viernes, 30 de octubre de 2015

Miguel Cantilo, Vives como un burgués


VIVES COMO UN BURGUÉS

Vives como un burgués
Te consideras progre
Pero vives como un burgués.

Estás esperando órdenes de tu mente
Dictadas por la tabla de valores
Que te compraste en la librería de la ciudad.
Estás esperando tener un hijo
Para enseñarle modales
No hagas aquello, no hagas lo otro
Y no pongas los codos sobre la mesa
Porque lo cierto es que, nene...

Vives como un burgués
Te consideras progre
Pero vives como un burgués.

Te vas aferrando a convencionalismos y costumbres
Que te enseñaron esos que tú criticas
En las reuniones de sociedad
Te vas aferrando a los pasamanos
Que todo el mundo ha sobado
Subes los peldaños como el rebaño
Tienes temor a ser diferente
Y el resultado es que ante la gente....

Vives como un burgués
Te consideras progre
Pero sólo eres un burgués.

No te engañes más, mira a tu alrededor
Órbitas de objetos de consumo
Que te compraste para combatir
La mediocridad y el aburrimiento.
Estás esperando que crezca tu hijo
Para enseñarle las tonterías
Que te enseñaron a ti
No se señala con el dedo
No levantes la voz
No hagas aquello, no hagas lo otro
No me contestes, no te liberes,
No te permito, no, no, no.

Crees que con dinero lo solucionas todo
Guardas las apariencias
La casa pulcra, la ropa limpia
Todo como te han dicho que debe ser.
Hoy eres comunista, mañana socialista
Luego socialdemócrata, y luego qué...
Un buen cristiano, cordial y humano
Pagas impuestos, miras televisión
Cubres el mundo tirado en tu sillón. 

Vives como un burgués
Te consideras progre 
Pobre, si solo eres un burgués.



En elepé “Unidad”, 1983.
Miguel Cantilo (Buenos Aires, 5 de noviembre de 1949).

jueves, 29 de octubre de 2015

Mónica Tracey, Culebra en balde


HABLO EN LENGUAS

Hablo en lenguas
sin pelos
con las señas de un rostro que se oculta
detrás del rostro
que aparece entre las señas.
La misma noche
nada dice nada de nada
una culebra
dos
más
todas
en el mismo balde.
El centro de la caracola
dispara su espiral
la extingue.
El cuerpo
en mi rostro
aparece tu rostro
la piedra de toque
imposible la simetría
impensable de ser y no ser
la mano oprime su versión helada.
Eco de una lengua
en otra lengua
que se mueve
como culebra
en balde


LOS AMORES

Tal para cual
el agua y el aceite
el punto de contacto
hace una cosa o la otra
dice una cosa o la otra
o lo que es lo mismo
hay un momento
una fisura
una llaga
lo que es tal para cual



En: “Hablo en lenguas”, Ediciones Último Reino, 1999.
Mónica Tracey (Junín, provincia de Buenos Aires, 18 de mayo de 1953). Poeta.
Foto: MT en FB. 

lunes, 26 de octubre de 2015

Charly García, Tomate este drink, la fiesta va a comenzar




CUCAMONGA DANCE

(¡Ay mi madre!)

¿Dónde está mi mapa?
Yo viajé por LAPA.
¿Dónde coño fui a parar?
¿Qué hago en el desierto?
Yo buscaba un puerto
y se me aparece un bar.
Yendo a California
me encontré a la momia
que me invitó a pasar.

¡George Light, la estrella tonight!
¡George Light es lo más grande que hay!
Tomate este drink,
la fiesta va a comenzar.

“Soy sevillana señores
y también reparto flores.
Cuando me falta el dinero
me arrimo a los extranjeros.
Y si no compran mis dones:
¡es que son unos pajeros!”

(Cuca-Cuca-Cuca-Trap)

¡Hay mozos en la pista! 
¡Se me va la vista!
¿Qué me dieron de tomar?
Me salieron tres cabezas,
por nariz tengo una mesa,
¡y no paro de girar!
Yo era un argentino,
le daba sólo al vino
pero esto es otro plan (¡Rombo!)

¡Dance! ¡Cucamonga Dance!

Por delante y por atrás.
¡Cucamonga Dance! Pronto lo aprenderás.

¡Cucamonga Dance! 
Just a little drink...

¡There is a fine line between travelling and becoming a monster!


En elepé “Tango 4”, grabado entre enero y septiembre de 1991.
Letra y música: Charly García (voz e instrumentos) y Pedro Aznar (voz e instrumentos). Invitado: Jorge Luz.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Liliana Campazzo, La certeza que las palabras que digo


LA RUBIA QUE CENABA EN EL TREN
(Fragmento)

I

Desde la ubicación que me dieron
en el coche comedor
por sobre el libro que levanté
en torre para evitar
interrupciones a mi dolor
vi entrar una mujer rubia
llegaba limpia y fresca
como bajada de una fiesta
los labios rojos
las manos voladoras
su mirada pintada de azul
gasa naranja la envolvía
era todo lo contrario a mi
rubia era
transparente era
liviana
y sonreía
de no sé qué
si no están las cosas para andar
así de boca abierta.


II

La rubia recorrió el espacio
y me miró.
Inmediatamente se sentó
enfrente
un tipo vestido para la ocasión.
Se sentó con ella
pidieron champagne
la carta
se tocaron con suavidad las manos
y se preguntaron
por qué alguien
cena sola
en un coche comedor
y me pidieron
que les sacara una foto.


III

Entonces tuve la certeza
que las palabras
que digo
no dicen sólo
lo que dicen
si no que todo
en mi voz
grita piedra.



En: “Poesía Río Negro. Antología consultada y comentada. Volumen 1”, Fondo Editorial Rionegrino, 2006.
Liliana Campazzo (Buenos Aires, 4 de septiembre de 1959). Poeta. Desde 1976, vive en Viedma, provincia de Río Negro.
Foto: LC en FB.

martes, 20 de octubre de 2015

Arthur Rimbaud, Es necesario ser absolutamente moderno


ADIÓS

     ¡El otoño ya! — Pero por qué añorar un sol eterno, si estamos empeñados en el descubrimiento de la claridad divina — lejos de las gentes que mueren a lo largo de las estaciones.
     El otoño. Nuestra barca erguida en las brumas inmóviles vira hacia el puerto de la miseria, la ciudad enorme bajo el cielo manchado de fuego y de lodo. ¡Ah!, ¡los harapos podridos, el pan mojado por la lluvia, la embriaguez, los mil amores que me crucificaron! ¡Jamás terminará por  lo tanto esta vampiro reina de millones de almas y de cuerpos muertos y que serán juzgados! Vuelvo a mirar mi piel roída por la suciedad y la peste, los cabellos y las axilas llenos de gusanos y gusanos más grandes todavía en el corazón, disperso entre los desconocidos sin edad, sin sentimiento... Hubiera podido morirme de eso... ¡Horrorosa evocación! Execro la miseria.
     ¡Y temo el invierno porque es la estación del confort!

     — A veces veo en el cielo playas sin fin, cubiertas de blancas naciones jubilosas. Un gran navío de oro, por encima de mí, agita sus banderas multicolores bajo las brisas de la mañana. Yo creé todas las fiestas, todos los triunfos todos los dramas. Traté de inventar flores nuevas, nuevos astros, nuevas carnes, nuevos idiomas. Creí adquirir poderes sobrenaturales. ¡Y bien!, ¡debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos! ¡Una hermosa gloria de artista y de narrador perdida!

     ¡Yo!, ¡yo que me llamé mago o ángel, dispensado de toda moral, soy devuelto a la tierra, con un deber que buscar y la realidad rugosa por abarcar! ¡Rústico!
     ¿Me engaño? ¿La caridad será para mí hermana de la muerte?
     En fin, pediré perdón por haberme sustentado de mentiras. Y sigamos.

     ¡Pero ni una mano amiga! ¿Y dónde encontrar ayuda?

*

     Sí, la hora nueva es por lo menos muy severa.
     Porque puedo decir que la victoria me ha sido dada: el rechinar de dientes, los silbidos de fuego, los suspiros pestilentes se moderan. Todos los recuerdos inmundos se borran. Mis últimas añoranzas se esfuman —celos de los mendigos, de los bandoleros, los amigos de la muerte, los retrasados de toda laya—. Condenados, ¡si yo me vengase!
     Es necesario ser absolutamente moderno.
     Nada de cánticos: mantener el terreno ganado. ¡Dura noche! La sangre sea humana sobre mi rostro, ¡y detrás de mí sólo tengo este horrible arbolito!... El combate espiritual es tan brutal como la batalla de los hombres, pero la visión de la justicia es únicamente el placer de Dios.
     Mientras tanto, es la víspera. Recibimos todos los influjos de vigor y de real ternura. Y en la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades.

     ¡Qué hablaba yo de mano amiga! Una buena ventaja es poder reírse de los viejos amores engañosos, y cubrir de vergüenza esas parejas mentirosas —vi el infierno de las mujeres allá—; y me será posible poseer la verdad en un alma y un cuerpo.

Abril – agosto de 1873.


De: “Una temporada en el infierno”, 1873. En: “Iluminaciones. / Una temporada en el infierno”, CEAL, 1969.
Versión de Raúl Gustavo Aguirre (Buenos Aires, 2 de enero de 1927 – 18 de enero de 1983).
Arthur Rimbaud (Francia, 20 de octubre de 1854 –  10 de noviembre de 1891).

lunes, 19 de octubre de 2015

Arthur Rimbaud, Cuando uno tiene hambre y sed


INFANCIA, 3

   En el bosque, hay un pájaro: su canto os detiene y os hace sonrojar.
   Hay un reloj que no suena.
   Hay una hondonada con un guardia de animales blancos.
   Hay una catedral que baja y un lago que sube.
   Hay un cochecito abandonado en el monte, o que desciende el sendero corriendo, engalanado.
   Hay una compañía de pequeños comediantes disfrazados, que se ven en el camino a través de la orilla del bosque.
   Hay, por último, cuando uno tiene hambre y sed, alguien que nos echa.


De: “Iluminaciones (Painted plates), 1886. En: “Iluminaciones. / Una temporada en el infierno”, CEAL, 1969.
Versión de Raúl Gustavo Aguirre (Buenos Aires, 2 de enero de 1927 – 18 de enero de 1983).
Arthur Rimbaud (Francia, 20 de octubre de 1854 –  10 de noviembre de 1891).

viernes, 16 de octubre de 2015

Luis Franco, Algo tan infinitamente finito como la criatura humana


LO VEDADO

El otro pensamiento, el pensamiento oculto.
Pascal

     Había pedido a Dios que hiciese sus días incontables como las olas del mar, no por codicia de auroras, ciertamente, sino para alargar las alabanzas del que había creado el universo y los gusanitos de la tierra como él.
     Desde aquellas mañanas en que aún no se veían las palmeras que rezaban con él ya por muchos años, había vivido en una soledad tan profunda que los pliegues del desierto eran los mismos pliegues de su mano. Ni los chacales llegaban, porque les había rogado en nombre del Señor no perturbarlo y ellos habían cedido llenos de piadosa superstición. Sumido en la oración y en la penitencia, vivía en su alma casi sin noticias oficiales de su cuerpo. Sin embargo, temía a la muerte y no por apego a la vida, en verdad, sino porque en su pobreza de espíritu temía aún por su salvación y al sólo pensar en la eternidad del castigo lo ganaba un miedo de deudor insolvente.
     Pero un día, habiendo quedado ciego, pudo ver bajar un ángel que le dijo que las penas del infierno no eran imprescriptibles.
     En un plazo muy largo, pero siempre más corto que la esperanza, Dios perdonaba al réprobo. ¿Cómo podía ser de otro modo? ¿Cómo la misericordia sin riberas de Dios podía ensañarse con una eternidad de dolor en algo tan infinitamente finito como la criatura humana?
     Pero este secreto traía la muerte, y el ángel, con una sonrisa de enfermero que siempre da de alta, se fue llevando el alma del solitario.



De: “Cuentos del exilio”, 1982. En: revista “Puro Cuento”, número 25, noviembre – diciembre de 1990. Director: Mempo Giardinelli.
Luis Franco (Catamarca, 1898 – 1988). Fue albañil, agricultor, hachero. Poeta y narrador.

jueves, 15 de octubre de 2015

Antonio Di Benedetto, No se puede volver a lo que se quiso


VOLVER


     Le explico a Horacio:

     —Hoy he recibido la invitación para el acto de Manuel que se hizo el lunes.
     Horacio comenta: 
    —Lindo tema para un cuento fantástico.
     No me dice cómo, queda a mi cargo.
     Decido volver al lunes, pero el acto se ha suspendido. Tengo que volver al jueves, el día que hablé con Horacio.
     Pero al regresar ya no es jueves, sino viernes. Entretanto el jueves ha ocurrido que...
     Reflexiono que de otra manera ya me ocurrió. Yo tenía que buscar, hacia atrás, a una mujer. Y ella tenía que buscarme a mí. Retrocedimos, pero cada uno por su propia inspiración y sin ponernos de acuerdo previamente.
     Nunca coincidimos en nuestros retrocesos e intentando dar con el día exacto para los dos, malgastamos la vida.
     Cada vez llegábamos más atrás en el calendario. 
  Deduzco que, de una y otra experiencia, podría sacar una conclusión, aunque evidentemente amarga: No se puede volver a lo que se quiso.



En: revista “Puro Cuento”, número 25, noviembre – diciembre de 1990. Director: Mempo Giardinelli. De Cuentos del exilio, 1982. 
Antonio Di Benedetto (Mendoza, 2 de noviembre de 1922 – Buenos Aires, 10 de octubre de 1986).

miércoles, 14 de octubre de 2015

Alfredo Veiravé, No tengo la obligación de escribir poesía de compromiso o canciones de protesta


POEMA

Claudia Cardinale ave de grandes plumajes y sus pechos como torres
me despierta temprano se pasea por el hueco que dejamos los dos entre medio 
y pone en la vitrola discos de Gardel o Joan Baez
me lee —es un decir— los últimos poemas ya borracho alucinatorio
Dylan Thomas A propósito escribe mal su apellido y de pronto un golpe
de amigos lejanos me sube por las piernas
pido un mate y la veo pasearse desnuda entre los huecos del tango
“las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste?”
y me digo con alegría hoy no iría para nada al empleo si no estuviera realmente
piantao piantao como ella me dice pero Claudia Cardinale me consuela me arregla el pelo con ternura italiana me cuenta con sus dedos larguísimos y sus uñas violetas
las seis o siete arrugas horizontales de la frente (casa de los gusanos
en la morera
templo del dios del trópico
escritura de puertas cerradas
el lugar donde los pensamientos eróticos se sientan
en cuclillas mariposa que imagina rápidamente el golfo estrecho
de Magallanes de tu cintura la magia de esos pantalones ajustados)
después se mete en el pecho (departamento horizontal en pleno campo
con vistas a las vacaciones anuales a los días sin nada y sin nadie
la máquina del mundo que pusiste a andar adentro
de mí, gramaticalmente correcto)
y me dice con tranquilidad no exenta de ironía
(la inocencia como estado ahistórico)
que no tengo la obligación de escribir poesía de compromiso  o canciones de protesta que nuestro amor es puro
y que nada nos salvará
cuando ella se haya ido cuando yo detenga los dedos sobre
los broches de su corpiño Inútilmente me dejo arrastrar
por las dudas y después me siento a escribirle este poema
que le dirá “buen día Claudia” “tomemos juntos el
desayuno” No sé por qué la historia contemporánea de América Latina no
consigna estos detalles feroces
pero lo que sé muy bien es que Claudia y yo nos amamos como dos buzos
bajo el mar como dos caracoles bajo la playa
como dos turistas en Venecia como dos espinas de la corona
de Cristo en un relicario como dos
sombras revolucionarias de espaldas en la tierra.


De: “El imperio milenario”, 1973. En “La poesía del cincuenta. E. Bayley, R. G. Aguirre, C. Fernández Moreno y otros”. Selección, prólogo y notas por Daniel Freidemberg. Centro Editor de América Latina, 1981.
Alfredo Veiravé (Gualeguay, Entre Ríos, 1928 - Resistencia, Chaco, 1991).
Foto: Claudia Cardinale y Frank Zappa.

martes, 13 de octubre de 2015

Jaime Luis Huenún, 6 poemas de Puerto Trakl




(1)
Bajé a Puerto Trakl entre neblinas.
Buscaba el bar de la buena suerte
para charlar sobre la travesía.
Pero todos vigilaban la estrella polar en sus copas,
mudos como el mar frente a una isla desierta.
Salí a vagar por las calles con faroles rojos.
Las mujeres se ofrecían sin afecto, fragantes y cansadas.
“A Puerto Trakl los poetas, vienen a morir”, me dijeron
sonriendo en todos los idiomas del mundo.
Yo les dejé poemas que pensaba llevar a mi tumba
como prueba de mi paso por la tierra.


(2)
"Y si vienes a morir a Puerto Trakl,
no bebas de mi vino", dijo el tabernero.

Este bar no es la morgue de los ángeles
ni el cementerio de los fantasiosos.
Muchos hombres han cruzado el océano
por un jarro de cerveza, por una copa
de ginebra caliente.
Nadie aquí tiene patria ahora, y navegar
cansa más que la nostalgia y el amor.
Escucha, sólo escucha el estruendo del oleaje,
mientras el mirlo clama
entre las ramas y el viento.


(4)
Como una manera triste de predecir
miro el paso de las nubes sobre el puerto.
Sé que mi suerte no está
en ninguno de esos nimbos que regresan al mar
movidos apenas por el viento de la literatura.
"Profetizar me asquea" podría decir
y, sin embargo, allá va mi vida
sobrepasada por pájaros que llevan
todo el tiempo del mundo entre sus alas.


(6)
Fumando en el muelle desierto
recuerdo a mis hijos,
apenas alumbrados por el sol de este anillo.
Mi paternidad se ha ido a pique;
el mercado está desierto frente a mí.
Un corazón apátrida late en esta fuga
hacia la isla prometida.
El amor ha abierto una oscura puerta
por donde paso
                        inclinándome.


(8)
Bebimos el vodka de madame “Su”
en el hotel Melancolía.
Nos habló de sus novios,
su vejez,
y de unos gatos perdidos en el puerto.
La noche llegó desde un poema de Trakl
que ella guardaba en la memoria.
Alzamos nuestras copas y, sin prisa,
cada cual volvió a su propia
y cotidiana decadencia.


(12)
Vi las flores morir en el mar
quemadas con la sal del horizonte.
Rosas de puerto lanzadas por una mujer
al oleaje furioso.


En: “Puerto Trakl”, LOM Ediciones, Santiago, 2001.
Jaime Luis Huenún (Valdivia, Chile, 1967). Poeta mapuche-huilliche.
Foto: Jaime Luis Huenún.

lunes, 12 de octubre de 2015

Jaime Luis Huenún, 4 poemas de Puerto Trakl



(20)
Como un cantante de ferias y cantinas
repitiendo siempre las mismas canciones,
declamo poemas al océano.
El oleaje apaga el rumor de mi voz,
y la espuma salpica estos papeles
como un escupitajo de las rocas y el agua
a mi vanidad.
Entonces imito el gesto del cantante
cuando extiende la guitarra al público y le dice:
"no quiero aplausos, sólo monedas,
no quiero aplausos, sólo monedas”.


(22)
La frontera del puerto está en tus ojos:
el horizonte y el sol
                                   en una botella vacía.


(24)
Ninguna mano despide tus ojos,
ninguna piel aguarda tu regreso.
Tu nombre, lo sabes, es una moneda
tirada con furia a los sitios eriazos.
Recuerdas la nieve cayendo a los pinos,
ahora que deambulas al garete por un puerto
nublado y solitario, tenebroso y ficticio.


(25)
Ebrio me despide Puerto Trakl
con el alba mojando mi cabeza.
Sin dinero, sin amigos y sin reputación
vuelvo a mis antiguos días.
La pequeña mañana abre sus puertas.
Los tugurios donde beben poetas y pescadores
quedan para siempre atrás.



En: “Puerto Trakl”, LOM Ediciones, Santiago, 2001.
Jaime Luis Huenún (Valdivia, Chile, 1967). Poeta mapuche-huilliche.
Foto: Jaime Luis Huenún.   

viernes, 9 de octubre de 2015

Daniel Tevini, Lloviznas que en las brisas se abanican



PALABRAS DE TADZIO AL REGRESAR A VENECIA

Vengo de aguas
de espejos estancados
tan mórbidos
            sudorosos
de diluvios y ademanes
son lloviznas que en las brisas se abanican

No puedo darle tierra
ni fuego
ni tan sólo aire
Mi destino no se reconoce
en los otros elementos de mi especie

Vengo de aguas
y voy a él
evaporándome




En: revista de poesía de las cuatro estaciones “El espiniyo”, número doble 05/06 verano otoño de 2007. Director: José María Pallaoro.
Daniel Tevini (Buenos Aires, 1962). 

jueves, 8 de octubre de 2015

Serguei Esenin, No te aflijas



HASTA LUEGO…

¡Hasta luego, amigo mío, hasta siempre!
Querido, en mi pecho siento tu latir…
La separación destinada por el tiempo
promete el reencuentro en el porvenir.

Hasta luego, amigo mío, sin mano, sin palabras,
no te aflijas, no guardes rencor,
morir no es nuevo en esta vida,
pero tampoco es más nuevo vivir.

Diciembre de 1925.


Es el 27 de diciembre de 1925, y Esenin, solo en un hotel de Leningrado, se corta las venas y escribe, con sangre, su último poema.
En: “Diez poetas rusos del Siglo de Plata, Blok, Pasternak, Maiakovski y otros”, CEAL, 1983. Traducción directa del ruso: Irina Bogdaschevski. 
Serguei Esenin (Rusia, 1895 – 1925).  Foto: SE en 1914. 

miércoles, 7 de octubre de 2015

Boris Pasternak, La vela ardía sobre la mesa


LA NOCHE DE INVIERNO

La ventisca barría toda la tierra,
y los confines todos.
La vela ardía sobre la mesa,
la vela ardía.

Como enjambre de moscas en el verano,
atraídas por el fuego,
así se juntaban los copos de nieve
en la ventana.

La ventisca pegaba sobre el cristal
círculos y flechas.
La vela ardía sobre la mesa,
la vela ardía.

Al cielorraso iluminado
caían las sombras.
Brazos cruzados, piernas cruzadas,
y los destinos cruzados.

Y caían dos zapatitos
al piso, con ruido.
Y goteaban lágrimas de cera
desde el candil al vestido.

Y todo se perdía en la nevada bruma
canosa y blanca.
La vela ardía sobre la mesa,
la vela ardía.

Del rincón el aire movía la llama,
y el ardor de la tentación,
como un ángel, dos alas grandes
alzaba cruciformes.

La ventisca barría todo febrero,
y frecuentemente
la vela ardía sobre la mesa,
la vela ardía.



Poema incluido en la novela Doctor Zhivago, 1957. En: “Diez poetas rusos del Siglo de Plata, Blok, Pasternak, Maiakovski y otros”, CEAL, 1983. Traducción directa del ruso: Irina Bogdaschevski.
Boris Pasternak (Moscú, Rusia, 1890 – Peredélkino, 1960). Foto: BP en 1948.

martes, 6 de octubre de 2015

Osvaldo Lamborghini, Todavía mi Infancia viene a buscarme




Tres veces en la noche
sonaron las campanas
mientras mi Infancia
recorría
tierras extrañas.
Porque todavía
todavía mi Infancia
viene a buscarme
con un galope en las piernas
y en sus labios
una sonrisa salvaje.

Cuando anda por ciudades
para que no la vea la gente,
mi Infancia
se disimula en el demoníaco aire.
Porque ella es muy linda
muy suave y muy frágil
y tiene miedo
de las gentes grandes.
Me viene a buscar
a mi cuarto de sueños
y me cuenta
que con una hoja de palmera
navega los mares
como atraviesa las selvas
deslizándose por los árboles
Después
entre lloriqueos me cuenta,
sentada sobre mis rodillas
que un niño casi la atropella,
con su bicicleta
y cómo en un río, una anguila
la azotó con su cola eléctrica.
Mi Amor, entonces
le cura las heridas
porque con su presencia
mi cuarto de sueños
se convierte en un Valle de Vida.
¡Mi Infancia, mi Infancia!
Con un galope en sus piernas
todavía viene a buscarme.




En: “Poemas 1969 – 1985”, Mondadori, 2012 (primera edición 2004).
Osvaldo Lamborghini (Buenos Aires, 1940 - Barcelona, 1985).
Foto: Osvaldo Lamborghini en Il Manifesto, Edizione del 6 ottobre 2015. 

viernes, 2 de octubre de 2015

Vladímir Maiakovski, Un nocturno con caños de desagüe



¿Y USTED PODRÍA?


Barrí de golpe el mapa cotidiano,
echando la pintura de un vaso;
mostré en la fuente con gelatina
los pómulos oblicuos del océano.
En las escamas del pez de hojalata  
leí llamados de labios nuevos.
Y usted,
¿podría tocar
un nocturno
con la flauta de los caños de desagüe?

1913


En: “Sobre los poetas y otros poemas”, CEAL, 1988. Traducción: Irina Bogdaschevski.
Vladímir Maiakovski (Rusia, 19 de julio de 1893 – 14 de abril de 1930). 

jueves, 1 de octubre de 2015

Marcela Predieri, Ella defiende con garras


FEMINISMO A LA MANERA DE M. P.

Ella quiere que la sostengan
Y defiende sus derechos
             (de eso no hay duda)
El derecho a que le abran la puerta
               a pasar primero
           derecho a la caricia
El derecho a que la dejen llorar
                  a que la abracen pronto
el derecho a ser más débil
            y débil con ganas
                         si acaso se le antoja

Ella defiende su derecho
    a que le paguen un café
           si intentan seducirla
   el derecho a decir basta
               a reclamar una sonrisa

Ella defiende su derecho
            a subir primero al colectivo
            a bajar última
            y a que le tiendan una mano
                         a su paso frágil de tacones

El derecho a que acepten su bofetada
           y a la impotencia de no poder más
                        que quebrarse ante el insulto

Ella defiende con garras
      el derecho a ser parte de su hombre
apenas
            delgada
                        invisible a su costado
la costilla de Adán
                      que lo sostiene





Marcela Predieri (Buenos Aires, 1960). Vive en Mar del Plata.
En revista de poesía de las cuatro estaciones El espiniyo, número doble 05/06, verano otoño de 2007. Director: José María Pallaoro.