centrales
pero nunca opuestos.

Ya me acostumbré
(ya me acostumbré)
dueña del confort
(no me olvidaré).

Y si esto está pasando
debe ser algo natural
pero ya me está gustando
para ver quién soy en verdad.

Y es imposible decir cuándo
pero siempre nos tendremos que encontrar.



Rinaldo  “Rino” Rafanelli (Buenos Aires, 4 de julio de 1949).
En Polifemo, primer disco, editado en 1976 por EMI / Odeon, producido por Rino y David. Polifemo es: Rino (en este tema: Voz, bajo moog, Larry y Shemp), David Lebón (guitarras), Juan Rodríguez (batería) y Ciro Fogliatta (órgano).
Foto: Jmp


lunes, 8 de abril de 2019

LEONOR GARCÍA HERNANDO Es la grieta de una pared la que miro hace días




1
LA ENAGUA CUELGA DE UN CLAVO EN LA PARED

Nadie quiere a nadie. Sólo sombras líquidas se mueven en el aire sucio.
La pasión es la altura y la enfermedad.
El cómico ha dejado su copa en la baranda peligrosa. La noche es arqueada como un pétalo sobre las ventanas iluminadas.
La noche es de estrellas carnívoras.
Qué amor nos tocará la frente ácida? Las paredes son desdichadas y con musgo en el hotel donde persisto      la fiebre es alta como una adolescente con las ropas azules y mojadas.
Con un alfiler podría atrapar esa mariposa; se desliza en la luz del foco que cae como una lágrima entre la pestaña de los cables.
Con un alfiler insistiría en su corazón.


   He tenido el terror de los bichos humildes en la tormenta. Me mortificó la duda. Me mortificaron los grandes helechos ponzoñosos, los ojos de las modistas, las palabras habladas en la boca de mi madre.
   La duda comió de mi corazón como un chino inclinado sobre su arroz cocido.
   El deseo vino con un peso de barco que divide las aguas y termina siendo sólo veneno     blanco      cae en gotas de un raro espesor.
   La boca agrandada por el deseo como por trazos de carmín y los ojos agrandados por la lectura.
Eso es todo.


Es la grieta de una pared la que miro hace días. Lentos insectos blancos duermen en un ángulo más oscuro y más húmedo. La pared parece hecha para que apoye en ella mi frente y duerma (paño frío de cal sobre los labios)
       "pobres mujercitas, pobres chicas abandonadas"
es el único viento que silba en nuestros corazones
silba entre las persianas flojas de nuestras cabecitas desatinadas
       -una mano venía por el aire para golpear mí oído
silencio   desprende veneno una cápsula rota
       el pequeño strass que adornaba mi oreja estalló
       polen que brilla en las maderas del suelo
      ahora la visión de unas manos con uñas cuadradas nos da taquicardia
mujercitas       siempre tensas continuando la línea de unos tacos negros
siempre perfumadas de aburrimiento y pasión
de nucas desnudas
de nucas embalsamadas por el aire que devuelven las enaguas
mujercitas del sur       con una mirada que insiste hacia las estrellas frías
de dedos mojados en ungüentos       en fósforo
mujercitas        perdidas en su musitar palabras improbables
pesadilla/perfume
      y después la cámara
      sigue la caída de un pétalo desde los balcones de
      piedra.
      ¡qué tonto es todo lo que hicimos!
      ¡qué fastidioso el espiar de nuestras madres sobre nuestro corazón!       así miran las modistas la casa incendiada, la casa muerta de ceniza incrustada en el pasaje estrecho de una
ciudad moribunda.
      qué mal hicimos todo   la torpeza de nuestros dedos en el cuaderno enfermo, en la batista de cursis bordados ¿qué falta no absorbieron nuestras manos decaídas y pálidas? abrimos la llave del gas, los frascos, las puertas de las terrazas y desalentadas vamos a ducharnos sin honor   ¿cuándo seremos heroicas cuándo ahorcarnos en un cable cuándo provocaremos un temblor?
mujercitas             mujercitas
ni putitas ni niñas ni madonas
el humo arrancado a las agujas de pino, ése el calor de nuestras miradas sobre los lentos objetos, las piernas de los hombres y los animales mutilados. El hambre de bondad nos hace estremecer en lo oscuro; el hambre de palabras plácidas palabras calmantes cómo una capucha para nuestras nucas volcadas como flores, que ya no pueden sostenerse en un jarro.



2
LA MUERTE ARGENTINA

Como si morir a balazos
fuera el mejor juego bajo el sol.
W. B. Yeats

                                      el mal, como un ala de murciélago, vino a rozar nuestras rodillas. Estábamos en el balcón; en la noche mirábamos la oscuridad, el grisado verde de un álamo contra la tormenta.
      La Fiesta hace años terminó.
Con la respiración detenida, en las tinieblas miramos el árbol
el mal nos corrigió las rodillas
hizo de nosotros esa historia.


Años

He perdido. Hemos perdido y llorado al fondo de los gallineros.
      No hay más consuelo que estas plumas, estas aves de corral mirándonos compasivas.


La muerte argentina

                           eran épocas de símbolos, de tatuajes. Ya derrotado, ya muerto; su cabeza es cortada, hincada en una pica y exhibida en plaza pública en una ciudad casi asiática.
El paludismo hace crecer flores malsanas.
En los patios los adolescentes se estiran en los mosaicos y buscan con ojos relucientes la humedad
      para oprobio de la familia
tres gallinas con las patas atadas mueven sus convulsivas alas, sin sonido agonizan entre plumas sangrantes
      para escarmiento de ese pueblo retobado
la cabeza de un hombre enterrada en un clavo, alzada en una caña que la noche hace de bronce, en una plaza mezquina, de rotos arbustos de tristísimas palmeras.



En La enagua cuelga de un clavo en la pared, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1993.
Leonor García Hernando (San Miguel de Tucumán, 1955 - Buenos Aires, 30 de marzo del 2001). Foto: Jmp