domingo, 28 de junio de 2009

Paul Éluard: El rostro de la paz (1951)


I
Conozco todos los sitios donde habita la paloma
Y el más natural de todos es la cabeza del hombre.

II
El amor de la justicia y de la libertad
Ha producido un fruto maravilloso
Un fruto que no se echa a perder
Tiene el sabor de la felicidad.

III
Que la tierra produzca que la tierra florezca
Que la sangre y la carne vivas
Nunca sean sacrificadas.

IV
Que el rostro humano conozca
La utilidad de la belleza
Bajo el ala de la reflexión.

V
Para todos pan para todos rosas
Todos hemos prestado juramento
Y marchamos con paso de gigante
No es tan largo el camino que nos lleva.

VI
Dejaremos el reposo dejaremos el sueño
Atraparemos albas primaveras
Prepararemos días y estaciones
A la medida de nuestros sueños.

VII
La blanca iluminación
De creer todo el bien posible.

VIII
El hombre en busca de la paz se corona de esperanza.

IX
El hombre en busca de la paz siempre tiene una sonrisa
Después de todos los combates para aquel que se la pide.

X
Fuego fértil de semillas de manos y palabras
Fuego de fiesta se enciende y abriga los corazones.

XI
Vencer se apoya en la fraternidad.

XII
Crecer es sin límites.

XIII
Todos serán vencedores.

XIV
La cordura cuelga del cielo raso.
Y su mirada cae de frente como una lámpara de cristal.

XV
Lentamente la luz desciende hacia la tierra
De la frente más vieja pasa a la sonrisa
De los niños libres ya del miedo a las cadenas.

XVI
Y tanto tiempo el hombre le daba miedo al hombre
Daba miedo a los pájaros que había en su cabeza.

XVII
Después de haber lavado con luz de sol su cara
El hombre tiene que vivir
Tiene que hacer vivir y se une de amor
Se une al porvenir.

XVIII
Mi dicha es nuestra dicha
Mi sol es nuestro sol
Nos repartimos la vida
El espacio y el tiempo son de todos.

XIX
El amor trabaja es infatigable.

XX
Era mil novecientos diecisiete
Y guardamos la comprensión
De nuestra liberación.

XXI
Hemos inventado al otro
Como el otro nos ha inventado
Nos necesitábamos los dos.

XXII
Como el volar de un pájaro se confía en sus alas
Sabemos dónde va nuestra mano tendida
Va hacia nuestro hermano.

XXIII
Vamos a colmar la inocencia
Con la fuerza que nos faltó
Durante tanto tiempo
Ya no estaremos nunca solos.

XXIV
Nuestras canciones llaman a la paz
Nuestras respuestas son actos por la paz.

XXV
No es el naufragio lo fatal
Es nuestro deseo y lo inevitable es la paz.

XXVI
La arquitectura de la paz
Reposa sobre el mundo entero.

XXVII
Abre tus alas rostro hermoso
Impone al mundo la cordura pues nos volvemos ya reales.

XXVIII
Nos volvemos reales juntos por el esfuerzo
Por nuestra voluntad de disolver las sombras
En el brillante curso de una nueva claridad.

XXIX
La fuerza se hará más suave cada vez
Respiraremos mejor y cantaremos más alto.



Paul Éluard (14 de diciembre de 1895 - 18 de noviembre de 1952), pseudónimo de Eugène Grindel.
Paul Éluard. Obras escogidas. Tomo 3 (1948-1952). Selección, traducción y prólogo de Marcelo Ravoni. Editorial Platina, 1962.
Litografía de Pablo Picasso de “El rostro de la paz”.

miércoles, 24 de junio de 2009

Gabriel Impaglione: « Los caballos del día... » y otros poemas inéditos


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Le basta un basta para inaugurar el día
y apenas muerde tallo reseco de quéhago
en mitad de la hora desahuciada.

La poesía como la piedra sirve para decir basta.


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Poética


Ser la fantasía del tigre
en el orillo de la lluvia
en la carrera del lápiz
viento de mar
oscuridad
sal de los sueños.


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Poética


Y entonces la mano
despalabra el follaje de la hora
con la piedra en blanco.


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Sinrazón


Rumbo a la nada
nos arrastra cada guerra,
a las más bestial razón de la mentira.
Rumbo a nada!
Que es como una muerte
que no parece, pero es muerte.
Allí arden los ojos
también si no se mira


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Herramienta de luz


Tres hondas rojas cicatrices
y una multitud de trazos
hendiduras
obstinadas asperezas.
Territorio de la indignación y la ternura.
Tallada madera
que proa
lecho
que alma.
Puerto multiplicado
en cinco escolleras,
que liberan
en tí
todos los navíos.


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En los ecos de las germinaciones
habita la palabra
allí se construye el vino y la madera
se reparten la fruta, los cereales
y poesía corre como viento de luz
como la savia de todos los paisajes.


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Los caballos del día tiran de la soga
que tensa las horas
y gira el planeta.
No hay vendaval que demore el alba
llama que lo impida
sortilegio que deshaga sus conjuros.
En su certeza transcurrimos
breves a destiempo imbéciles
condenados a nosotros mismos
a la vocación de los sueños
a la inexorable verdad de todas las eras
a pesar nuestro.


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Explico tu risa


Las niñas de tu risa juegan en el aire
y en la casa se abren las ventanas.
Miro la luz que nace en todas partes,
los espejos de sol que en las paredes
retratan tu río entre las piedras,
y soy feliz de las pequeñas campanas,
de cada música que inventas con el día.


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Explicación de la poética


Como las barcazas en paciente inquietud
abrazadas a los soliloquios del amarradero

así las palabras en las manos.


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Gabriel Impaglione nació en Morón, Provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1958. Poeta, narrador y periodista radicado en Sardegna, Italia. Traducido al portugués, italiano, inglés, sardo, catalán, rumano y francés. Dirige la revista literaria Isla Negra y coordina las ediciones en italiano y sardo que dirige su esposa, Giovanna Mulas.
Blog personal: Gabriel Impaglione.
Foto: Antología poética: 1825.
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lunes, 22 de junio de 2009

Rubén Sacchi: Fábula


Me encaminé hacia los portales del amplio mar. “¡Que se abran las aguas!” –grité-, y las aguas no se abrieron. Me acerqué hasta que mis pies palparon la humedad de la playa y me introduje, dulcemente, en el ámbito neptunesco de la inmensidad.

Como alga colgué durante años de un barco fantasma. Luego me desprendí hasta las profundidades más remotas de la historia. Y fui coral. Sin días y sin noches definidas, las caracolas me poblaron.

Pasaron milenios hasta mi reencarnación como hombre. Entonces salí a la luz en procura de vos. Te busqué. ¡Tanto tiempo sumergido para poder alcanzarte! Pero he aquí que averigüé que, justo ahora, vos eras sirena.


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“Fábula” se publicó en la plaqueta Sextavar, Nº 3, 1977.Rubén Sacchi. Escritor, director de cine y fotógrafo. Director de la revista cultural Lilith.
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domingo, 21 de junio de 2009

Néstor Mux: Carta a Hortensia Bussi de Allende


"Lo enterraron, y viene cantando con nosotros”, Pablo Neruda


Argentina, unos días después de la primavera de 1973.


Desde aquí, donde le estamos escribiendo, desde aquí, Hortensia, desde este rincón del mundo, tan parecido al rincón de ustedes, desde esta confusa patria combatiente en marcha, como la de ustedes. Desde aquí, de pie, estuvimos con usted cuando arrojó las flores cercanas sobre la tierra en que no descansa Salvador Allende. Usted no estuvo sola, Hortensia, en Viña del Mar, durante esta primavera enlutada, durante esta primavera que ya nunca más le dirá nada, aunque de la tierra chilena sigan creciendo las flores más dulces. No estuvo sola porque nuestro corazón ya había volado por arriba de la nieve que nos separa y por la otra nieve que quiere poner entre nosotros la traición una vez más; esa traición que vuelve a envilecer el aire americano.
Digo que estuvimos con usted y digo que el compañero presidente o el médico o el Chicho o el asesinado o el suicida, no descansa en esa tierra. Porque en ese pozo de Viña del Mar, oscuro por vergüenza y no por muerte, sólo pudieron enterrar una bandera honrada, un cadáver con pólvora y luz. Lo demás, es decir, nuestro compañero altísimo, estaba en su sitio con un último beso suyo en la boca, y América lo sabía y lo sabe. En cada joven fusilado de Santiago o Valparaíso está presente, está dentro y cae con ellos, una vez más, cumpliendo la palabra, repartiendo el pan, el cobre y la sonrisa humilde, ayudando a cargar con coraje el fusil del francotirador en la eternidad de la noche, demostrando a la tierra, a la historia (en esa que también tuvo que ver nuestro San Martín heroico) que “Chile no se rinde mierda, que hasta la victoria siempre”, que usted no estuvo sola, Hortensia. Y que desde esta confusa patria combatiente le escribo en nombre de no sé cuantos, sinceramente, aun sabiendo que estas palabras signifiquen nada. Pero sinceramente, creameló.


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En: Cartas íntimas para todos, Elepé Ediciones, La Plata, 1974.
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Hortensia “Tencha” Bussi de Allende (1914-2009)
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sábado, 20 de junio de 2009

Aurora Venturini: Las olas


En la playa el pequeño enarenado semejaba estatuilla de cerámica. Antes ingresó en el río pero después, revolcándose en la costa, desapareció bajo la pátina amarillo ocre. Contemplaba ahora el silencio del agua.
El niño del verano se sentó, se acuclilló, y con una cucharita de helado abandonada comenzó el dibujo. A ratos suspendía la tarea y buscaba con ojos quietos algunos detalles importantes. Tal vez buscara inspiración. El pequeño entraba en sí mismo, y enseguida salía, creaba y reproducía. Finalizó su obra y lo vi acostarse sobre ella. No quise acercarme. Son raros los chicos que crecen solos. Se ofendería de extraña incursión en territorio recién estrenado. Este niño del verano habitaba en un Instituto de Minoridad cercano a la costa del Río de la Plata. Otros chicos, también internados, apenas los sacábamos al aire, preferían nadar, ranitas desprovistas que se secaban al sol muertos de risa. Chiquilines de seis a ocho años, inocencias raquíticas que permanecían todo el año en ese instituto y que durante el invierno temblaban. Valía la pena pagar ese tributo a los meses del estío cuando saltaban de las caminatas para hacer pozos en la arena y jugar a ver quién nada más lejos de la costa.
Acuclillado y acostado en su dibujo despertó cuando crecía el agua que venía lamiendo arenales y barriendo cosas. El chico retocaba su obra contra las olas que atentaban contra una línea, pero cuando advirtió lo inútil de su esfuerzo, lloró. Repitió igual varias veces la operación dibujo y entonces yo me acerqué. Los ojos húmedos me miraron y ahí recién reconocí al chico que había ingresado hacía dos años, la madre muerta y otras orfandades en su planilla.
¿Por qué estás triste?
Porque el agua me la quita. Yo dibujo a mi mamá en la arena y ella vuelve pero el agua me la quita.
En la plácida dulcedumbre del verano me senté con él en la arena. Fui niña de nuevo y los dos vimos una lánguida figura, pálida, que se despedía hasta el próximo verano.
Es mi mamá, me dijo él.

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En: Las 12, Página/12, 19-06-09
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Aurora Venturini nació en 1921 en La Plata, ciudad en la que vive. Un jurado integrado por Juan Ignacio Boido, Juan Forn, Rodrigo Fresán, Alan Pauls, Sandra Russo, Guillermo Saccomanno y Juan Sasturain le otorgó en 2007 el Premio Nueva Novela de Página/12 por su novela "Las primas".
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Foto: Punta Lara, 1949. Álbum familiar jmp. Archivo de la talita dorada.
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viernes, 19 de junio de 2009

José Antonio Cedrón: Roberto SANTORO, hoy



Sucedió casualmente. Iniciaba la década del 70.
Creo que la escuela estaba en el barrio de Villa Pueyrredón o de Urquiza. Esa noche se homenajeaba a González Tuñón y éste me presentó a Roberto. Estaba sentado en una escalera y a su lado tenía un paquete pequeño. Nos quedamos juntos como una hora. Hablamos. Después abrió el paquete y me regaló Literatura de la pelota (un libro que recoge cantos y vivencias de cuando el fútbol era un deporte). Pero todo ello es difuso. Había tanta gente.

Supongo que allí empezó la amistad, porque me invitó a formar parte del grupo Barrilete, junto a Carlos Patiño, a quien conocí personalmente en la redacción del periódico Alberdi, del brazo de don Joaquín Álvarez, en Vedia. Y junto a Rafael Vásquez, al que agradeceré siempre la solidaridad en momentos dramáticos. Para ese momento, en Barrilete yo era (como decimos en México) el más “chavo” del equipo. Más tarde con Roberto participamos en la formación de la Agrupación Gremial de Escritores, y militamos en el mismo campo político.

Un día llegó a la SADE donde se reunía la Agrupación, una nueva amenaza para tres de nosotros: “60 días para irnos”, decía (entonces no supimos ciertamente de dónde). Nos juntamos con Cacho Costantini en casa de Haroldo Conti, y éste jugaba: “Las tres A amenazan a las tres C”.
Como en mi caso debí sumar muy pronto secuestro de familiares, presidio, etcétera, salí del país.
Para alguna correspondencia, con Roberto decidimos cambiar de nombre y dirección.

Un año después regresé sin aviso y nos reunimos tres veces.
En tiempos de dictadura, afuera se estaba trabajando mucho, teníamos apoyos; él lo sabía, y era indispensable. Sin embargo, una tarde, en la Confitería Londres, de Flores, me dijo que decididamente no iba a salir del país. Que había que quedarse. Ya no nos vimos.

Tal vez Santoro, hoy, sentiría melancolía, un sentimiento sospechoso en tiempos indefinidos de mutación, porque en ella están contenidos el espíritu y la cultura, como pérdida de pertenencia a un mundo que se compartía. A este sentimiento lo conocemos como depresión, de modo que justifique un recetario de fármacos.

Pero algunas paradojas son tan resistentes como las obras que no permiten ser recicladas. Así, la melancolía resiste el caricaturismo temporal porque en los accidentes culturales el dolor no puede ser localizado en el cuerpo. Se encuentra fuera, dentro y en muchas partes de un todo grande como el vacío. Y se le reprueba por sus valores, costumbres, utopías...
Quizá por eso, de un tiempo a esta parte, el tiempo también es sujeto de edición, cortes, voces en off, para mostrar lo que se desea.

En complicidad con los sobrentendidos domésticos, deberíamos convenir que este mercado camaleónico no es ni fue nunca democrático, por imperio de leyes políticas, ideológicas, en ocasiones disfrazadas de estéticas, y que su avance alcanza considerable adhesión entre nosotros a través de diversas fundaciones “promotoras” y “descubridoras” de nuestros valores y capacidades miméticas. De esta suerte, la adjetivación grandilocuente inventa y juzga a escritores neumáticos, inflados por editoriales, voces con exposición en los medios.
El rigor es más difícil y siempre tuvo menos adeptos.

Y dado que la realidad es tan reiterativa, me permito repetir parte de lo que dije para acompañar los trabajos de otros escritores amigos. Desde un pasado reciente, acudir a la memoria, recordarla, encenderla o mencionarla se ha vuelto sospechoso, ofensivo, imprudente, porque el pasado y su relación con nuestra historia individual y colectiva amenaza la fragmentación, que es una de las metas de supresión que, sin decirlo expresamente, hospeda en el discurso único. La invención del fin de la historia, para que el educador nos desaparezca la realidad, las construcciones de la realidad, y de la realidad misma como por arte de magia.

Pero esta separación no es accidental, sabemos que responde a la formación de la racionalidad contemporánea, que separa al sujeto del objeto, a la realidad del contexto en el que las cosas tienen lugar, y nos separa de la historia personal con el riesgo (calculado) de separarnos de nosotros mismos. La ruptura no está limitada a la expresión artística sino a las potencialidades del ser humano.
De este modo, se apuesta al exilio de la memoria, que es como quitarle el tacto a un ciego, se pierden las referencias.

La situación recuerda (al menos a este lector) que las modas le sirven a las revistas como el olvido al mercado. La educación ha perdido prestigio, la nostalgia una cursilería que, como la memoria, se caricaturizan. El ejercicio de la burla es institucional.

Si defiendo la memoria, es por los sueños fincados en la obstinación, que no tienen que ver necesariamente con la suerte de nuestros trabajos literarios. Y tal vez porque, como para muchos de nuestra generación, los temas que encontraron al autor no se pueden leer sin leernos a nosotros mismos.

Hablar de estos asuntos lo creo ineludible para afirmar el contexto en el que tiene lugar el trabajo de Roberto Santoro, porque resultan de tatuar aquellos acontecimientos íntimos que se pueden leer en la piel interior de la memoria. Aceptando que en ese preguntar de la poesía está el inter-decir, que establece la diferencia entre el adentro y el afuera, que en Santoro tiene lugar desde los primeros poemas porque es de los escritores que reconstruye no la invención, sino el latido.

También porque el soporte lúdico de su construcción poética bucea de ida y vuelta en las emociones y, paradójicamente, tal vez no sean ellas las que enfatizan la imaginación de sus sentimientos, sino la realidad misma. Y sabemos que la imaginación permite sobrevivir, de lo contrario ya hubieran acabado con todos los aborígenes.

En Santoro, además, la tensión constante al interior del poema, y la aceptación de que esa fuerza no inhibe las dudas. Aquello se que convierte en idioma entre la abstracción y la concentración.
Separar a la poesía del mundo en que vive sería pensarla como un espacio de pureza, como otra religión, no como libertad. Por lo mismo, debo tener derecho a preguntar —aunque pueda resultar una frase— si de un tiempo a esta parte, la poesía también se ha llenado de palabras y se ha vaciado de mundo.

Hace unos años, durante una visita a México, Edward Albee, nos dijo que “el público está entrenado para la mediocridad” (para lo superficial y lo estúpido), pero también dijo algo más inquietante: que en su país “existe una política dirigida expresamente a destruir la educación estética. La democracia es muy frágil y los políticos están asustados; como consecuencia los intelectuales y artistas creativos están siendo sometidos a una censura que será difícil de parar. El arte de calidad ha tenido que refugiarse en pequeños foros porque sus espectadores, sus lectores, están siendo capacitados para exigir cada vez menos.”

Después llegó Mattelart y dijo que “en América Latina, libros y análisis que se hicieron en las décadas del 60 y 70 contra un orden dominante hoy se niegan. La función del intelectual no es solamente producir discursos sino participar con su saber. Pero ha dejado de interrogar de manera crítica, se ha empobrecido. Negar la memoria se ha vuelto una profesión”.

El año pasado, el Nobel Derek Walcott dijo que en su país lo que está sucediendo “es indignante: sus poetas están ignorando a la gente, están evadiendo la realidad, no están respondiendo a la responsabilidad social que tenemos los poetas”. Y siguió: “están demasiado absortos en sí mismos. Su ego imperial les estorba para hacer caso de la realidad y no hablan de cosas importantes que están sucediendo atrás de la gente, como la guerra, la pobreza y la hambruna. Digo esto porque Estados Unidos es un imperio y somos los poetas que habitamos ese imperio los primeros que debemos criticar”.

Si aquí me referí a confrontaciones y asociaciones no fue de modo involuntario, lo hice convencido que si nos reunimos para acompañar estos esfuerzos editoriales que apoyan la memoria, es porque seguimos siendo una de las tantas minorías con vocación por leerla, escribirla, transmitirla. Esos cercanos y cómplices que todavía pueblan su territorio. Y probablemente por los mismos motivos que acompañaron a Santoro y siguen acompañando a muchos de nosotros, porque “el olvido ─para decirlo en palabras del mexicano Gaspar Aguilera─ es un crimen perfecto”.

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José Antonio Cedrón (Buenos Aires, 1945) es poeta, investigador cultural, periodista y educador. Texto leído en la presentación de “Obra poética 1959-1977” de Roberto Santoro, en la última Feria del Libro.
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martes, 16 de junio de 2009

Paulina Vinderman: Cinco poemas de "Hospital de veteranos".



1)


La ventana del hospital
da a un baldío espeso de pasto y de botellas rotas
(como cicatrices de batallas).
Un sauce milagroso crece en la esquina que
da al cuartel.
Hospital de otro siglo, el dolor que me ata
a la silla despintada también es de otro siglo.
Las enfermeras corren con los orinales
por corredores hundidos y no reparan en él.
No estoy acá para curar mi vieja herida ni mi insomnio.
Soy hija, se supone que las hijas tienen salud.

En plena noche los azulejos blancos destilan
una luz primitiva. Puedo seguir un camino entre las
camas sin titubear.
Esa es mi luna, también la que imagino
sobre las botellas como un spot.
Comprendo su soledad (sin hermanos)
en medio del cielo.
Comprendo las mareas, comprendo a la locura
como un exceso de blanco.

He sido amada (no comprendida),
he sido aquel perro solitario de mi primer poema,
que atravesó la calle para ser mi amigo.

"¿Podríamos jugar mañana, cerca del sauce?"

El amanecer está en un punto muerto,
suspendido por una memoria que semeja un barco
sin mascarón de proa.

(Igual que mi vida).



2)


En estos días nunca despierto del todo,
me siento en el borde del sueño
a punto de caer de bruces, y me dedico a
espiar el cuento en su final.
Hay una tormenta en la cabeza calva
sobre la almohada
y un patio desnudo en la mía.
La noche fue un pizarrón
donde escribí mi piedad más ordenada,
la más benigna.

Ojalá nevara.

El ruido de los jarros de aluminio
con el té con leche, es mi llamado en la
mañana, aclara mi mente tímida, mi
grave respiración.
El día es opulento,
lleno de manchas en el piso,
estoy atrapando el adiós:
el ojo de mi" halcón de vida",
"no por su ojo sino por su alegría"
piso la nieve que cae, en otro lugar.



3)


El gato asoma por detrás de la tapia
entre los vidrios rotos.
Se eleva sobre la marejada de la memoria,
girando en el oscuro verano, cortando
los tallos que me sujetan a la tierra.
Sé que mi tibieza no le es suficiente, hay
demasiado miedo en nuestros pelajes revueltos.
Y en nuestro esfuerzo por vivir, no
queda tiempo para lunaciones.
Sólo una mirada celebratoria, un enlace
sin traducción bajo una luz perfecta.
Los vidrios parecen hierbas a la distancia
y el raído saco de hilo que me cubre,
azúcar sucia.
Nos iremos de inmediato a nuestros asuntos
por detrás de la vida,
como si ella fuera la tapia, o un telón suntuoso
(tierra de nadie entre bastidores).



4)


A golpes de estrellas, a golpes de luna,
¿cuánto hace que parezco un castor,
manteniéndome a flote en los rápidos del río?
Soy el guardián de mi padre, el guardián
del lenguaje, títulos nobiliarios sacudidos
por el temporal.
El amor es un objeto antiguo, valiosísimo,
encerrado en un museo babilónico, expuesto
a la artillería del invasor.
Bajo mis dedos crecen metáforas como hongos.

Días vacíos, quemados por un viento dorado.

Detrás del cielo azul pastel, habita una negrura
de cuervo.
Pobre cuervo, alisando sus plumas sobre
el alambrado; él, como el castor, bebe de este mundo
el agua posible.



5)


Pongo un vaso y una flor
en la mesita atestada junto a su cama,
pero él no los mira.
En realidad lo hago para mí.
La vida todavía debe ser para mí,
el viento que insiste en abrir la ventana
aún puede dejar un poema en la escudilla.
La crueldad de haber arrancado la flor
a su madre planta, para mi egoísmo -
verla morir en un escenario sórdido-
es un anzuelo limpio (carece de rencor.)

Del otro lado, la bolsa de sangre lanza
destellos azules, mal copiados, de mi flor.
Para avisarme que ella es la vida por ahora:
una paciencia de color azul.

(La lluvia que veo caer sobre los tubos
de oxígeno en el patio, también es para mí.)




Poemas de "Hospital de veteranos" (Alción Editora, 2006). Por este libro y por su trayectoria literaria Paulina Vinderman recibió el Premio de la Academia Argentina de Letras 2004-2006.

Paulina Vinderman nació en Buenos Aires en 1944. Publicó diez libros de poesía; los últimos títulos son: “Bulgaria” (1998), “El muelle” (2003) y “Transparencias” (antología poética, Arquitrave ediciones, Bogotá, Colombia, 2005). Obtuvo entre otros premios el Municipal (bienio 88-89), Regional, Secretaría de Cultura de la Nación (trienio 93-96) y Fondo Nacional de las Artes (2002).

domingo, 14 de junio de 2009

Mario Trejo: El que muerde es el poeta


Tres poemas

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ESTA AGITADA VIDA


Esta agitada vida
me gruñe como un perro.

Esta agitada vida
me ladra como un perro.

Esta agitada vida
me muerde como un perro.

Esta agitada vida
me lame como un perro.


___
EL LOBO ES UN POETA


La palabra lobo no muerde
El que muerde es el lobo

La Palabra no muerde
El que muerde es el poeta.


___
EN BUSCA DEL PARAÍSO PERDIDO


En este mundo, el del Paraíso perdido,
se aprende más del dolor, la cobardía
y el miedo que del placer,
el heroísmo y el coraje.

La experiencia del dolor, la cobardía
y el miedo son heridas abiertas para
siempre. Cicatrices. Tatuajes que no
nos dejan olvidar.


__:
En: Casandra, Revista de Cultura Contemporánea, Nº 5, 1997. Director: Osvaldo Svanascini.
Mario Trejo, ¿La Plata?, 1926.
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viernes, 12 de junio de 2009

Jacobo Fijman: Canto del cisne


CANTO DEL CISNE



Demencia:
el camino más alto y más desierto.

Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.

Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.

Se erizan los cabellos del espanto.

La mucha luz alaba su inocencia.

El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.

Cuerdas de los silencios más eternos.

Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.

¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?

Se acerca Dios en pilchas de loquero
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.

¡Piedad!


De: “Molino Rojo”, 1926.

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Jacobo Fijman nació un 25 de enero de 1898 en Orhei, Besarabia. Murió en Buenos Aires en 1970.
Dibujo: Jacobo Fijman.
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jueves, 11 de junio de 2009

Luis Franco: Un hombre solo, un desterrado.



Por Guillermo Ibáñez


Siguiendo el itinerario de esta serie de artículos sobre poetas contemporáneos, he tratado de acercar al lector nombres como los de José Peire, Héctor Yánover, María del Carmen Suárez, ya aparecidos (precedentes en este libro), o los de Ramponi y otros, que los seguirán, siempre ocupándome de quienes, a pesar de su importante obra, no han llegado al “gran” público con el nivel que merecen, en razón de que sus obran no son “comerciales”, al decir de algunos editores. Esto es: “si lo que se vende es basura, vendamos basura”, contribuyendo al “asnamiento” generalizado.

En este trabajo, sigo esta serie con un gran olvidado, un poeta mayúsculo y equiparable a la mejor y mayor poesía americana y universal como es Luis Franco.

Su vastísima y diversa bibliografía, casi eximen a cualquiera de muchos comentarios.
En el género lírico, por ejemplo, podemos citar los siguientes volúmenes: “La flauta de caña”(1920), “Libro del gay vivir (1923), “Coplas del pueblo” (1926),”Nocturnos”,(1932), “Suma”(1938), ”Constelación”(1959), que incluye muchos trabajos de los anteriores; “Los trabajos y los días”(1928), “Pan”(1948),”El corazón de la guitarra” (1963), “Insurrección del poema”(1970) .

El resto de su producción, en ensayo o historia, apenas puede enumerarse: “El General Paz y los dos caudillajes”,”Hudson a caballo”, “El otro Rosas”, “Sarmiento entre dos fuegos”, etc. etc.

En ensayos de otra especie se registran títulos tales como: “La hembra humana” (Ed.Schapire 1974), “El arca de Noé en el Plata”, temas que maravillan en Maurice Maeternick (Premio Nobel 1911), pero que en un autor nacional, no trasciende ciertos límites en los cuales el conocimiento no sólo científico o erudito de los estudios antropológicos o biológicos surgen pristinamente, sino, la humanidad empírica de Luis Franco que está, latente y vibrante en cada una de sus líneas.

Todo lo enunciado apenas, obligaría a multiplicidad de enfoques y análisis. Pretender con unas lecturas de esta inmensa obra, realizar un trabajo como merece, excede las posibilidades personales y del espacio que puede ocupar en un medio escrito, por eso, he de limitarme aquí a “Insurrección del poeta”, cuya tapa o portada fue hecha nada menos que por Ricardo Carpani, a quien pertenece la figura del Che, en la Plaza que lleva su nombre en Rosario. Nadie mejor que Carpani pudo interpretar como este plástico lo hizo, la fuerza y la tensión que se encuentran dentro de los poemas de este libro.

“Insurrección…”, fue prologado por otro gran poeta que debiera llamar mucho más la atención de los lectores y sobremanera de los lectores que escriben en este género. Me refiero a Alberto Hidalgo, quien compara a Luis Franco, nada menos que con Whitman, Darío, Nervo, Vallejo o Neruda. Adhiero a sus palabras, Luis Franco no es menos que ellos.

Dice Alberto Hidalgo:”…él, es más extenso que su provincia, más alto que cualquier mástil, gobierna la poesía de todo el país y América me ha dado el encargo de saludarlo con los Andes abiertos”

También me referiré a trabajos incluidos en “Suma”(Editorial Sarmiento, Catamarca 1929, que prologara nada menos que Roberto Arlt y al libro “Constelación”( Editorial Stilcograf, Bs.As., 1959), que el mismo Franco prologara con palabras que reproduciré más adelante y titulo: Poesía y destino.

Sin embargo, Luis Franco no es leído. Tal vez porque es un francotirador de la poesía; , digo en el subtítulo,< un hombre solo >, enfrentado con los oficialismos de turno de todas las épocas, cualquiera fuera y enfrenado también con los opositores, crítico del capitalismo, diciendo (En “El arca de Noé”:”…que la víbora venenosa es inculpable. No envenena por ambición o venganza como Canidia, Lucrecia Borgia o Stalin, sino porque es su único modo de cazar…”

Es poco leído o se ha colocado sobre su obra, un enorme manto, porque Luis Franco, biólogo, antropólogo, hombre, americanista, argentino, autodidacta de todas las disciplinas del arte y de las ciencias que frecuenta, no se comprometió nunca con nada más que la verdad. Su vida y poesía es verdad pura. Luis Franco, anárquico y para mí, titular de la poesía libertaria de América, antagonista natural del cóctel de los best seller.

Además de Hidalgo, no faltaron otros grandes que dijeran, por ejemplo: “Este poeta Luis Franco, nació con la facilidad que un don del ala, canta como pájaro por llamamiento de la naturaleza…poeta pagano análogo a los trovadores…sus “Églogas aldeanas”, verdadero himno sagrado al trabajo de la tierra, como pocas veces se oyó, si es que alguna vez se ha oído tan noble y puro en nuestro idioma…voz de un poeta genuinamente argentino”(Firmado: Leopoldo Lugones, Diario “La Nación”, el 9/1923).

O como dijera Roberto Arlt en “Argentina Libre” (Bs.As. 1926):”…Semejante a Heracles, furioso, sortea cumbres, va en busca de negros dioses, se detiene junto a los cimientos del mundo, la enormidad de su inspiración es tan evidente que toda palabra se hace lánguida para expresar su altura…Me dicen que su autor, no sé si en La Rioja o Catamarca, en soledad virgiliana, ara, siembra y cosecha con sus propias manos un trozo de tierra y cuece su pan. Está bien, es la hermosa bestia completa en la Edad del Maniquí”

Y así fue Franco en su Belén catamarqueño natal; eso hacía, trabajar la tierra. La poesía de la Naturaleza, así con mayúsculas, como él la escribe, no le era algo ajeno, estaba conjugada con su vida y su obra. Qué gran destierro después su vida en Buenos Aires.

Y así otros vates o críticos, en “Verdad y poesía de Luis Franco”(Bs. As. 1941), lo nombran como el poeta sudamericano o como el poeta de la personalidad o individualista pero de ese individualismo partía hacia lo universal.

Otro de sus títulos, a riesgo de que parezca una bibliografía de Franco, son: “Walt Whitman, poesía y democracia”(Ed. Americale Bs.As. 1945), libro en el que desmenuza con amor y admiración la obra y vida del mayor poeta de todos los tiempos, su filosofía, que también es la propia de Franco.

Me atrevo a decir que Luis Franco es realmente el Whitman de esta parte del continente, pero más duro, más exaltado, terrible en su crítica como no lo hiciera nunca el yanqui.
Podríamos citar también, por qué no, otras obras: “Pequeño diccionario de la desobediencia”, “Biografía patria”,”Biografía de la guerra” y de cualquier lectura que se proponga, surgirán adjetivos duros para calificar la obra de Franco. Se puede decir que contiene una carga fiera. Que es áspera y cortante (decía Raúl Gustavo Aguirre que”… la poesía tiene que ser filosa, tiene que cortar…” y la de este autor, es así, es un filo que separa las aguas. El lector sabrá, que cuando haya frecuentado, o al menos se haya asomado a esta poesía; que la poesía no son remilgos ni florcitas y como decía Nietzsche:” sólo me importa lo escrito con la propia sangre”.
En Franco se da así: visceral, profunda. Vamos ahora a los libros que antes mencioné:”Insurrección del poema”. Y, por qué?. Porque Luis Franco es un hombre-poeta insurrecto. Contra las calamidades que el ser argentino, americano y del mundo, viene soportando desde el más lejano pasado.
En “Revolución”, nos dice:

Porque la vida crece hacia la viuda
a través de la tumba…
…porque al hombre le tiende ya la mano
un porvenir más largo que todos los recuerdos
confiando a su adultez alzar su corazón
a nivel de su frente y remontar su frente
más allá de los vuelos…”


…Si el hombre no emancipa
su frente y sus latidos
todas las ciencia y el arte entonces
devienen floripondios
para ornar sus cadenas”


O en el poema “El Che y las masas”, cuando dice:

“…Lo infinito resuella y pulsa en lo finito…
Lo efímero se mece en los brazos de lo eterno…”?


El Che dialoga con sus sueños:

“Los astros atraviesan su substancia
Más, lo que importa es que él
eche su propia luz.

El hombre repatriado a sí mismo
eso es todo.

Hablo en nombre del alba
de las manos callosas en el timón del mundo
verificando que el pájaro es más chico que sus alas
la vida más hermosa que la inmortalidad
y más hermosa que la vida, la libertad…”


Dentro de esa poemática, el lenguaje es bravío, insurrecto, irredento. Hay improperios, es impenitente. Las palabras: rodador, abismos, asordadas, naufragio, inminencia, fervor, expolio, blasfemia, derrota, estigma, pezuñas, insepulto, furia; son sustantivos o verbos o adjetivos que dan la impresión de una mirada sórdida del mundo. Pero entre ellos, el candor y la pureza del alma de Franco, alisan el paisaje y también metáforas de una dulzura increíble pueblan sus versos.

En el extenso “Inauguración del Nahuel Huapi”, dice:

“…donde el cielo desposa
el beso de cristal y risa de las aguas
el suspiro de alma cautiva de las frondas…”


o:

“…el pájaro solfeando cielos en su garganta
no es más que una loa del silencio”


O en el poema “Inminencia”:

“…la aurora es un mero cuerpo a cuerpo
entre las noche y el día…

…no viste desdecirse al infierno
en el cielo irisado de una lágrima…?


En “Constelación”, donde el mismo poeta prologa y dice:”…el poeta, el libertador debe liberarse primero, asumir lo más actual de su tiempo y aún anticipar desde la sombra, la claridad venidera como el canto del gallo….”

Extrayendo sólo como cita algunos versos:

“…lo más viril del, hombre es la ternura…”

“…canto a la alegría, hija del día
Compañera alada…”


O en el poema “Pan”:

“La luz, más nutricia que la médula…
La mañana que viene descalza
para cruzar la creciente del rocío…

El caracol de los volcanes
donde el oído escucha el oleaje del fuego…”


Y de “Suma”

“…Mi corazón se excede como los grandes ríos…
La vida no es mi costumbre, es mi pasión…
Te amo, luego soy”

“…Bajo la línea de flotación de la conciencia humana,
el inmenso yo arcaico, acecha aún velludo de bosque…”

“Una simple mirada que dejo caer con un prodigio sereno
como el resto de lo viviente:
la hormiga se mueve con equilibrio de astro…”


“Los poemas de mayor calado no han zarpado todavía.
Los rapsodas se han entretenido en el haz
o se han demorado en ensueños litorales
y el mundo de las significaciones vivientes
está aún sin traducirse…”


Este texto terminaba originalmente con una invitación al lector que reitero aquí, navegando por la caudalosa poesía de Luis Franco.

__:
Nota aparecida originalmente en el Diario “La Capital” de Rosario el domingo 25 de mayo de 1986 Pág.2. Extraído de “Escolios”, Ediciones “Poesía de Rosario”, 2009.
Guillermo Ibáñez nació en Rosario, Argentina, en 1949. E-mail: poesiaderosario@hotmail.com
Acerca del autor:
www.guillermoibaniez.com.ar
www.bibliele.com\interpoe
http://revistainternacionaldepoesia18.es.tl

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Olga Edith Romero: Tres poemas inéditos




EL MACADAM DE LA CALLE 66


El macadam de la calle 66
era parte de un sueño
donde la mujer dejaba su vestido
y habitaba otra vida.

Allí la tarde era muchos años
y la muerte cabía misteriosa
en el cerrojo de una puerta de lata.

Ella colgaba el vestido de seda
en un clavo oxidado /
como quien cuelga el deseo de una estrella.



EN OTRA VIDA


En otra vida, otro tiempo /
he compartido un hombre
con la mujer del cuadro.

Lloraban las guirnaldas
de la noche /
pero no había tristeza /
sólo brillo en los ojos
y el amor no duraba
más que un pétalo en llamas.

En otra vida, otro tiempo /
sonreí con la Gioconda de Leonardo.



LOS PÁJAROS


Los pájaros están en su jaula de dudas /
los dejo salir / atropellados intentan la huída.
Poco a poco –les digo– y los sujeto.

Me abandonan /
Ya no tengo ascendiente sobre ellos.
No sé si volverán.

A veces cantan
con voz desconocida /
con voz de viento en los acantilados.

Otras se lamentan / sus gritos
hieren agotan desagradan.
Se eternizan en atardeceres.

Vuelven cuando nadie los espera.
Me obligan a buscarles alimento.



Foto: Archivo de la talita dorada.
Olga Edith Romero nació en La Plata un 4 de octubre de 1949.
Noticias y poemas en POESÍA CITY BELL.:__

Alberto Luis Ponzo: Poema inédito


¿Dónde hay voces…?



¿Dónde hay voces, el rumor
arrollado al espacio, hilo
llegado de su nombre, amanecido
en el día callado de su boca
en la penumbra
-signo oculto detrás
del pronunciado acariciar-
en toda palabra?


¿Dónde ir para estar
en embozado gesto, en su
cabeza, brazos, hombros
cargando luces, abrigos
al invernar, tan cálidos
sobre la piel amada?

¿Dónde el decir y el silenciar
las olas del tiempo, los pasos
en el lugar esperado,
en el regreso:


los rastros del sentir
el sentir oyendo la voz
la voz entrando en la casa
la casa que ocupa la memoria
la memoria que levanta la voz
hasta los ojos
(la altura de su árbol sobre el río)…



Y de ahí las voces de hacer mías
renaciendo el vivir
entre ondas del mundo

aún en la felicidad de no caer
ni sentirla caída.

16/ 5/ 2009

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Foto: Hojas del caminador.
Alberto Luis Ponzo nació en Buenos Aires, en 1916.