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viernes, 30 de noviembre de 2018

GUSTAVO SANTAOLALLA La savia verde




LA SAVIA VERDE
(Chacarera)

Ya queda muy poco tiempo
para volver a encontrar
a todas las cosas nuestras
que alguien nos hizo dejar

Con mates y ponchos volver
el hoy yerbatales crecer
la savia verde    la savia verde
la savia verde a beber

En cada rincón de la tierra
un nuevo grito saldrá
semilla que todos plantamos
y es tiempo ya de cosechar

El pan de la tierra comer
la caña de azúcar morder
la savia verde     la savia verde
la savia verde a beber

El pan de la tierra comer
la caña de azúcar morder
la savia verde la savia verde
la savia verde a beber


DETRÁS
(Zamba)

El cielo se resigna, frente a tu mirar
la lluvia se adormece, con tu caminar
quién puede escapar, ni el sol, ni la brisa
y el mar tienes todo y más, cuando sueltas tu risa
sé que hay más, detrás...

La luna en el charco, empezó a temblar
cuando oyó tus pasos, en la oscuridad
quién puede escapar de las cosas que creas
al pasar tienes todo y más, cuando vuelan tus manos
sé que hay más, detrás…

Y yo lo sé bien qué difícil es llegar
a todo eso que está acá y no se ve
no se ve pero está, muy profundo vuela
y claro está, detrás…



Simple 1974, Music Hall. Lado A, “La savia verde”. Lado B, “Detrás”.  Compositor de los dos temas: Gustavo Santaolalla. Fotos: Jmp
Gustavo Santaolalla (Ciudad Jardín, Lomas del Palomar, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 19 de agosto de 1951). Compositor, músico, productor, maestro.



miércoles, 28 de noviembre de 2018

ELENA ANNÍBALI La mosca entró en el ojo de mi padre



EN EL PAVIMENTO

en el pavimento queda
por la tarde
la sangre seca
de las perras en celo

algunos
las agarran del cuello y las hacen morir:
no soportan la libido gloriosa
que alborota los machos
los mechones de pelo en las puertas de alambre
el olor rijoso del orín
en los carteles de las tiendas

las perras son dóciles al entrar
en las bolsas de nylon
obedecen y se pliegan al tamaño
enarcan los huesos
se acomodan a la muerte
al silencio

conozco esa mansedumbre de haberla ejercido

basta tocar la marca roja en el cuello
para evocar soga y dueño
pero yo mordí la mano
y ahora tengo esta libertad
grande
en que me asfixio


LA MOSCA ENTRÓ EN EL OJO DE MI PADRE…

la mosca entró en el ojo de mi padre, comió
todo el esplendor
la luz

donde antes había un hombre de 86 kilos arando el campo
ahora hay un trapito
si lo arrojás al viento, vuela
y es
una semilla de la rabia
largando sus uvas amargas
sus tristes uvas para el hambre
del diablo

llevo su sangre en mi sangre

perdónenme




En Atlas de la Poesía Argentina, Edulp (Editorial de la Universidad Nacional de La Plata), La Plata, Provincia de Buenos Aires, 2017. Coordinadores de la antología: Eugenia Straccali y Bruno Crisorio. Ilustrador: Federico Ruvituso.
Elena Anníbali (Oncativo, Provincia de Córdoba, 1978). Foto: Jmp

martes, 27 de noviembre de 2018

ALBERTO GIRRI Tocar tambores para que llueva




Que el poema no nace, es hecho. Opera ataque artificia, producto del escribir y del arte. En ese acto, vagamente recordar cómo alguna vez el distingo entre artista y artesano no existió. Quizás tal hacer sea ilusorio, jactancia; lo literario atribuyéndose la creación de algo, poema, cuando lo que en realidad ocurre es que el poema “sucede”. No pasaría nuestro trabajo de ser más que una tenaz invocación: tocar tambores para que llueva.

***

Según lo anterior, este “sucede” le da al poema el carácter de una presencia, al margen, paradójicamente, de su condición verbal. Y no afectado por la, a la larga, imprecisión y limitación del lenguaje.

***

Complicaciones ociosas. Lectores, críticos, exégetas, escoliastas, al especular con la presunta verdad o falsedad de un poema. Por ejemplo, ¿cómo llegar a saber, en el caso de que se presente aspectos engañosos, que el poema se engaña también a sí mismo?

***

Utopía igual a embalsamiento. Los que defienden la posibilidad de un arte poética en cuyos logros (arte objetivo, lo llaman), no haya nada accidental, aleatorio, de tal modo que lo que los poemas transmitan permanezcan inalterable, idéntica impresión en cada lector. Cada poema, existiendo de, por y para él mismo, con lo cual nunca moriría. Una suerte de morts vivants, como caricaturas de clásicos.

***

Preciosa cualidad de la Atención, infalible conducirnos siempre a metas definidas. Su hacer esquivar el peligro de confundir la imaginación con el ensueño, y su constante advertencia: No tomar los frutos obtenidos por los deseados.
Complemento: “El ensueño es un tributo a la pereza intelectual”.

***

(…)



En 1989/1990, Editorial Fraterna, Buenos Aires, 1990. De El motivo es el poema.
Alberto Girri (Buenos Aires, 27 de noviembre de 1919 – 16 de noviembre de 1991). Foto: Jmp

miércoles, 14 de noviembre de 2018

JUAN GELMAN En las páginas de nosotros mismos tu cuerpo escribe




TIEMPOS

Siempre te amo por primera vez.
Siempre te amo la primera vez.


BAILE

De la cintura bajan
arrabales de adentro
como impaciencias del amor.
¿Qué es esa moneda
que tu bailar acuña?
En la colina del deseo
sobra el sol.
Seguridad es tu hermosura,
bella que el tiempo apagás
en laberintos de Eros donde
es triste el que no sabe.
Amarte es preciso, vivir no.


DEBAJO

Crujen las cartas que nunca te escribí.
Matan al perro
en mi memoria siempre.
¿Quién le da de comer? Una
anticipación de la mañana
talla tu rostro en mí. Respirás
a mi lado. En los agujeros
de lo que toca vivir hay
la marea del tiempo, lleva
dolores a su basura inútil. El sudor
del pasado golpea
su páramo roto, la
vida continua, los
pensamientos con plomo debajo.


LO QUE CAVA

La sangre corcovea
en todos los rincones, en
el alma superior, en su orgullo,
en los perros con olor a furia.
El ser amado convierte
la humillación en asombro y vengo aquí
para decir que te amo.
La emoción contra la pared
espera que la fusilen.
Nuestros cuerpos conocen esa pared.
Es una atadura del sol
que cavamos, cavamos.


LADOS

La idea se escapa, no quiere
la grasa de las palabras, ni
un espejo vano. Se parece a
tu cuerpo entre los árboles
de la calle Atlixco
un lado al otro del viento.
Viene y suspende
la pérdida, corta
los desabrigos, saca
día de mi rincón, no repite rostros,
nombra en silencio
los animales del azar.


LA COVERSACIÓN

En la jaula del pensamiento no cabe
el amor que no dan.
La mentira cubre el planeta. Hay
visitas que no llegan
y parientes prestados. Una hija
aniquila a su padre,
un tenor canta La Traviata.
La voz se recuesta en la sangre
como existir bajo el sol. Pasa
el poder vestido de célebres venenos.
Del otro lado estamos tristes,
con furias dudosas, tristes, y
amores llenos y vacíos que
marchita la indignación. ¿Eso
explica la prosa del mundo?
A veces ceso totalmente y abren
los pedacitos del amanecer
en un rincón de la lengua.


PUERTOS

De las cortadas de la vida
hay una que no se puede abrir.
Verano es ese día
que adora los pasados del odio.
Cuando soplan los vientos,
abriga y Eros
festeja el triunfo de su llama.
Palabra y muerte no se juntan.
Cae a pedazos la mirada restante
y todo se une menos
los sonidos del hambre.


FLORES

En las esperas del aguante
crecen margaritas cada vez
más pálidas. Recuerdos
de su belleza, pan
en la mesa que borra su nombre.
Nunca se dejan perseguir. El vidrio
donde bebían sol
se convirtió en un acto
solo. Se fueron de la boca
que nombraba su aroma.
El tiempo
se las llevó, ya bárbaro.
De todos los mundos posibles
no hay uno sin el negro
apague de la espuma o la
neblina de palabras rotas.


ESCENAS DE LA GUERRA

Convierten al mundo en hospital,
quieren que no esperemos nada,
ni siquiera lo que no va a llegar y por
la curva del cielo pasa
tu rostro que llora.
Odios tristes, noche fría,
humillaciones del reloj.
Tu cuello es una rama erguida,
un corto exilio de la maldad.
Te beso allí donde volvés
a tu secreto. Crepitás
en días que sangran.


INSISTENCIAS

En la amplitud del amor cabe
la insistencia en ser otro, eso
que despliega sus alas en la
repetición flotante de aguas mínimas.
Se autoborran las iras, aparece
la luz tocando su saquito
de espérames y andates. Se abre
el cristal de la noche encontrada.
Flores que dían con
la época de sucesos tristes.
No hay vacíos en esa escuela
de lo que nunca es pecho gris. Hay
rostros que van de espejo en espejo
para buscar su nombre.


ARRABALES

Ante tu voz se detiene el dolor.
Tu voz está muda, la
sombra mordida por los perros
es nuestra propia sombra y vive
al pairo de los besos,
cubre la pérdida con pliegues y
recordaciones que vendrán. La noche
no es una hermana acostada
con las manos vacías. Es tu ropa
que cae al suelo y se retira
a su aroma. Así venís
desde cualquier confín. El sur
está vacante, menos
tu hermosura que pasa por
mi avidez. Mojás
mi boca con tu vino justo.
Despertás arrabales
del amargo arrabal.


ESTE

Este derrame en tus
territorios de sed y furias,
donde se marcha adónde
guiado como un ciego y los
inviernos que se van y vana
es la memoria de nosotros en movimientos
de dolor a dolor,
heridas o ilusiones
de libertad, fantasmas que se enfrían,
clavos de hierro que clavaron
gritos,
párpados del cosmos,
en tu calor se cierran,
como si todo fuera oscuro
y tu mano no volviera a tu mano
quedaba en mí.


AMPAROS

El aire, la roca, el péndulo, la
claridad de la noche
dan noticias del mundo que
nadie sabe leer. ¿Son ellas
para ellas, no más? Las sábanas
arrugadas del día
envuelven un fulgor cercado
por rostros que se acaban.
Su solo amparo es
el deseo. 


DESCANSOS

La realidad del cosmos, eso.
Neptuno vuelve
carne rosada en negra y los
caminan
en los rincones del rencor.
Qué dulce es comprenderlo.
La materia masculina de la gracia no
se quiere leer, no piensa.
La medianoche llega sin trabajo al
acto visible del pecho,
mira de frente sus malezas,
cavila sobre
la morida común del estar.
El beso divulgado fue labio.
Un crepúsculo arde en las ventanas
del más instante, más.


TE DIGO

Borrado del mundo real, borracho
de este crepúsculo que canta
en otro lado y el ángelus cruza
a caballo de una campana.
El cielo muere y
no veo a nadie, nada, sino
el fuego que arde cuando hubo
una garza azul
erguida en tu mirada blanca.
Quemaba ayeres,
la basura que el tiempo deja.


RAZONES

Hay continentes tristes,
escuelas, talleres, cuarteles.
Las cosas tienen aspecto de
amistad mutilada y el amor
desea una verdad.
¿De qué le sirven ciencias que
le ladran a la puerta que no tiene?
La luna en lunas del ropero
se liberó del cielo y
despierta entendimientos de lo amado.
La noche pasa como
nave lejana con dedos
que tocan sustancias íntimas.
Los movimientos del estar
nos preguntan qué ser.


LA RUEDA

El puente o arco entre
tu mano y la mía cuando
no se tocan,
¿qué retoca, qué trastoca
ese vacío, solo
en su fatiga?
Nace una flor, sí,
se agosta en mayo como una
equivocación de la lengua
que se equivoca, sí, mientras
en las páginas de nosotros mismos
tu cuerpo escribe.


SOLES

Bajo el sol doble de la furia y la pena
la vida sigue.
La vida sigue bajo el sol
doble de la furia y la pena.
Sigue la vida y gira
el sol doble de la furia y la pena.
Es un recurso amar a un árbol
y otras humillaciones del paisaje.
El esplendor del tiempo respira
en una mujer.
Se alejan pensamientos
que quieren ser vistos. El sueño
cierra la puerta para
que empiece otro.


PASA

No sé por qué te amo.
Sé que por eso te amo.
Cae mi lengua, como la de Catulo,
en su doble noche de deseo.
Nadie vuelve de vos
a lo que fue. Cuando callan
las palabras inevitables, las
repeticiones del dolor y
los huecos de la tiniebla alta,
conozco tu pacto que sucede de pronto.
Nacer es el apetito que das.
Caballa de la boca.


En amaramara, con pinturas de Arturo Rivera, Planeta, Buenos Aires, primera edición septiembre de 2016. Poemas a Mara Lamadrid.
Juan Gelman (Buenos Aires, 3 de mayo de 1930 - México, D. F., 14 de enero de 2014). Fotos: Jmp